Han bastado tres días y la profesionalidad de algunos periodistas –las últimas, las compañeras que ayer pilotaron el relevante debate electoral de EL CORREO– para ... darle la vuelta a la campaña. La sombra criminal de ETA, afortunadamente pasado desde hace doce años, ha asomado en la carrera hacia las urnas y en menos de 72 horas, EH Bildu ha dejado de ocupar la cómoda centralidad en la que había logrado instalarse para regresar de vuelta al córner. El porqué lo conocen: la enésima negativa a calificar a ETA como lo que fue, un grupo terrorista. Y a condenar sus crímenes sin subterfugios y sin intentar hacer un 'totum revolutum' con la dictadura, el terrorismo de Estado, las torturas y fechorías practicadas por policías y/o guardias civiles.
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El 'comité central' de la coalición debió percibir el miércoles que el asunto estaba comenzando a echar por tierra su medida campaña y sus expectativas de victoria para el domingo. Así que ayer su candidato a lehendakari, Pello Otxandiano, pidió perdón por si sus manifestaciones «han podido herir la sensibilidad de las víctimas».
Otxandiano, uno de los líderes de Sortu –formación heredera de HB y Batasuna que controla EH Bildu– más próximos y de máxima confianza de Arnaldo Otegi, sabe de sobra la respuesta y así se lo han repetido las víctimas. Igual que muchos sabemos que la izquierda abertzale seguirá buscando subterfugios para no abjurar jamás del terrorismo etarra. ¡Y cómo me gustaría equivocarme!
Al resto de las formaciones les ha faltado tiempo para cargar contra los de Otegi. Unas formaciones que vaya usted a saber por qué miedos o razones no habían exigido hasta ahora a EH Bildu retratarse sobre este asunto. Ha llamado poderosamente la atención la especial dureza del Gobierno de Pedro Sánchez, primer responsable del blanqueamiento político de la izquierda abertzale. El domingo se verá si todo ello ha alterado las previsiones de las encuestas. Personalmente, dudo que la tormenta le haya costado votos a EH Bildu. Cuestión diferente es que pueda haber movilizado abstencionistas en favor de otras formaciones.
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Nadie ha querido pronunciarse sin tapujos sobre pactos postelectorales, aunque es evidente que PNV y PSE siguen pensando en reeditar su entente. Aunque no sumen mayoría absoluta. Y es que ambos se juegan demasiado en clave de poder y de puestos de trabajo como para no seguir coaligados, como en ayuntamientos y diputaciones.
Ahora bien, si EH Bildu se impone, aunque no alcance Ajuria Enea, peneuvistas y socialistas harían bien en darse cuenta de que estarán ante una nueva –¿y última?– oportunidad para replantearse políticas y comportamientos. Y hablamos de sanidad, sí, pero también de vivienda, educación, seguridad o corrupción. Si no lo hacen seguirán engordando a la izquierda abertzale. Todo ello si la legislatura no colapsa anticipadamente en Madrid. O a los nacionalistas les da por aprovechar la amplia mayoría que se prevé tendrán en el nuevo Parlamento de Vitoria para desempolvar fracasadas recetas soberanistas.
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