Cuando la montaña no es lo importante: mi hermano está bien del cáncer que sufre
El campo base es una suerte de convivencia en la que las alegrías y los problemas de cada uno se comparten con todos
Cuando algún amigo o conocido me pregunta por mi experiencia en las expediciones de los grandes alpinistas vascos a los que he acompañado les suelo explicar que el campo base de un ochomil es lo más parecido a un 'Gran Hermano'. Vaya por delante mis disculpas a los alpinistas por la comparación, pero sinceramente no encuentro mejor paralelismo para definir la convivencia de un pequeño grupo de personas que no siempre se conocen en un espacio más o menos reducido y con presiones externas -a veces también internas- de todo tipo. En esas condiciones, las emociones siempre están a flor de piel, para bien y para mal. Los problemas de uno son los de todos y las alegrías también se comparten.
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Por eso, cuando ayer a media tarde abrí el teléfono, leí los guasap que me habían entrado y me puse a llorar como un niño todos se quedaron mirándome esperando mi explicación. «Me acaban de dar la mejor noticia que podía recibir en esta expedición», les dije. Por encima de cualquier cumbre, por alta y difícil que fuera.
Quince días antes de partir hacia Nepal, a uno de mis hermanos pequeños -son gemelos- le operaron de urgencia para extirparle una sarcoma de casi cuatro kilos de peso que tenía alojado en el vientre. Se lo habían detectado diez días antes y en la intervención le extirparon también algunos órganos que se estaban empezando a ver afectados por el tumor: un riñón, la vesícula, un trozo de intestino y parte del hígado.
La operación, larga y compleja, fue un éxito. Tras una semana en el hospital continuó la recuperación en casa. Los médicos le emplazaron al día 15 de enero -ayer- para valorar su situación. Ya le habían avisado que era más que probable que tendría que recibir quimio, radio o las dos.
Así que cuando abrí el mensaje y leí: 'Buenas, he tenido la consulta de oncología. Todo perfecto. Consideran que todo está muy bien. No necesito ni quimio ni radio. Un escaner en dos meses nos dirá cómo está realmente, y revisión con otro escaner en 6 meses', mis emociones se desbordaron.
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Tengo que confesar que afrontaba esta expedición con cierto cargo de conciencia. El sarcoma se lo detectaron con el viaje recién confirmado y la pregunta de si creía conveniente que me marchase a Nepal dos meses en esa situación era obligada. Él no dudo en la respuesta. «Ni te lo plantees. Vete». Pero la mente es libre y la conciencia, al menos en mi caso, pesa.
De hecho, este hubiese sido el segundo año consecutivo en el que mi presencia en la expedición de Alex Txikon se habría ido al traste tras la del año anterior, cuando otro grave problemas médico familiar, en este caso de mis padres, me llevó a renunciar sin ninguna duda a acompañar al alpinista de Lemoa al Everest.
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Por cierto, la coletilla con la que terminó el mensaje: 'Pásalo lo mejor que puedas ahí arriba' cuando acababa de leer mis problemas con el mal de altura queda para la antología de humor entre hermanos. A la vuelta lo celebramos, Txibi.
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