Una multidud de gente abarrotó la Plaza de España para celebrar el acto principal de los más pequeños, que transcurrió en el Consistorio bajo un sol de bandera. avelino gómez

Un Bombazo Infantil histórico

Multitud ·

Miles de blusillas se congregaron en la Plaza de España para vivir en primer línea el acto más importante de los sanjuaneros más pequeños

toni caballero

Domingo, 5 de junio 2022, 00:01

No es el acto que más tradición tiene, apenas unas pocas ediciones teniendo el cuenta el de los mayores, pero el Bombazo Infantil lució con ... luz propia. Ayer, en una mañana muy soleada, de esas en las que apetece vivir todo tipo de actividades al aire libre, la plaza de España se llenó de público y eso que las previsiones meteorológicas barruntaban precipitaciones al medio día, y toda la ciudadanía mirandesa evidenció las ganas que tiene de vivir su festividad al máximo.

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El grueso de las cuadrillas sanjuaneras acudió al acto, que será recordado como uno de los Bombazos Infantiles más masivos de la historia de la ciudad. Todos los blusillas calentaron motores al ya clásico grito de ¡eeese Bombo!, mientras el instrumento resurgía de las aguas del Ebro. Posteriormente, los sanjuaneros infantiles, Aritz Baldero e Iria Miguel salieron a la balconada sonrientes, sabedores de que estaban viviendo un momento que no olvidarán jamás, y el acto tempranero de los tres días grandes se tornó vibrante.

El factor climático jugó a favor del evento, la plaza se llenó con tiempo. Las cuadrillas desfilaron por las calles más céntricas para confluir como un cuentagotas constante en la 'm'. En los momentos previos ya se podía prever que no iba a ser un Bombazo Infantil testimonial, sino que la comunidad sanjuanera se había conjurado para poner todo de su parte y protagoniza un hecho histórico.

La pregonera infantil de 2020, Leyre Cantero, saludó a los asistentes como preámbulo del gran estruendo. «Me llena de gracia e ilusión el poder estar aquí con todos vosotros, ¡viva las Fiestas de San Juan del Monte»!, entonaba.

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Y cuando asomó el Bombo infantil en la balconada y ambos sanjuaneros chiquis empezaron a hacerlo sonar, la algarabía fue monumental. Tímidos los dos, pero muy solventes en su actuación, seguramente por los nervios del momento y de las celebración que estaban protagonizando en la plaza los blusillas más pequeños juntos a sus familiares y compañeros de cuadrilla. Aritz e Iria se lanzaron a emitir las primeras palabras tras pegarle al bombo con todas sus fuerzas.

«Me ha encantado», confesaban ambos, decían sin ser muy conscientes de dónde estaban. Un mensaje simple y al pie, de ánimo a todos los mirandeses después de dos años llenos de dificultades y animando a todos los blusillas a disfrutar de las tres jornadas grandes de fiestas, con especial atención a los más pequeños, los protagonistas del acto.

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El Bombo Chiqui fue seguido por decenas de blusas dispuestos a empezar la fiesta desde por la mañana. El pregonero dio un discurso repleto de detalles y guiños hacia los blusas. No olvidaron las pancartas. a. g.

Las ganas acumuladas en los últimos dos años sin fiestas, tres si contabilizamos los meses desde la última celebración blusilla, se hicieron notar en un Bombazo infantil que no siempre ha contado con tanto respaldo social como ayer. Los sanjuaneros demostraron que no quieren perderse ni un acto de San Juan del Monte, por lo que comenzaron acudiendo en masa a la celebración de los menores.

Todo el evento sirvió como aperitivo para que el hermano mayor del Bombo infantil emulase su resurrección por la tarde para delirio, en esta ocasión sí, de la totalidad de blusillas presentes en la ciudad. Sin duda, el Bombazo Infantil de ayer fue todo un éxito. Una marea multicolor, armada con virtuosas charangas, se hizo notar hasta la saciedad desde la balconada consistorial.

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Los Sanjuaneros Infantiles estuvieron acompañados por autoridades políticas, familiares aún más nerviosos que los propios menores y representantes de colectivos mirandeses. La emoción, y el espíritu sanjuanero inundaron tanto el interior del Ayuntamiento como una plaza, en la que no cabía un alfiler, para escribir la historia de las fiestas.

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