La larga agonía de una empresa que en los 90 fue el símbolo del esplendor industrial
Durante su época dorada, Montefibre fue un referente mundial en su sector y vanguardia en la conquista de derechos laborales
r. c. g.
Sábado, 13 de agosto 2022, 00:01
El miércoles 16 de marzo de 2022 pasará a la historia industrial de la ciudad. Ese día, se formalizó el despido de los últimos trabajadores ... que quedaban en Montefibre, un triste punto y final para uno de los símbolos del desarrollo de la ciudad. Hablar de Montefibre es hacerlo de Miranda, ya que la historia reciente de la ciudad está muy vinculada a la de una planta que comenzó a operar bajo el nombre de Industrias Químicas Altamira y que llegó a ser un referente internacional. Por el camino, decenas de hitos, mejoras y también reivindicaciones ya que la compañía pasó de tener unas condiciones muy precarias a ser vanguardia en la conquista de los derechos laborales. A la huelga de 1973, que se saldó con varios despidos, le siguieron infinidad de movilizaciones de una plantilla comprometida con el negocio y con la vida social mirandesa.
La década de 90 representa los años dorados de una compañía que superaba el medio millar de empleados en las seis líneas de producción. La calidad de la fibra acrílica de la planta de Miranda colocó a Montefibre en la cima mundial y su producto era codiciado en los mercados de medio mundo. Pero la crisis del grupo italiano que gestionaba la fábrica le obligó a deshacerse de la joya de la corona, como se conocía a las instalaciones de la carretera Logroño y comenzó el declive. A partir de ese momento empezaron a sucederse siglas, las reducciones de plantilla, la descapitalización progresiva,... hasta que en 2013 la firma presentó el concurso de acreedores.
Los problemas del grupo italiano dueño de la planta motivó el declive a finales de los 90 y el continuo cambio de siglas
La llegada del grupo Praedium supuso un soplo de aire fresco. Parecía que iba a ser la tabla de salvación, pero con Alfonso Cirera al mando, las ilusiones pronto se transformaron en un reguero de promesas incumplidas. La fugaz reapertura solo fue un espejismo, ya que apenas duró unos meses, un cierre acelerado por la inestabilidad del sector y por los conflictos diplomáticos con países que eran sus principales clientes.
La única opción de futuro pasaba por la transformación a fibra de carbono, un paso costoso pero viable ya que Montefibre recibió más de 15 millones de ayudas del Plan Reindus. Pero Cirera tenía otros planes. A pesar de que se vendía como un exitoso hombre de negocios y aseguraba tener contactos con posibles inversores, la realidad es que el dinero recibido nunca se gastó en mejorar la planta, a la que poco a poco fue dejando agonizar, encadenando expedientes de regulación de empleo y deudas hasta que la situación fue insostenible.
La llegada de Praedium solo ha dejado un reguero de promesas incumplidas
A principios de este año presentó nuevamente concurso de acreedores, reactivando el anterior, y el plan de liquidación ya está en marcha, aunque debe ser ratificado por el juzgado.
El largo pasillo por el que en su día desfilaban diariamente centenares de trabajadores de cuyo sueldo dependían muchas familias mirandesas, hace tiempo que está dominado por la maleza. Al fondo del mismo, a través de la reja, unas instalaciones abandonadas que todavía podían ser rentables pero que si nadie lo remedia, acabarán siendo un vestigio de los años de esplendor del despegue industrial de la ciudad.
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