Rusia responde con maniobras en Crimea y ante Ucrania a la «alerta» militar de EE UU
El Kremlin considera que poner a 8.500 soldados estadounidenses en disposición de ser movilizados «exacerba» las tensiones en el este
El pulso sobre quién llega más lejos en el conflicto del este escribió ayer un nuevo capítulo cuando el Gobierno ruso decidió iniciar nuevas maniobras ... militares frente a la frontera de Ucrania y en Crimea. Se trata de su respuesta a la «alerta» decretada el lunes por Estados Unidos para movilizar 8.500 soldados como refuerzo a las tropas de la OTAN en el este de Europa. El despliegue aún no se ha realizado pero «resulta preocupante» y «exacerba» las tensiones, dijo ayer el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov.
Este movimiento ha implicado el despliegue de 6.000 soldados y casi un centenar de aviones que ensayan ya el lanzamiento de misiles en la península anexionada de Crimea. La palabra misil causa una especial alarma. EE UU, el Gobierno de Kiev y buena parte de los aliados creen que si Moscú se decanta por una incursión en Ucrania -para respaldar a los territorios prorrusos del Donbass- lo hará con un uso considerable de su arsenal de cohetes tecnológicamente «imbatibles», en palabras de Vladímir Putin.
Noticia Relacionada
Los escenarios del conflicto
Estos ejercicios suponen un considerable refuerzo al contingente que el Kremlin ya ha situado en la región -entre 100.000 y 200.000 militares- y contribuye a cerrar el cepo sobre Ucrania. Tras las tropas destacadas al otro lado de la frontera sur de este país hace semanas y los despliegues en Bielorrusia y el mar Negro, las maniobras en Crimea completan una tenaza por tierra, mar y aire sobre la exrepública cuyo Gobierno reiteraba ayer los llamamientos a la «calma». Los ucranianos contemplaron cómo Canadá se sumaba a la retirada de su personal diplomático en Kiev y otros gobiernos, como el sueco, sopesan llamar a sus conciudadanos.
Entre los mensajes positivos sobresalió el del ministro ucraniano de Defensa, Oleksiy Reznikov, quien pidió a la población que no entre «en pánico». Según los servicios de Inteligencia, Rusia está entregada a las maniobras y no ha creado ningún grupo específico que pudiera ejercer de punta de lanza para una invasión. Reznikov opina que la posibilidad de una guerra es reducida: «No hay motivos para pensar que mañana ocurrirá una invasión desde un punto de vista militar».
El presidente Joe Biden coincidió indirectamente anoche con esta impresión al manifestar que «no hay intención» de enviar tropas de Estados Unidos a Ucrania. El portavoz del Pentágono, John Kirby, declaró que la alerta decretada el lunes responde a los objetivos de «tranquilizar a nuestros aliados de la OTAN» y enviar «una señal muy clara a Putin». Los 8.500 militares sólo serán movilizados c omo apoyoen caso de que se produzca una intervención de las fuerzas de acción rápida de la OTAN y no actuarían dentro de territorio ucraniano.
El peligro existe mientras ninguna de las partes afloje la presión. Y pese al ruido de los últimos días todavía persiste el nudo crucial, ya que no se han llegado a acuerdos ni en una sola de las exigencias puestas sobre la mesa por el Gobierno ruso para una eventual desescalada. Entre ellas la que ahora mismo conduce a un callejón sin salida: la retirada de las fuerzas de la Alianza de las exrepublicas soviéticas y la promesa de que no instalará bases en Ucrania (algo que, por otra parte, sería literalmente irrealizable en este momento en función de los criterios de ingreso en la OTAN».
La consecuencia es que el alargamiento del conflicto y el creciente liderazgo de EE UU en la toma de decisiones globales empieza a incomodar en el seno de la Alianza. El presidente de Croacia, Zoran Milanovic, anunció ayer que mandará retirar «hasta el último soldado croata» presente en las fuerzas de la OTAN si continúan creciendo las tensiones entre Rusia y Ucrania». La decisión, añadió, «no tiene nada que ver con Ucrania o Rusia. Tiene que ver con la dinámica de la política interna de Estados Unidos», al que acusó de elevar el tono del conflicto.
La crisis tiene al reloj como un enemigo y cuanto más se perpetúa, mayores son las posibilidades de colapso. Fuentes de la Casa Blanca recordaron ayer que queda la carta de la respuesta norteamericana a las exigencias rusas y que todavía nadie da por agotada la vía diplomática: el presidente francés, Emmanuel Macron, y su homólogo Vladímir Putin mantendrán una conversación telefónica este viernes. Y tampoco se descarta una cumbre bajo el formato de 'cuarteto de Normandia'; esto es, entre Alemania, Francia, Rusia y Ucrania, cuyas delegaciones técnicas se reúnen desde ayer en París.
De momento, hay un hombre animado. Biden está satisfecho de la «unidad» que encontró en la ronda telemática del lunes con los máximos dirigentes de la UE, la OTAN, Francia, Alemania, Reino Unido, Italia y Polonia. «Tuve una muy, muy, muy buena reunión: unanimidad total con todos los líderes europeos», dijo. De ser así, es bastante posible que la UE comparta también su catálogo de sanciones, aunque de momento no diga nada. Aparte de posibles castigos económicos directos sobre Putin, EE UU quiere prohibir cualquier transacción en dólares en los bancos rusos y bloquear la importación de alta tecnología, lo que frenaria las expectativas de Moscú en las pujantes industrias aeronaval, de defensa e inteligencia artificial.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión