Las sorprendentes marcas viales en Vitoria para evitar el exceso de velocidad
La capital vasca pinta unos chevrones en la calzada porque el efecto óptico que generan hace que los automovilistas circulen más despacio
Entre convencer y obligar hay un tercer camino. Llamémosle 'engaño'. Suena quizá poco ética, pero resulta de lo más eficiente. El Ayuntamiento de Vitoria probará en las calles Maite Zúñiga y Zumabide dos nuevos modelos de marcas viales con el objetivo de reducir la velocidad del tráfico. Un pecadillo venial que consiste en pintar señales horizontales con forma de 'chevron' y de 'dientes de dragón' sobre la calzada, formas cuyo efecto óptico hará que los vehículos circulen más despacio.
Es un poco jugar con la mente del conductor, pero sirve para no tener que tocar los bolsillos. Porque la alternativa a esta original pintura es colocar un radar y comenzar a poner multas. Esta solución es limpia, barata y eficaz, a la luz de las experiencias en otras ciudades nacionales y europeas. «En el caso de que la experiencia con los 'chevrones' y los 'dientes de dragón' sea positiva, se valorará extender este tipo de formas a otras vías», asegura el alcalde, Gorka Urtaran.
En 2016, la DGT, en colaboración con la Junta de Castilla y León, llevó a cabo un proyecto piloto en las carreteras CL-615 y CL-613. Pintaron los márgenes interiores de los carriles de color verde, como si de un falso bidegorri se tratara. Al parecer, el ojo humano, al percibir un color por los laterales, interpreta que el carril se ha estrechado, por lo que el conductor levanta el pie del acelerador. Por desgracia, cinco años después no se cuenta con datos objetivos reales sobre la incidencia. Se considera que fue positivo, pero no hay evidencia científica.
Escocia lo lleva al extremo
Los que sí la tienen son los británicos. Según un estudio llevado a cabo en la Universidad de Leeds, las marcas curvas en el asfalto contribuyen a reducir la velocidad más incluso que las señales verticales o reducir la anchura de la vía. Y convencidos por esa afirmación, en Escocia, en Wimborne, se decidieron a probarlo de manera radical.
En Wimborne tenían un problema en la carretera que une su pueblo con Stirling, a casi 20 kilómetros. Casi 20.000 metros de recta, raro en Escocia, y una delicia para aquellos a los que les gusta hacer subir la aguja del velocímetro. El límite de velocidad es 30 millas por hora, pero pocos o nadie los respetaba. A fin de cuentas si vas a Stirling (nombre de pila de sir Craufurd Moss, legendario piloto conocido como El caballero de la Fórmula 1) es como que el destino te lleva a rebufo.
Para aumentar la seguridad empezaron a barruntar el instalar radares, badenes, bandas reductoras o, incluso, un par de rotondas. Al final optaron por algo 'original'. Pintar la línea del centro de la calzada como si acabase de salir de terminar las reservas de scotch en el pub de la esquina. Crearon la ilusión óptica de que la vía tiene curvas cuando en realidad no las tiene y completaron el trampantojo con parches de pintura en los laterales a modo de chicanes. En Wimborne están muy satisfechos del resultado. Los del pueblo de al lado, los de Stirling, dicen que no ha servido para nada y que fue muy caro pintar así la carretera. En cualquier caso, un gasto mínimo comparado con poner radares o construir glorietas.
También Londres ha hecho su experimento. En septiembre de 2016 iniciaron un programa piloto pintando unas marcas viales que produce el efecto visual de un badén a los conductores que no circulen a menos de 20 millas por hora (unos 32 km/h). Al principio eran solo tres. Una muestra de lo que la pintura 3D puede hacer por el tráfico. Porque la capital inglesa engañaba de verdad a los conductores. Al volante, la pintura que es completamente plana, se ve como un badén real. El resultado fue una reducción media de la velocidad en 5 km/h. Ya hay 45 de estos 'fake bumps' por el área metropolitana.