Yo soy Batasuna ¡y tú no, y tú no!
EL DIARIO DE VANESA ABRISQUETA ·
Vivimos con nuestra novata el paseíllo, eso sí, después de una buena dosis de cafeínaPuede ser el mejor oficio del mundo, sí. Pero también uno de los más duros, no se crean que meterse en el papel de blusa ... o neska es asunto baladí. Nos lo cuenta nuestra querida novata, que ya se acerca al ecuador de sus primeras fiestas de La Blanca ejerciendo casi las 24 horas como miembro de una cuadrilla. El paseíllo es uno de los momentos cumbre de la jornada, donde toca darlo todo sí o sí. «La comida es un poco bajón porque ya llevamos toda la mañana por ahí y empieza a notarse el cansancio, pero luego hay que venirse arriba otra vez. Así que nos hemos tomado un café y para adelante», confiesa Vanesa minutos antes de iniciar la kalejira por la calle Dato. ¿Puede que la cafeína sea su mejor aliado estos días de jarana ininterrumpida? Muy probablemente.
Una vez empieza el lío, esta joven de 31 años se olvida del cansancio. «Cuando vamos haciendo el paseíllo el tiempo se pasa volando. Vas sumergida en el ambiente y no te das cuenta ni a qué altura de Dato estás», confiesa con una sonrisa cuando los Batasuna llegan al final del recorrido. La charanga Patxaran pone música a toda la caminata y los miembros de la cuadrilla hacen el resto. «Creo que la que más hemos cantado es la de 'Yo soy Batasuna ¡y tú no, y tú no!'», nos cuenta nuestra 'infiltrada'.
No tiene nada que ver observar el espectáculo desde fuera, como hacía cuando era adolescente, con ser una de las protagonistas. «Hay muchísima diferencia, lo vives de otra manera», explica. A lo que asienten Leire y Leyre, sus dos amigas que también se han estrenado este año. Eso sí, tiene sus dificultades. Una de las más grandes es poder acceder al grifo de la furgoneta para rellenar el katxi de kalimotxo, como el que sostiene en sus manos Vanesa. Hay que abrirse paso para refrescarse, que el termómetro se acerca a los 30 grados. Y como si fuera un festival de música, nuestra primeriza luce una pulsera con derechos en la muñeca. «Esta la llevamos los que hemos pagado todas las fiestas. Los que pagan solo por días concretos llevan otras diferentes». Con ella puede acceder a las provisiones líquidas -sin límites- y sólidas con las que recargar pilas cada día. Por la noche, le toca servir la cena a toda la cuadrilla en la lonja.
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