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Lucinda Williams regresó a Mendizabala en una actuación que fue de menos a más. Rafa Gutiérrez

Azkena Rock 2023

La nostalgia átona de Lucinda Williams

La artista americana regresó al festival vitoriano dando muestras evidentes de sus problemas de salud

Domingo, 18 de junio 2023, 01:14

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Con algunos grupos, aunque sean considerados clásicos, conviene poner en antecedentes. Lucinda Williams, la artista que firmó el espléndido álbum 'Car Wheels on a Gravel Road' y premio Grammy hace 25 años, tiene ahora 70 años. Hace menos de tres años, en noviembre de 2020, sufrió un ictus que le llevó a perder la movilidad de su brazo izquierdo. Tuvo que aprender a andar de nuevo. Dice que está aprendiendo a tocar la guitarra. El 'milagro' fue que su voz no se resintió demasiado.

Así, pasado el chaparrón que obligó a retrasar algunas actuaciones, a las 21.15 horas, la artista de Luisiana se presentó en el escenario principal del festival, el 'God', vestida con una chaqueta con un corazón roto dibujado en la espalda, pantalón vaquero y sus habituales deportivas de la marca Converse. Muchos de quienes la vieron hace siete años en el Azkena tuvieron esa sensación de 'déjà vu'. Entonces también diluvió en Mendizabala y entonces la brillante letrista no lució lo suficiente en esa edición bajo paraguas que contaba con The Who en las letras grandes del cartel.

El caso es que Lucinda logró conectar con el público tan solo hacia el final de una actuación de hora y media en las que cantó 16 temas. Tan solo se le vio sonreír y levantar el puño, también con los dedos en V haciendo la señal de la paz, en el cierre. Mientras su banda tocaba los acordes de 'Rockin' in the Free World'. Idéntico guion que eligió años atrás.

Sin embargo, aunque las similitudes con la actuación anterior en la cita por excelencia del rock en Euskadi se pueden estirar, lo cierto es que su presencia sobre las tablas deja la estampa de una mujer abatida y achacosa. «Se te rompe el alma al verla», decía uno de los asistentes en la primera fila. Esa versión de Neil Young de celebración se cantó al unísono, pero durante toda la actuación la pregunta que se hacía el público era qué necesidad tiene de seguir subiendo al escenario. Esa imagen de la artista, referencia del rock de vuelo country, que se pasó toda la actuación leyendo las letras de las canciones en una pantalla transmitía cansancio, agotamiento y debilidad. A menudo apoyada en una silla, recurriendo a un spray para la sequedad bucal. Marcando el ritmo con su pie derecho torpemente. Incluso, en la presentación de la formación que le acompaña la hizo de manera atropellada. Con un arranque algo flojo. Eligió para el arranque 'Protection' y 'Real Live Bleeding Fingers and Broken Guitar Strings', se intuía que el peso de la banda buscaba equilibrar una actuación deslucida.

Gran banda

Los guitarristas Doug Pettibone, Stuart Mathis, el bajista David Sutton y el batería Butch Norton bordaron el acompañamiento con juegos entre ellos que contrastaban con el gesto serio de una artista que ha nadado siempre a contracorriente hasta crear un estilo reconocible.

Esos minutos instrumentales que se prestaban entre tema y tema tenían un gran encanto en vivo, como si sacarán chispa a las letras poéticas de Lucinda. Entre los destellos del repertorio se encontraba 'Drunken Angel' y 'Essence', cargada de melancolía con ese «esperando en mi coche y esperando en mi bar». Tan solo si se cerraba los ojos por un momento se podía disfrutar de esa artista que ha acompañado a tantos en sus auriculares con una lírica que parece hablar de carreteras infinitas, traumas y rebeldía.

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