Rojo o de cuadros, mitos sobre el pañuelo
ANÁLISIS ·
Uno se colocaba en días festivos y el otro en el trabajo. En La Blanca ambos son válidos, que cada uno se ponga el que quieraDurante el tiempo de fiesta, ese tiempo extraordinario en el que nos entregamos a excesos que no nos permitimos en el tiempo habitual, todos los ... rituales, de una u otra forma, intentan romper con los tempos del periodo de cotidianidad. He de recordar a nuestros lectores que, también durante la fiesta, celebramos ritos sociales que son constructos culturales heredados, y, por lo tanto, en ellos estamos reproduciendo constantemente, aun sin ser conscientes de ello, una importante significación. Toda fiesta es cultura, y toda cultura se rehace en la fiesta; 'performatividad' que vuelve con intención de revitalizar lo tradicional, lo antiguo, como nuevo y actual.
En ese contexto, entre los elementos de la fiesta, también en las nuestras de Vitoria-Gasteiz, destaca uno que anuncia su inicio, colocándose al cuello, y que se quita al finalizarla, como significado de su término: el pañuelo. Y sobre el pañuelo festivo circulan múltiples teorías, mitos y equívocos. Polémicas, tan estériles como indocumentadas, sobre si debe ser de cuadros o de color rojo. Los hay que afirman que el pañuelo festivo fue siempre de cuadros blancos y azules, el pañuelo propio de los baserritarras y arrantzales; otros afirman también que el pañuelo rojo es una copia de Sanfermines pero no es propio de nuestra ciudad e incluso hay quien observa tintes políticos en el hecho de portar uno u otro, adjudicando el de cuadros a una ideología tanto de izquierdas como abertzale y asociando el rojo a posturas más conservadoras y autonomistas. La realidad, y no voy a citar a numerosos maestros de la antropología vasca, es que todas esas teorías no se ajustan a lo que nos enseña nuestra etnografía y no pasan de ser tan sólo eso: teorías equívocas.
Una parte significativa de los/as vitorianos/as en las fiestas en honor de la Virgen Blanca llevan un pañuelo anudado al cuello cuyo origen y uso era, curiosamente, laboral. El pañuelo de cuadros o 'moquero' era muy utilizado por los trabajadores, labradores y artesanos hasta los años finales del siglo XX; se colocaba para impedir que en las jornadas de trabajo la suciedad manchara la cabeza o el sudor del cuello pudiera mojar o deslucir la camisa. Por lo tanto este pañuelo, asociado a la producción y al trabajo, es realmente la antítesis del tiempo festivo. En los trajes tradicionales, en las representaciones de faenas del campo, de pastoreo, de pesca o de labores de minería, no sólo en Vasconia sino en todo el ámbito español, el pañuelo que se utiliza es el mencionado modelo de cuadros. Así tanto en los Antolines de Lekeitio, en las fiestas de Consuegra, en las ferias de Guriezo en Cantabria, en el Corpus de Vinaroz o en la feria de las paellas de la Albufera valenciana, es este pañuelo el representativo de esa recuperación de actividades y oficios tradicionales que hoy en día reviven tan sólo a través de la fiesta.
Por el contrario, el color distintivo indispensable del tiempo festivo está representado por el pañuelo de colores vivos, rojo en muchos casos. Durante un tiempo que no es de labor, que no se va a ensuciar con los materiales de trabajo, se permite un pañuelo blanco (existe un precioso pañuelo blanco con la bandera de Vitoria) o de un color rompedor, transgresor, un color llamativo acorde con ese tiempo extraordinario que llamamos fiesta, en nuestro caso el rojo que luce nuestro mito festivo, Celedón. Así, las Fiestas de O Grove, las del Torico en Teruel, las fiestas de la Peña en Tordesillas o las más conocidas de nuestra tierra hermana Navarra se reconocen por el pañuelo rojo anudado al cuello. Y, como es lógico, también en nuestra ciudad ocurría así, siendo el color rojo el que marcaba el tiempo festivo, tanto en pañuelos como en fajas y hasta en los cordones de las alpargatas que lucían los blusas.
Cada cual es muy libre de utilizar el modelo que quiera, por supuesto (el tiempo festivo es por encima de otras consideraciones, tiempo de libertad), pero frente a quienes difunden falsas teorías considero pertinente, amén de didáctico, explicar a la ciudadanía el verdadero origen del pañuelo festivo. Yo, por ejemplo, recibo el día 4 de agosto a Celedón y asisto al paso de la Procesión de los Faroles con el color que llama a la fiesta, el rojo. Y el día 5, al finalizar el Rosario de la Aurora, me gusta acompañar con el txistu a nuestra patrona hasta la escalinata de San Miguel; un ritual que ya realizo con el traje de mi cuadrilla de blusas y neskas, que decidió portar pañuelo de cuadros. Todo en la fiesta es compatible, con uno u otro, lo realmente importante es que disfrutemos juntos de la fiesta, que... para gustos están los colores.
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