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Operativo policial en una favela. EFE

Cuando seguir las rutas del GPS te puede costar la vida

Dos turistas mueren en un mes en Río de Janeiro. Una de las víctimas volvía de visitar el icónico Cristo Redentor y otra tomó un Uber para salir de noche en la ciudad costera brasileña

Martes, 18 de febrero 2025, 08:43

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Seguir la ruta que indica el GPS puede ser muy peligroso en algunas ciudades. En Río de Janeiro dos turistas murieron al desviarse por error hacia favelas dominadas por narcos. Uno de los casos ocurrió en diciembre, cuando un argentino que regresaba del Cristo Redentor junto a su mujer e hijos siguió la ruta del navegador hasta la favela Morro dos Prazeres. El hombre recibió dos disparos mortales.

Otro de los sucesos tuvo lugar solo dos semanas después. Una brasileña de Sao Paulo murió tras recibir un tiro en el cuello cuando su conductor de Uber tomó un desvío equivocado rumbo a una fiesta.

En las favelas es habitual ver a hombres armados que protegen el territorio de otros grupos con los que están enfrentados. Hace un mes un chófer de Uber tuvo la mala suerte de toparse con ellos después de que su GPS le llevara por error hasta la favela Cidade Alta, con un pasajero aterrorizado en el asiento trasero.

No son casos aislados. El observatorio Fogo Cruzado informa de que 19 personas fueron tiroteadas tras ingresar por accidente en alguno de estos espacios dominados por narcos en 2024, la cifra más alta desde que comenzó a rastrear estos casos en 2016. Cinco murieron, entre ellas un policía. «Esto tiene que ver con la geografía de Río de Janeiro y con el problema del control territorial, sin lugar a dudas», explica a AFP la directora de datos del instituto, María Isabel Couto.

«Cuando alguien entra en un lugar así de repente, el criminal que está ahí, alerta y esperando a un adversario, primero dispara y sólo después verifica quién es», afirma el secretario de Seguridad del estado de Río, Victor dos Santos.

En las favelas de Río viven cerca de 1,5 millones de personas. Unas viviendas que se expanden entre las empinadas colinas que rodean la ciudad. Otras se sitúan entre condominios residenciales o junto a autopistas.

«Hay reglas», explica a AFP un residente en una de ellas. Los locales las conocen a la perfección. «Hay que ir a menos de 20 kilómetros por hora, tener las ventanas abiertas, las luces encendidas y los intermitentes activados».

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