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Torrijas, de la necesidad una rica virtud
Jantour

Torrijas, de la necesidad una rica virtud

Lo que empezó como un plato de aprovechamiento de alto poder energético se ha convertido en una exquisitez gastronómica

Jesús Lens

Martes, 22 de abril 2025, 19:54

No es lo mismo comerse una torrija que tenerla o llevarla encima. Se dice que estamos atorrijados cuando andamos erráticos y poco afortunados. Y es que, como el dulce se acompaña muchas veces de un 'vasito' de vino, pasa lo que pasa.

Todo empieza con el pan duro, como tantos otros platos de aprovechamiento de nuestra cocina, del famoso 'pantumaca' al gazpacho o el ajoblanco. Se puede almacenar pan duro por muchas razones. Por ejemplo, porque al no comer carne en Cuaresma y Semana Santa, sobre todo si la aderezamos con salsas, usamos menos pan y éste se nos acumula.

Los romanos –¿qué hicieron por nosotros?–, tal y como cuenta Apicio en su famoso 'De re coquinaria', ya lo metían en leche para reblandecerlo y darle 'gracia' al invento. Por toda la Europa medieval se extendió la costumbre, además de reblandecerlo antes de comer, de endulzarlo. Y así nacieron las primeras torrijas, aunque reciban nombres variados. Era un bocado sencillo de preparar y de alto poder energético, otra de las razones para que esté asociado a la Semana Santa, que los menús de vigilia solían ser austeros y había que coger fuerzas de forma rápida. Sobre todo si te tocaba cargar un paso a las espaldas.

Torrijas por el mundo

Y es que el alto contenido en hidratos de carbono del pan lo convierte en un alimento muy 'heavy'. Sumándole la leche, que también va bien servida de hidratos gracias a la lactosa, además de ser proteínica, y del azúcar; poco más tenemos que añadir. ¡Y el huevo, y el huevo para el rebozado! Y el aceite de oliva, ojo. No nos olvidemos de él. Ni de su toquecito de canela. Ni que decir tiene que esta semana no nos preocupamos de la línea ni de cualquier otra cuestión nutricional que vaya más allá del deleite de un bocado exquisito propio de unas fechas tan señaladas. También se puede usar el pan brioche, cierto, pero no es lo mismo.

No es sólo que las torrijas, con diferentes nombres y formas de preparación, se extendieran por toda Europa. Es que forman parte del acervo gastronómico del mundo entero. En algunos países centroamericanos, a la hora de freírlas, usan mantequilla, a la que están más acostumbrados. En Estados Unidos y otros países americanos se las conoce como 'tostadas francesas'. Veremos a ver qué pasa ahora, en plena guerra cultural proteccionista. ¿Alcanzará a las torrijas? En Asia usan leche de coco.

Torrijas con vino

Aunque lo tradicional es hacerlas con leche, hay otra versión en la que el pan humedecido con un poquito de sal se sumerge en una fuente con vino, sea blanco, tinto o directamente dulce. Después, las rebanadas de pan se rebozan y se pasan por la sartén. En este caso, además del azúcar y canela, a las torrijas les va bien una infusión con los restos del vino que, mezclado con más azúcar, hace un exquisito almíbar. De un tiempo a esta parte se van preparando también versiones veganas, usando leche de soja y sustituyendo el huevo por harinas vegetales.

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