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MAITE BARTOLOMÉ
Igor Asarta: «El norte le va bien al arándano»

Igor Asarta: «El norte le va bien al arándano»

En el caserío Atxineta hay vacas pirenaicas, cabras azpigorri y ciervos, pero su fuerte son los arándanos

gaizka olea

Viernes, 17 de mayo 2019, 18:52

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El valle de Oleta, en Aramaio, despierta al sol un buen día de finales de abril, protegida de los vientos por las moles pétreas del Anboto y el Orisol, y la luz vuelve deslumbrante el paisaje de casas de piedra, praderas y bosques espesos de hayas y robles. Por si faltaba algo, el monte huele a hierba recién cortada, la que está segando Igor Asarta para librar a sus plantas de arándano de un invitado no deseado. Asarta es uno de los pocos productores que permanecen activo en este rincón situado a escasos kilómetros de Otxandio y del santuario de Urkiola, en el lado limítrofe con Bizkaia del municipio alavés. Más conocida que él es Maider Unda, pastora, luchadora con medallas olímpicas, famosa por el deporte y por sus quesos.

Productor de arándanos y ganadería

Asarta trabajó como electricista pero nunca olvidó sus orígenes en el caserío Atxineta, donde sus abuelos tenían vacas y su madre, Cristina Aranguren, plantó hace 22 años las primeras plantas de arándano como una forma de seguir activos. Sustituyó además el ganado productor de leche por vacas para carne y, como curiosidad, ciervos, que vendía por su carne, pero también para repoblar cotos. El negocio de los ciervos cayó con la crisis («tuvimos algunos impagos»), pero aún conserva media docena en un cerrado próximo al hogar familiar, para que las visitas los vean y se saquen fotos con ellos.

Igor Asarta tiene ahora 55 madres de la raza pirenaica, aunque no parece convencido de que su futuro vaya por ahí. «Por mucho que a los políticos se les llene la boca con la defensa de la agricultura, lo veo complicado. En los últimos 30 años, el precio de la carne de vacuno no se ha modificado: antes pagaban 100.000 pesetas, ahora pagan 600 euros. Para vivir de esto necesitas al menos cien cabezas».

También maneja un rebaño de medio centenar de cabras azpigorri, una raza autóctona de la que hace unas pocas semana hablamos en esta misma sección. Vende las hembras para vida, para que procreen, y los cabritos se los pasa a su hermana Leire, que los factura en el restaurante Olarizu, en Vitoria. «Gustan mucho, es una buena carne», añade Igor.

Tres variedades

El fuerte del caserío Atxineta son, sin embargo, aquellos arándanos por los que apostó Cristina, la madre, que se tienden en una ladera de 1,5 hectáreas de superficie orientada hacia el sol. Son arándanos azules de tres variedades diferentes, cuyos ritmos de crecimiento permiten al productor disponer de cosecha desde comienzos de julio hasta septiembre, y pronto incorporarán una cuarta variedad para prolongar los plazos de recolección.

El terreno produce cada año unas diez toneladas de esta fruta bendecida por la ciencia y la salud, debido a sus virtudes en la prevención de problemas cardiovasculares, enfermedades inflamatorias, oculares, infecciones o el cáncer... Atxineta, marca bajo la que se comercializan vende el género en fresco en cajas de tres kilos y bandejas de 125 gramos, pero también en forma de zumos o mermeladas. Para ello permanecen a una temperatura de cuatro grados durante un día antes de pasar al congelador. Según las necesidades comerciales se descongelan, se dedica una parte a zumos y el resto se tritura y mezcla con azúcar para elaborar mermeladas.

Frío y tierras ácidas

«El norte le va bien al arándano, pues necesita entre 600 y 800 horas de frío, alrededor de los 7 grados, y tierras ácidas, por eso se da tanto en el País Vasco, Asturias o Galicia», explica Igor Asarta. Variedades modificadas genéticamente se cultivan con éxito en Huelva o Marruecos, donde se cosechan en abril y mayo, y también en Sudamérica, ya en plantaciones de altura. Asarta vende su género en ferias, a particulares que se acercan al caserío de Oleta y en comercios, además de disponer de distribuidores que colocan los frutos en Vitoria, localidades de Gipuzkoa o en Miranda de Ebro. «Estamos viendo la forma de llegar a Bilbao», añade. El precio, unos diez euros el kilo, aunque lo rebaja en dos euros para aquellos que se animan a cosecharlos por su cuenta, una actividad creciente para familias.

«La recogida es laboriosa, porque cada planta da muchos frutos y no lo hace al mismo tiempo, por lo que hay que pasar un día y otro». Y todo, bajo la adscripción a los cánones ecológicos, sin pesticidas ni insecticidas que eliminarían a abejas y abejorros, los grandes polinizadores del arándano.

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