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MAITE BARTOLOMÉ

Claudio, el imperio de los jamones está en Bilbao

Claudio Pérez levantó con humor y talento comercial un negocio de charcuterías y tabernas que hoy mantiene viva su familia

guillermo elejabeitia

Viernes, 15 de noviembre 2019

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Claudio Pérez podía haber vendido jamones o relojes de oro. Lo que se propusiera. Su talento comercial fue legendario en el Bilbao de los 50 y 60 hasta convertirle en un personaje pintoresco que acaparaba titulares de periódicos y charlas en las barras de los bares, preferentemente suyos. Sus ocurrencias, como colocar un porrón de 15 litros del que se podía beber libremente con tal de que se levantara con una mano, o regalar un jamón al que fuera capaz de comerse un gigantesco bocadillo, hacen de él un maestro de la picaresca o un pionero del marketing de guerrilla. Porque aunque pareciera que Claudio, el de los jamones, regalaba cosas, en realidad estaba haciendo negocio cada vez que conseguía que alguien entrara en uno de sus múltiples establecimientos.

Claudio (Bilbao)

  • Dirección Esperanza, 9

  • Teléfono 944166308

  • Web claudiojamones.com

  • Precios Jamón ibérico de bellota: 17,50 €. Queso de oveja: 3,95 €

Nacido en el pueblo palentino de Cobos de Cerrato hace ahora 100 años, Claudio desembarcó en el Bilbao de posguerra sin dinero pero con muchas ganas de trabajar y un olfato innato para los negocios. Tras aprender el oficio junto a los mejores charcuteros de la villa, en 1948 se estableció por su cuenta en un local de la calle Los Fueros y llegó a tener establecimientos en Buenos Aires, Atxuri, Bertendona, la plaza de Unamuno o el Mercado de La Ribera, pero sería en la calle Esperanza donde acabaría construyendo su pequeño gran imperio de los jamones.

Aunque Claudio nos dejó en 2010 a los 90 años, sus anécdotas siguen hablando por él. Una vez ofreció 3.000 pesetas de los 60 a quien pudiera llegar a su tienda sin cruzar ninguno de los raíles del tranvía que entonces delineaban el suelo de Bilbao. En otra ocasión publicó un anuncio en el que aseguraba que el jamón estaba más barato que las anchoas... y tuvo que demostrarlo ante el fiscal. Y llegó a decirle al párroco de Santiago que le reclamaba limosna que le daría mil duros si en el sermón del domingo soltaba un par de veces que «el jamón de Claudio es el mejor de Bilbao».

G. ELEJABEITIA

Bromas aparte, el empresario consiguió democratizar en la villa un producto selecto, mucho antes de que desembarcaran esas franquicias del ibérico que hoy florecen como setas por nuestras calles. Su hija Marisa y su yerno Olegario tomaron el testigo en 1983, después de las inundaciones, manteniéndose fieles al espíritu del fundador. Hoy Claudio es uno de los escasos establecimientos de la villa que sigue manteniendo ese aroma de tasca, con los jamones colgados de las vigas, donde el vino de mesa se sirve en jarra de barro y los clientes, por exquisitos que sean, se acomodan en pequeños taburetes a disfrutar del plato estrella de la casa.

bonito encebollado con pimientos. G. ELEJABEITIA

Ni qué decir tiene que los extranjeros se pirran por tabernas como esta, pero lejos de convertirse en un mero reclamo para turistas, la casa sigue conservando una fiel clientela autóctona, atraída cómo no por sus jamones de Guijuelo, pero también por su caña de lomo ibérico, sus anchoas en aceite, su bonito encebollado con pimientos, su queso fuerte o su pan de pueblo, todo ello regado con rioja, rioja y rioja. Y va para largo. La supervivencia de este clásico esta asegurada por el nieto del fundador, que también atiende por Claudio, el de los jamones.

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