La jugosa carne de la pularda

El pariente femenino del capón constituye una delicia gourmet mediante una crianza especial o la extirpación de sus ovarios

Lunes, 3 de enero 2022, 00:30

La pularda muestra la importancia de la intervención humana en la excelencia de un producto. No es una especie, sino el resultado de un procedimiento de cría de la hembra del Gallus gallus, lo que conocemos como pollo, cuyo equivalente masculino es el capón. En ambos casos, pulardas y capones, se persigue lograr un buen porcentaje de grasa para que la carne sea tierna, jugosa y sabrosa.

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Esto hoy nos puede parecer sorprendente, porque estamos acostumbrados a pollos de cría rápida con una carne tierna más allá de otras consideraciones. Pero hasta el desarrollo de la avicultura industrial, a partir de la década de 1940, el pollo era un producto de lujo, y al ser habitual que se criaran en libertad, para obtener un ejemplar de cierto tamaño había que aceptar la carne dura y fibrosa propia de los animales adultos.

Eso era lo más común, pero ya en el siglo I, el naturalista romano Plinio nos hablaba de métodos de cría para 'engrasar' las aves, y tanto criadores particulares como zonas de gran tradición en avicultura de alta calidad, como Bresse (Francia), desarrollan sus propias técnicas.

Antiguamente, para lograr una carne más tierna, los pollos macho se capaban y a las hembras se les ralentizaba el metabolismo manteniéndolas en penumbra y limitando su movilidad, pero hoy se logra el mismo efecto extirpando los ovarios para evitar que pongan huevos, y, por supuesto, con una alimentación a base de cereales y semillas oleaginosas. Mientras que un pollo se sacrifica en 42 días, la pularda vive un mínimo de 6 meses hasta alcanzar aproximadamente dos kilos de peso. El capón suele ser más grande, pero sus fans dicen que la pularda es más fina.

Los hermanos Gómez Ortiz son proveedores de grandes chefs y venden on line una gran variedad de pulardas. También en la tienda online de Sertina es posible adquirir aves francesas y de producción nacional.

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Raviolis de pularda del Etxanobe. Jordi Alemany

En la cocina

El porcentaje de grasa de la pularda la hace idónea para el horneado, porque se mantiene muy jugosa y fina, pero como curiosidad, ya en el siglo XIII, en Al Andalus, se destinaba esta ave engrasada a un cocinado al vapor en olla cerrada para aprovechar su excelente grasa, y hoy día, en Francia los guisos en cocotte con el ave entera son una de las modalidades preferidas para la hembra castrada del pollo. En todo caso, siempre a fuego lento. En algunas carnicerías se pueden comprar deshuesadas.

Dado que la pularda corresponde a un tipo de cría, hay pulardas de distintas razas de Gallus gallus, por lo general vinculadas al lugar de que proceden. En Francia, referente mundial en avicultura de calidad, se trabajan distintas razas en función del origen, y también en España, donde se practica la cría en zonas como Cataluña, Galicia o País Vasco. De la raza y la alimentación dependen el color de la carne, a veces más blanca y otras más dorada, y de las patas y plumas. Las pulardas más 'huesudas' son criadas en libertad y tienen la grasa más infiltrada.

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