Los sanjuaneros tomaron La Laguna
Comida sin brasa ·
Las cuadrillas que cocinan en su caseta tenían claro que «es mejor prevenir que curar» y que la norma «a lo mejor ha venido para quedarse»Ganas de fiesta y muchas, son las que tenían los sanjuaneros que, además, fueron teniendo claro que iba a ser grande a medida que esas ... previsiones meteorológicas que hoy por hoy todo el mundo consulta, iban eliminando sus símbolos de nubes y agua para sustituirlos por soles con alguna nube. Se anunciaba que iban a caer algunas gotas -de hecho por la mañana aunque fuera de modo testimonial cayeron-, pero eso no disuadió a nadie y sanjuaneros de todas las edades acabaron invadiendo con las armas propias de la fiesta: alegría, música y ganas de diversión, además de los aderezos que cada cual quiso poner, La Laguna.
Mientras iban llegando los romeros, algunos bajando desde la ermita y otros dejando atrás la ciudad tras hacer el recorrido en autobús la inmensa mayoría, y otros andando para mantener la tradición, la música de las charangas se sucedía en el kiosco, y lo hizo hasta el momento en el que lo que tocaba era que cada cual se acercara a su caseta para reponer fuerzas.
Cuando llegan las tres de la tarde es el momento en el que todas las cuadrillas se preparan para degustar la comida sanjuanera en sus casetas. En unos casos la preparada por algunos de los más cocinillas del grupo, y en otros la que algún catering les sirve ya preparada. Elegida una opción u otra había que comenzar bastante antes a preparar las viandas para todos los integrantes de la cuadrilla y este año con algunas restricciones por la declaración de riesgo medio de incendios hecha por la Junta.
Si toca volver al bocadillo...
No se podía cocinar más que con butano y las chimeneas que podían funcionar eran la que tenían antichispas. Todos lo entendieron y coincidían al apuntar que «parece que este tipo de medidas han llegado para quedarse», decían en Los Dandis, La Karaba y El Follón.
Preparaban los primeros su paella y el encargado de vigilar el fuero era Domingo que tenía claro «aunque tenemos chimenea cocinamos siempre con butano, que se controla mejor». De las restricciones decía que «están bien», y fue más allá al comentar que «yo sería incapaz de seguir viviendo si resulta que por mi culpa se quema el monte; para evitar los problemas toda precaución es poca y si nos toca volver a comer de bocadillo, como se hacía antes, pues volvemos».
Lo mismo decía Chuchi, uno de los cocineros de El Follón que almorzaba «ya ves, un bocadillo, así que si hubiera que tirar de pan y embutido para comer, lo haríamos». En su peña comerían patatas con costilla y cocinarían como «lo hemos hecho siempre, porque es más cómodo. Por si acaso tenemos aquí el extintor que nos ha dado la Cofradía y, con cuidado, que tenemos que tener siempre, todo saldrá bien».
Todos entendieron que las restricciones sobre el fuego eran muy necesarias
En la Karaba, donde este año tocaban macarrones, el pero que le ponían a la medida era que «cocinar aquí dentro es muy incómodo porque con los vahos hace muchísimo calor, pero hay que adaptarse, las normas son las normas y hay que acatarlas», apuntaba Alberto, uno de los tres cocineros.
En El Cachondeo lo de cocinar no era un problema porque habían encargado un catering que venía desde Portugalete. Entre quienes venían a ofrecer el menú en la peña estaba Alicia que no dudó a la hora de decir que «de las fiestas que yo conozco, ésta es la mejor».
En la caseta en la que luego comieron la cuadrilla tiene chimenea con antichispas, y la estaban usando para preparar el café y algo de asado. Tomaron todas las precauciones y asumieron que había que acatar las restricciones porque, como decía Daniel «que nos moleste, más o menos , no importa, lo peor es que se queme el monte. Que nos quedamos sin parrillada, pues nos quedamos sin ella, pero a lo que no podemos arriesgarnos es a quedarnos sin monte. Tenemos que conservar la fauna y la flora porque sin ellas no hay vida».
Despedida bajo la lluvia
Se disfrutó en todos los rincones del monte, lo hicieron miles de sanjuaneros que este año parecían tener unas especiales ganas de pasarlo bien. Se ha notado por la gran afluencia a todos los eventos festivos.
No faltó el buen ánimo, y lo que tampoco se quedó sin aparecer fue la lluvia que respetó la jornada pero arreció con la intensidad propia de un buen chaparrón en el momento en el que algunas cuadrillas comenzaban a bajar.
Esto hizo que la marcha la realizaran muchos con más silencio del que tenían previsto, aunque no tanto como el que hoy hace sesenta años -el 28 de mayo de 1963, murió Juan XXIII- fue tal y tan respetuoso que sirvió para que surgiera el conocido orgullo sanjuanero.
En San Juan hubo ayer veintidós voluntarios de Protección Civil
Cuando se llegaba en vehículo a la zona de aparcamientos lo primero que entregaban los voluntarios de Protección Civil era una hoja informativa -se editaron unas 2.000- con las normas que había que seguir y después de dar los obligados buenos días apuntaban: «ni fuego ni carpas, por favor».
Sobre las medidas apuntaba la responsable del operativo, Pilar Morcillo que aunque algunas cuadrillas el tema de no poder hacer fuego «les ha pillado con el pie cambiado porque ya habían hecho compra, las aceptan y entienden que se hayan tomado». Indicó que estaba habiendo colaboración y que, precisamente por eso «seremos un poco permisivos porque a todos nos ha descolocado un poco, pero si esto sigue siendo así, para próximos años habrá que ser muy estrictos».
Para controlar que se cumplieran las normas y ayudar a quien lo necesitara, estuvieron 22 voluntarios, mirandeses, y otros que vinieron de Merindades, de Aranda y de la localidad soriana de Golmayo.
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