Julissa Santos muestra el lugar en el que ocurrió el accidente, junto a la joven a la que salvó. Luis Ángel Gómez

Historias de héroes: Julissa y Aritz salvaron la vida de dos pasajeros

LOS HÉROES | GESTOS DE VALOR Y SOLIDARIDAD ·

El metro va a diario cargado de rutinas. Es un ir y venir de personas que acuden a sus trabajos, a estudiar, a disfrutar de su tiempo de ocio... Pero también ha sido escenario de actos heroicos, gestos de valentía y humanidad que han quedado marcados para siempre en su joven historia. Como los de Julissa Santos y Aritz Aguiar, que salvaron la vida de dos usuarios

Martes, 10 de noviembre 2020, 10:02

Si hay un acto de valentía que se recordará en el metro de Bilbao es el de Julissa Santos, la mujer hondureña que salvó a una joven con discapacidad física de ser arrollada por un convoy en la estación getxotarra de Aiboa poniendo en riesgo su propia vida. También ha quedado grabado en la historia del suburbano el gesto solidario de Aritz Aguiar, el joven de Sestao que evitó que un hombre se suicidara en una estación de Portugalete. Son pasajeros, gente corriente que un día, en un andén del metro, se convirtieron en héroes.

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La tarde del 3 de noviembre de 2019 permanece imborrable en el recuerdo de Julissa Santos y de la joven a la que rescató de las vías, Mildret Artajo, a pocos segundos de que le alcanzara un metro. «Ahora ya es un buen recuerdo porque salvamos la vida las dos», comenta Julissa un año después de aquel accidente que pudo haber acabado en tragedia.

El destino hizo que estas dos mujeres viajaran en el mismo convoy esa tarde. Brenda Julissa Santos volvía del culto de domingo en una iglesia de Bilbao hacia su domicilio de Algorta en compañía de sus dos hijas y una sobrina. Mildret se dirigía a Fadura para participar en actividades de deporte adaptado. El accidente ocurrió a las cinco de la tarde cuando la unidad paró en la estación de Aiboa. Las ruedas de la silla en la que se desplazaba Mildret se quedaron atascadas en el hueco que queda entre el convoy y el andén y, al acelerar para tratar de avanzar, esta joven boliviana salió despedida y cayó a las vías. Julissa no lo pensó, salió del vagón, vio a la chica tendida junto a los raíles sin poder moverse y saltó a ayudarla. La arrastró para intentar subirla al andén pero no podía con ella. Para ese momento una unidad del metro se acercaba hasta el lugar en el que estaban las dos mujeres. Apenas contaban con unos pocos segundos para ponerse a salvo.

Gráfico. Josemi Benítez

Julissa tenía espacio suficiente a un lado de las vías para resguardarse, pero no podía cargar con la joven hasta allí. Y no iba a abandonarla. Vio el hueco, de apenas 30 centímetros, que queda bajo la visera del andén y la arrastró hasta colocarse dentro. Se tumbó encima de ella para protegerla. Las dos mujeres pasaron unos segundos terribles sin saber si iban a ser arrolladas. Pese a que el conductor activó los frenos de emergencia, el convoy no pudo parar a tiempo y las rebasó. Quedaron atrapadas entre la unidad y el andén. Cuando se vieron a salvó, Julissa se aseguró de que la joven estaba bien, volvió al vagón con sus hijas y su sobrina y siguió su trayecto.

Homenaje

Esta mujer hondureña de 44 años apenas dio importancia a su acción. Solo cuando esta vecina de Algorta, que trabaja de empleada de hogar, se enteró a través de EL CORREO de que el metro buscaba a la protagonista de lo que calificaba de «una acción heroica» fue consciente de la valentía de su acción. La compañía, cuando la localizó, le ofreció un acto de reconocimiento, que Julissa también prefirió mantener en privado.

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El Gobierno vasco quiso premiar de forma pública su gesto de inmensa solidaridad y valor con la medalla al mérito de Emergencias y Protección Civil con distintivo rojo. Es el galardón de máximo nivel a «actuaciones que pongan de manifiesto cualidades excepcionales de entrega, valor, espíritu humanitario o solidaridad ante una situación de emergencia en la que peligren personas». Le invitó a acudir al acto con la joven a la que había salvado la vida. «Fue como si apareciera un ángel de la guarda. Si no hubiese sido por ella no estaría viva», describía la joven boliviana que cayó a las vías cuando las dos mujeres se reencontraron en la estación getxotarra en la que ocurrió el milagro.

Julissa Santos el día en el que recibió la medalla al mérito de Emergencias. J. Lusa

Julissa acudió con Mildret a recibir el galardón que le otorgó el Departamento de Seguridad. «Me hacía ilusión volver a estar con ella. Cuando haces algo así no pides nada a cambio. Solo con verle ahora con esa sonrisa y pensar lo que pudo pasar me hace sentirme feliz», contaba Julissa durante el acto en el que recibió la medalla. Para ella el mejor premio «es que las dos estemos bien», declaró.

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Entre las dos mujeres se ha establecido un vínculo de cariño. «Durante el confinamiento nos mandamos mensajes por WhatsApp para ver cómo nos encontrábamos», cuenta ahora esta valiente mujer hondureña que vino a Euskadi en busca de un futuro mejor para sus hijas.

«Le sujeté cuando iba a tirarse a la vía»

Aritz Aguiar Basabe también ha recibido una medalla al Mérito en Emergencias y Protección Civil por un acción que protagonizó en la estación de Abatxolo en Portugalete el 15 de junio de 2018. «Estaba esperando al último metro para volver a casa. Eran las once menos cuarto y aprovechaba para repasar los apuntes de Geografía sentado en un banco del andén. Entonces oí a un hombre, como de unos 40 años, que hablaba a gritos, decía que quería morir», recuerda Aritz. Este joven, vecino de Sestao, vio que el hombre traspasaba la línea amarilla y se inclinaba en el andén con intención de lanzarse a la vía cuando el metro se aproximaba ya a la estación. Apenas tenía unos segundos para ayudarle. Aritz echó a correr y llegó a tiempo de socorrerle. «Le enganché con mi brazo por el pecho y lo atraje hacia mí».

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Aritz Aguiar salvó la vida a un hombre que intentó tirarse a las vías en la estación de Abatxolo de Portugalete. p. urresti

Se sentó con él en un banco del andén y el hombre se echó a llorar. «Decía que quería tirarse a la vía y olvidar. Estuvimos un rato abrazados», recuerda. Le contó que tenía problemas de consumo de drogas, que su novia le había dejado y ya no quería seguir viviendo. «Le dije que lo primero que debía hacer era salir de las drogas y que vería cómo después todo iba a mejorar», añade. Pasó dos horas hablando con él hasta que se tranquilizó.

Aritz cuenta ahora, dos años después, que su gran satisfacción fue ver al hombre al que salvó un tiempo después por la calle. «Estaba trabajando. Iba cuidando a una persona en silla de ruedas. Lo vi bien, animado...», cuenta. No quiso acercarse y hablar con él para no recordarle el momento tan duro que pasó. Este joven solidario, que ahora tiene 22 años, dice que los momentos que vivió en el andén del metro le han marcado para toda la vida. Aquella experiencia ha reforzado la vocación que tiene desde pequeño de ayudar a la gente. «Siempre trato de echar una mano cuando me encuentro con alguna situación complicada», explica. Se está preparando para ser ertzaina, como su padre.

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Trabajadores del metro que han dejado huella por su valentía

Los trabajadores del Metro también han llevado a cabo acciones de valentía en las estaciones y las unidades del suburbano para salvar la vida a pasajeros. Aunque muchas hayan quedado en el anonimato. Una de estas gestas la protagonizó un empleado que en 2011 se lanzó a las vías para ayudar a un joven que había caído desde el andén. El operario sufrió la amputación de una pierna. Metro Bilbao le hizo un homenaje.

La compañía también ha ensalzado la labor «meritoria» de dos de sus empleados que salvaron a un hombre de ser arrollado en la estación de Urbinaga en 2015. Una supervisora cubría un trayecto en la cabina junto al conductor cuando algo les llamó la atención en la parada de esta estación baracaldesa. Un hombre que se encontraba en las vías trataba sin éxito de subir al andén. Inmediatamente informaron al puesto de mando y frenaron la unidad. La supervisora salió en su ayuda y observó que apenas restaba un minuto para que llegase un convoy procedente de Sestao, con lo que el margen era mínimo. El tren salía del túnel y se aproximaba ya a la estación, por lo que su compañero emitió con la linterna reglamentaria una luz roja para que se detuviera, ya que avanzaba por la vía en la que se hallaba el hombre. La supervisora reaccionó rápida. Logró subir al andén al individuo, corpulento y que se encontraba bajo los efectos del alcohol, con la ayuda de una persona que llegó en ese momento a la estación. En un principio no dio importancia a su acción, pero después de unas horas, cuando lo comentó con sus compañeros, la trabajadora fue consciente de que había puesto en riesgo su vida para salvar al hombre.

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