Una tarjeta de presentación de la ciudad y un imán

Fran Azpiazu es el secretario general de la patronal vizcaína, Cebek, y una de las cosas a las que se dedica es a mostrar a posibles inversores, multinacionales o no, que éste es un buen sitio para implantarse. Un territorio competitivo. Pues bien, en cada una de esas reuniones donde hay que poner sobre la mesa los activos del lugar nunca falta una cosa: «No hay exposición que haga sobre atractividad empresarial en Bilbao o en Euskadi en la que no esté el metro». Habla de su seguridad, de su limpieza, de la certidumbre en cuanto a horarios, de la comodidad y la rapidez. «Es un elemento distintivo». Y sí, «hace que el territorio sea más atractivo para las inversiones».

La batalla en la que está Bilbao y Bizkaia es en la misma que están tantas otras regiones: captar compañías de servicios avanzados. Lo de las fábricas ya no es el futuro –aunque conservar las que existen es fundamental–. Pues bien, esas actividades con una producción de gran valor añadido (ya sean ingenierías, firmas relacionadas con la investigación médica o de desarrollos informáticos) lo que buscan son entornos estructurados, con una movilidad sencilla, fácil, eficiente. Sí, lo que aporta el metro.

Desde Cebek apuntan tres elementos que hacen de este medio de transporte una baza importante para el territorio desde el punto de vista económico. Primero, Azpiazu habla de una «imagen de marca que nos ha permitido vender en el mundo un Bilbao próspero, de vanguardia, muy interesante desde el punto de vista empresarial». Una tarjeta de presentación bonita.

En segundo lugar está lo evidente: la mejora en la movilidad en todo el área metropolitana, «y en el futuro al aeropuerto», que permite a decenas de miles de trabajadores llegar a sus empleos. «Ahora parece mentira que hayamos estado tantos años sin metro, con aquel caos de tráfico que había».

Y por último, en tercer lugar, está el impacto directo de la propia actividad del metro, que genera «750 empleos directos» en la actualidad y cerca de 3.000 contando los indirectos e inducidos. Además, una compañía capaz de mover a casi 92 millones de personas al año necesita de muchos suministros. «Tiene 3.000 proveedores, de los que el 70% son locales», apunta el secretario general de Cebek. «Su capacidad de tracción en Bizkaia es muy importante». Además de los impuestos que toda esa actividad genera y que acaban en las arcas forales.

En el último informe de impacto económico del metro, cerrado a 31 de diciembre de 2019 y que tiene en cuenta la riqueza creada desde que se inició su construcción (hace 32 años) y durante los 25 de explotación arroja cifras mareantes. Su aportación al Producto Interior Bruto (PIB) ha sido de 4.934 millones de euros: el 37% por su explotación, y el resto por su construcción y ampliación. El gasto total asociado al proyecto en estas más de tres décadas se ha elevado a 5.244 millones, de los cuales el 87% se ha residenciado en Euskadi, y la inmensa mayoría, un 74% se han quedado en Bizkaia. Las haciendas vascas han recaudado 573 millones y, según los cálculos de la firma, construcción y puesta en servicio del metro ha hecho posible mantener 2.600 empleos de manera estable y continua en Euskadi desde su creación.