Los ochomiles reescriben su historia
Un estudio del último 'notario' del Himalaya resuelve que solo tres alpinistas han subido realmente las 14 montañas más altas
Imagínese el lector que un estudio dijese de pronto que la inmensa mayoría de los récords y plusmarcas del atletismo o la natación son erróneos ... por una mala medición. Que Usain Bolt en realidad no ha corrido los 100 metros en 9.58, ni Johnson los 400 metros en 43.19, ni Duplantis ha saltado 6,20 con la pértiga. Pues eso es lo que acaba de pasar en el mundo del alpinismo. El alemán Eberhard Jugalski, el último 'notario' del Himalaya, acaba de publicar un exhaustivo estudio en el que concluye que cientos y cientos de cimas anunciadas como tales por sus autores en realidad no lo son.
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El resultado es demoledor para la historia de los ochomiles y sus estadísticas. La lista 'oficial' de alpinistas con las catorce cimas más altas en su poder, que rondaba ya el medio centenar, se ve reducida a tres personas: el estadounidense Ed Viesturs, el finlandés Veikka Gustafsson y el nepalí Nirmal Purja. Ni Messner, ni Kuckuzka ni Loretan... ni tampoco Juanito Oiarzabal, Alberto Iñurrategi y Edurne Pasaban han ascendido a las verdaderas cumbres de los catorce ochomiles. A Juanito y Alberto les faltaría el Manaslu y a Edurne también el Dhaulagiri.
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¿Qué ha pasado para que se produzca este terremoto en el himalayismo mundial? Para entenderlo hay que remontarse hasta 2019, cuando Jurgalski comenzó a investigar los puntos más altos de los ochomiles. Porque no siempre es tan evidente ni hay un buzón señalando la cima. Las dudas se centran principalmente en el Manaslu, el Annapurna, el Dhaulagiri y el Broad Peak, pero incluso en el Makalu y el Lhotse. Todos ellos tienen una cresta somital en la que se suceden varios picos sin apenas diferencia de altura. Si no lo tienes claro, en función de las condiciones de la montaña y las circunstancias de la escalada, es fácil obviar el punto más elevado. Por error o adrede.
«Este tío no tiene ningún rigor y no me preocupa lo más mínimo lo que dice»
Juanito Oiarzabal
Edurne Pasaban explica por ejemplo lo que les pasó a ella y sus compañeros en el Annapurna, en 2010. «Nos habíamos informado y llevábamos todo tipo de referencias, pero cuando llegamos allí arriba vimos tres montículos que, sinceramente, en ese momento no supimos distinguir cuál era el más alto, así que subimos a los tres».
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Como explica la tolosarra, en el Annapurna las dudas son fáciles de solventar porque las posibles cimas están cerca y no hay dificultades técnicas entre ellas. El problema surge cuando entre las posibles cumbres hay pasajes técnicos o peligrosas travesías por crestas cargadas de nieve cuyo aspecto y dificultad cambia cada temporada en función de la carga de nieve que tengan. El caso más claro es el Manaslu. Su ruta normal, la utilizada por la inmensa mayoría de alpinistas, desemboca en un collado de la cresta cimera donde comienza una serie de picos. La cumbre verdadera es el cuarto de esos picos, pero según Jurgalski, desde que se puso de moda subir a este ochomil en otoño porque la nieve está en mejores condiciones, y hablamos de décadas, nadie ha llegado hasta él.
'Zona de tolerancia'
Al principio fue por desconocimiento. La altitud de esos picos es muy similar y la perspectiva podía engañar a los alpinistas. Es lo que el alemán denomina 'zona de tolerancia', una franja en torno a la cima principal que se podría dar por válida como cumbre por su proximidad y altitud similar. Pero cuando llegaron las expediciones comerciales fue totalmente intencionado. Los sherpas colocaban las cuerdas fijas hasta lo que ellos consideraban la cima, que en realidad era el primer pico de la cresta, alejado del principal y significativamente más bajo. Ellos así se ahorraban trabajo y evitaban equipar una peligrosa travesía que solo podía dar problemas. Decían a los clientes que el punto al que subían era la cima principal y todos contentos.
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Así que Jurgalski se ha puesto a buscar pruebas entre los alpinistas y el resultado es demoledor. De los 44 que hasta ahora figuraban en la lista de 'catorceochomilistas', ha podido verificar su presencia en el Manaslu de 35. Y de estos, solo seis habrían pisado la verdadera cima según las pruebas aportadas: Reynhold Messner y Erhard Loretan, Ed Viesturs, Veikka Gustafsson, Nirmal Purja y Mingma Gyabu, precisamente, el sherpa que el año pasado 'reabrió' la vía a la verdadera cima.
«No se trata de nada nuevo. El asunto lleva algunos años dando vueltas»
Alberto Iñurrategi
Sin embargo, Jurgalski quita otros ochomiles a las dos leyendas del alpinismo. A Messner le deja sin el Annapurna y a Loretan sin el Dhaulagiri, lo mismo que a Gyabu. De esta forma reduce la lista de personas que han completado los catorce ochomiles a solo tres: Viesturs y Gustafsson, ambos sin oxígeno, y Nirmal Purja. Además, en el caso del polémico ghurka, famoso por ascender todos los ochomiles en poco más de seis meses, le retira ese récord y amplía el plazo a 5 años, ya que no hoyó la cima 'buena' del Manaslu hasta el año pasado, tras ser equipada por Gyabu.
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Los tres alpinistas vascos presentes en esta selecta lista tampoco se libran de la quema. A Oiarzabal e Iñurrategi les quita el Manaslu y a Pasaban, el Manaslu y el Dhaulagiri. El resto de alpinistas españoles salen aún peor parados. A Óscar Cadiach, además del Manaslu le quita también el K2. A Ferran Latorre, Dhaulagiri, Manaslu y Annapurna. Y a Jorge Egocheaga, Manaslu, Annapurna y K2, en el que ya reconoció en su día que se quedó una decena de metros por debajo de la cumbre por lo peligroso que estaba el hielo. Además, Jugalski apunta también que no tiene 'evidencias' de que el asturiano haya estado en la cima del Dhaulagiri.
«Subíamos con la información que teníamos y convencidos de que a donde llegábamos era la cima»
Edurne Pasaban
Puesto en contacto EL CORREO con los tres alpinistas vascos, esta actualización de la lista de los 'catorceochomilistas' ha sido acogida por los protagonistas con una mezcla de indiferencia y cierto enfado, «principalmente por no contextualizar cada momento en el que hicimos la cimas», explica Pasaban, además de confirmar que ninguno de ellos está por la labor de volver a subir los ochomiles que les 'faltan'. La tolosarra resume el sentir general de los ochomilistas veteranos con una frase castiza: «Que me quiten lo 'bailao'».
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Más en serio, Pasaban deja bien claro que «por nuestra parte en ningún momento hubo mala fe. Nosotros subíamos con la información que teníamos y siempre convencidos de que a donde llegábamos era la cima».
Oiarzabal se muestra más contundente al asegurar que «este tío no tiene ningún rigor» y «no me preocupa la más mínimo lo que dice». Además, apunta las contradicciones en las que cae: «A mí me da el Annapurna y a Ferrán Latorre, no, cuando llegamos juntos a la cima». También en el caso de los hermanos Iñurrategi sorprende cuando menos ver cómo a Félix le apunta que no tiene evidencias de su ascensión al Dhaulagiri, duda que no expresa con Alberto y Oiarzabal en un escalada que realizaron los tres juntos. Por último, Alberto Iñurrategi eludió entrar en polémicas y se limitó a asegurar que «no se trata de nada nuevo, el asunto lleva algunos años dando vueltas».
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Eberhard Jurgalski, el discutido sucesor de Miss Hawley
Eberhard Jurgalski y sus meticulosos estudios han puesto patas arriba la historia de los ochomiles. Este sesentón alemán con pinta de Santa Claus que reconoce sin tapujos «no ser muy montañero» y comenzó en los ochenta a recopilar datos de los ochomiles es el sucesor de Elizabeth Hawley tras el fallecimiento de la estadounidense hace unos años. Aunque no tiene su carisma. Como ella, no ha pisado un campo base de un ochomil en su vida, pero Miss Hawley vivía en Katmandú y conocía en persona a los alpinistas. Jugalski es un documentalista, una rata de biblioteca que apenas sale de su casa y contacta por teléfono con los escaladores.
Nadie duda del rigor de los miles y miles de datos y tablas que almacena en su ordenador, pero se ha granjeado la enemistad de numerosos montañeros por la vehemencia con que defiende sus postulados. Por ejemplo, en el texto que acompaña su nueva tabla de 'catorceochomilistas' no tiene problemas en exigir a quien quiera aparecer en ella que vuelva a subir a las cumbres. Miss Hawley se conformaba con hablar de cimas «en disputa» o «no confirmadas» para llegar al mismo objetivo.
Quizás este puñetazo en la mesa de Jurgalski sirva por fin para poner en su justo lugar y relativizar las listas de cumbres ochomilistas frente a las circunstancias particulares de cada una de ellas. Cómo y cuándo se hicieron, lo verdaderamente importante en un deporte sin árbitros ni jueces.
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