El ejército le dice a Netanyahu que su proyecto de 'ciudad humanitaria' «tiene más agujeros que un queso»
El jefe del Estado Mayor, Eyal Zamir, le explicó a la cara al primer ministro, y su titular de Defensa, Israel Katz, que el campamento para 600.000 civiles en Gaza «es impracticable»
M. Pérez
Lunes, 14 de julio 2025
El jefe del Estado Mayor israelí, el teniente general Eyal Zamir, aseguró que el plan de construcción de una 'ciudad humanitaria' en Gaza para 600. ... 000 palestinos es «impracticable» durante una reunión a la que asistió el primer ministro, Benjamín Netanyahu, y su titular de Defensa, Israel Katz. Es la primera vez que el jefe del Gobierno y su delfín escuchan directamente del principal mando militar del país un rechazo tan claro. Es más, Zamir utilizó una expresión muy gráfica para describir las deficiencias del proyecto: «Tiene más agujeros que un queso».
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El jefe del Estado Mayor acudió a la reunión del gabinete de seguridad hebreo para aportar la visión técnica del ejército sobre el campamento. El propio Netanyahu encargó a las Fuerzas de Defensa el proyecto y su evaluación. La contundencia de Zamir sorprendió a los ministros y altos cargos del consejo, entre quienes figuraba también el ministro de Finanzas, el ultraderechista Bezalel Smotrich.
«Este plan tiene innumerables problemas», alertó el mando, quien señaló además que «no está convencido de que realmente se corresponda con los objetivos de la guerra». La pretensión de Netanyahu es trasladar a este campamento a 600.000 gazatíes y, luego, al resto, unos dos millones de personas, en un reducido emplazamiento de Rafah. Una vez ingresados dentro, los palestinos no podrían salir del recinto. Israel Katz ha dejado entrever más de una vez que el propósito final de toda esta estructura consiste en forzar a los civiles a abandonar Gaza e irse a terceros países ante la perspectiva de quedarse confinados en la ciudad.
Las Fuerzas de Defensa han repasado el proyecto del Gobierno una y otra vez y consultado con sus propios analistas. Tienen serias dudas de que este campamento forzoso encaje con las normas jurídicas del Derecho Internacional y temen que a medio plazo se convierta en una «olla a presión» debido al hacinamiento y la prohibición de abandonar las instalaciones. Zamir se lo expliçó así a Netanyahu, aunque reconoció que el ejército acatará sus órdenes en el sentido que sea. «Pueden decidir cualquier cosa, pero ¿qué sentido tiene?», le llegó a espetar el jefe del Estado Mayor al primer ministro, que por primera vez ha escuchado de manera tan clara cómo el ejército echa por tierra su proyecto.
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Los rehenes
Existe un segundo frente que inquieta a las Fuerzas de Defensa. Zamir advirtió al jefe del Gobierno que la continuación del plan puede poner en peligro la liberación de los rehenes en manos de Hamás. De hecho, los medios judíos resaltan este martes que la milicia islamista no continuará las ya de por sí deterioradas negociaciones de alto el fuego en Catar si Netanyahu persiste en crear su «ciudad humanitaria». Si Israel cumple su compromiso de firmar el final de la guerra y retirar las tropas, Hamás afirma que resulta «inexplicable» por qué confinar a cientos de miles de civiles en un pequeño campamento vigilado militarmente y prohibirles deambular por la Franja.
Netanyahu se mostró visiblemente contrariado por la evaluación de su Estado Mayor. Según el Canal 12, reconvino a su máximo responsable, declaró que estaba «decidido» a seguir adelante y exigió que las Fuerzas de Defensa que le presentasen un «plan realista» y «planificaran otra alternativa más ágil, rápida y barata» de modo inmediato. El primer ministro no ha revelado aún qué fórmula utilizará con Hamás para debloquear el diálogo para la tregua.
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Eyal Zamir, de 59 años, llegó al cargo el 5 de marzo de este año tras haber sido director general del Ministerio de Defensa, asesor presidencial y jefe del Comando Sur, así como comandante de brigada y división. Es un profesional curtido. Su carrera militar se forjó en los tanques, no en la Inteligencia ni en los departamentos generalmente en manos de la élite militar hebrea. Quiere convertir Israel en una «fortaleza» y es un convencido de que el Estado debe acabar con las «amenazas» que lo rodean. Sin paliativos en el campo de batalla, como revelan las numerosas víctimas arrojadas por los continuos bombardeos de la aviación.
También Zamir ha sido el cerebro de dos de las principales operaciones del ejército durante esta guerra; la ofensiva contra Irán, denominada León Ascendente, donde coordinó desde los ataques aéreos hasta los asesinatos selectivos de generales y científicos del régimen, y la ocupación terrestre de Gaza, donde las tropas ocupan el 75% del territorio. Sin embargo, sus enemigos lo tienen por un hombre pragmático y que no busca victorias políticas. En ocasiones ha suspendido una ofensiva si lo consideraba necesario para facilitar la liberación de los rehenes, y es el artífice de la polémica propuesta legislativa para obligar a los haredíes a alistarse que tantos quebraderos de cabeza causa en el seno del Gobierno.
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Apoyos y rechazos
Los militares consideran muy importantes los problemas logísticos que plantea la ciudad humanitaria, un espacio tan superpoblado para la seguridad, la asistencia médica, el reparto de comida o el saneamiento. Les asaltan los graves conflictos que se suceden alrededor de la Fundación Humanitaria de Gaza. Más de 800 civiles han sido asesinados a tiros por las tropas durante la distribución de alimentos en estos almacenes. Un vídeo difundido este lunes mismo en medios palestinos mostraba cómo los soldados disparaban contra las dunas y sobre la cabeza de los aterrados gazatíes.
De manera similar al actual mecanismo de reparto humanitario, Netanyahu pretende dejar el funcionamiento interno del campamento en manos de contratistas privados y la vigilancia del perímetro a cargo de militares. Sin embargo, las Fuerzas de Defensa tienen serias dudas de que a medio y largo plazo resulte posible contener a la población bajo la presión del hacinamiento y el veto a abandonar el enclave.
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El plan cuenta con el apoyo de la coalición dirigente, en especial el ala ultra, pero cada semana que pasa crece el rechazo del resto del espectro político. El ex primer ministro Ehud Olmert señaló sin ambages que la ciudadela se parece demasiado a los campos de concentración nazis. El jefe de la oposición, Yair Lapid, ha mostrado sus sospechas de que detrás figure el interés del ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, y del de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, ambos de extrema derecha, por ocupar la Franja con asentamientos de colonos hebreos.
«¿Habrá una valla? ¿Una valla normal? ¿Eléctrica? ¿Qué harán los soldados si un niño quiere irse?»
Lapid encabeza al sector opositor a un proyecto que, según él, arroja grandes interrogantes: «¿Cómo se les impedirá salir a los residentes? ¿Habrá una valla? ¿Una valla normal? ¿Una valla eléctrica? ¿Cuántos soldados la custodiarán? ¿Qué harán si un niño quiere marcharse?». «Es loco incluso para los estándares de este Gobierno», denuncia.
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Por su parte, el diputado Avigdor Liberman, del partido Yisrael Beytenu, advirtió que el campamento «pondrá en peligro a nuestros soldados mientras Benny Gantz, presidente de Unidad Nacional, criticó al Ejecutivo por actuar «en contra de las recomendaciones de las Fuerzas de Defensa». Desde el exterior, representantes como el ministro británico para Oriente Medio y el Norte de África, Hamish Falconer, se han declarado «horrorizados» por el proyecto.
Desde el estancamiento de la negociación de la tregua, a Netanyahu le empiezan a surgir los cuestionamientos sobre sus planes en Gaza. Hamás interpreta la ciudad humanitaria como una muestra de que el Estado hebreo quiere reanudar la guerra después de liberar a los rehenes y finalizar el alto el fuego. Este martes los islamistas han pedido de nuevo la retirada del ejército israelí de la Franja, la cancelación de la 'ciudad humanitaria' y garantías fiables a Estados Unidos sobre la terminación del conflicto.
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