Los partidos vascos agitan el tablero para movilizar a sus bases y combatir la abstención
Euskadi se ha contagiado de la polarización que se vive en Madrid y las formaciones han inyectado a la campaña una sobredosis ideológica inusual en estas elecciones
Domingo, 14 de mayo 2023, 00:19
Euskadi está ya inmersa en una campaña electoral de alto voltaje ideológico inusual en unas elecciones municipales y forales, donde los candidatos, al menos teóricamente, ... deben bajar a ras de calle y hablar a los vecinos de tú a tú para explicarles qué hay de lo suyo, de su barrio, de su plaza, de su acera... Euskadi no celebra elecciones autonómicas (todavía queda un año para ellas), pero las formaciones han decidido ir al choque en una guerra de guerrillas que busca movilizar a sus bases para combatir la temida abstención. Este es, de hecho, el único objetivo común de todos los partidos (la participación suele situarse en el 65%, aunque en las autonómicas de 2020 fue de un 53%). A partir de aquí, barra libre.
Los partidos se han lanzado a la yugular de aquellos con los que consideran que se disputan el voto fronterizo. Ahí está la gran batalla nacionalista entre el PNV y Bildu con los jeltzales en 'modo ataque', la obsesión socialista por romper la polarización abertzale y erigirse en la sigla más útil de la mano de Pedro Sánchez, el empeño de Podemos por blandir la bandera de izquierdas, el intento del PP por subirse a la ola del 'efecto Feijóo' mostrándose como la «única papeleta constitucional», la incógnita de Vox...
Las claves
Polémica
La decisión de EH Bildu de incluir a 44 exetarras en sus listas ha marcado el inicio de la campaña
Participación
Suele rondar el 65% en este tipo de comicios, pero en las autonómicas de 2020 fue de un 53%
Hay dos «microdatos» de las encuestas clarificadores. Por un lado, el de los indecisos, en torno al 20% del electorado, un 10% más si se cuenta a quienes dudan si acudir o no a su colegio electoral. El PNV sabe que es la sigla preferida por estos últimos si se deciden a votar pero también que la transferencia a otra marca es más probable en su caso (al PP, por ejemplo) que en el de Bildu. El PSE, por su parte, necesita echar el resto en la recta final porque sabe que es la fuerza con más indecisos por detrás de Elkarrekin Podemos y que muchos de sus potenciales votantes se deciden a última hora.
Si alguien pensaba que iba a ser una campaña de perfil bajo se equivocaba de plano como evidencia el hecho de que el gran tema que está condicionando la política vasca y nacional es la decisión de EH Bildu de incluir a 44 exetarras en sus listas. Un movimiento que amenaza con hacer un roto al PSOE en el conjunto del país por sus pactos con la izquierda abertzale.
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PNVRetener todo el poder y no ceder espacio a Bildu
El PNV insiste estos días en los peligros de vender la piel del oso antes de cazarlo y no quiere ni oír hablar de las posibles mayorías absolutas que distintas encuestas le han pronosticado en Bizkaia y en el Ayuntamiento de Bilbao. La razón, lógicamente, no alentar un exceso de confianza que desmovilice el voto, el mayor temor de Sabin Etxea al plantearse sus objetivos de cara a este 28-M.
Unas metas que pasan por retener todo el poder local y foral del que disfruta ahora, que le permite encabezar las principales instituciones en coalición con el PSE, y, sobre todo, no ceder ni un milímetro de terreno ante el rival que busca «sustituirles», EH Bildu.
Por eso cada voto cuenta para los jeltzales y por eso Andoni Ortuzar lleva meses insistiendo en la famosa campaña de la alpargata, la de patear cada rincón para que ni una sola papeleta se quede sin meter en la urna. Por eso, Sabin Etxea juega a polarizar al máximo su pelea con la izquierda abertzale, aun a riesgo de emular el ruido madrileño del que habitualmente abomina.
Porque el PNV se juega este 28-M, sobre todo, consolidar su imagen de partido hegemónico en los tres territorios para afianzar posiciones de cara tanto a las generales de diciembre como, sobre todo, a las autonómicas de mediados de 2024.
De ahí que sea crucial para los jeltzales no solo barrer con autoridad en Bizkaia y Bilbao, sino también recuperar feudos tradicionales que Bildu le arrebató en 2019 como Durango y Galdakao, conservar su ascendiente en la Margen Izquierda y taponar la penetración de la coalición abertzale, ganar -y gobernar- en Vitoria con una candidata, Beatriz Artolazabal, en la que han depositado grandes esperanzas; y aumentar su ventaja en Gipuzkoa sobre la lista que encabeza Maddalen Iriarte. Perder la capital alavesa o ver cómo la hasta hace pocas fechas portavoz parlamentaria de EH Bildu se impone a Eider Mendoza serían dos golpes difíciles de digerir.
En esa batalla, será decisiva la capacidad del PNV de seducir a los jóvenes, uno de los objetivos que perseguían con el proceso de escucha 'Entzunez Eraiki'.
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PSE-EERebelarse ante la polarización PNV-Bildu y ser determinante
El PSE-EE se reivindica como el centro del tablero político vasco ante unas elecciones que serán la avanzadilla no sólo de las generales de fin de año sino también de las autonómicas de 2024. Los socialistas aspiran a reeditar los resultados de 2019 y a ejercer de actor determinante en la configuración de mayorías, pero sin renunciar a grandes aspiraciones como tercero en discordia en batallas tan importantes como la de Vitoria y frente a la creciente polarización PNV-Bildu, ante la que se rebela la formación de Eneko Andueza.
Estos comicios serán precisamente los primeros en los que se evalúe el liderazgo del secretario general del PSE-EE, que sustituyó en noviembre de 2021 a Idoia Mendia en el cargo. Desde entonces, el político eibarrés ha comandado una nueva etapa en la que, fiel a su estilo desacomplejado, no rehúye el cuerpo a cuerpo con el PNV, socio de coalición en ayuntamientos, diputaciones y Gobierno vasco. Los frentes en los últimos meses han sido múltiples: ley educativa, Osakidetza, descuentos en el transporte público, centro de refugiados de Vitoria, fiscalidad...
Los socialistas vascos buscan desprenderse de las acusaciones de «comodín» de los jeltzales y se postulan como partido de gobierno. Además de tratar de retener alcaldías históricas como las de Irún, Portugalete, Eibar y Ermua, el PSE-EE deposita sus expectativas de cara al 28-M en una de las tres capitales. No en vano, en Vitoria, las encuestas sitúan a Maider Etxebarria en una reñida disputa por la victoria con Beatriz Artolazabal (PNV) y Rocío Vitero (EH Bildu). En Bilbao, con Nora Abete, aspiran a seguir siendo segunda fuerza, y en San Sebastián, con Marisol Garmendia, a recuperar el terreno perdido en las últimas citas.
Para ello, los socialistas confían en combatir el fantasma de la abstención, movilizar a su electorado haciendo bandera de los logros sociales de los gobiernos vasco y central, y pescar entre exvotantes de Podemos, un caladero de apoyos en el que deberá competir con EH Bildu.
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EH BilduReforzarse como alternativa y dar el 'sorpasso' en Gipuzkoa
Las elecciones del 28-M suponen para EH Bildu una especie de gran 'prueba del algodón'. Es la primera cita en la que la ciudadanía valorará de verdad su nueva estrategia de «pactos de país», que se ha visto tapada en los primeros días de campaña por la tormenta sobre sus candidatos condenados por pertenencia a ETA. La mejor prueba de esta hoja de ruta están siendo el apoyo que está dando a Pedro Sánchez, su defensa de la nueva ley educativa o asumir que para impulsar la transición energética habrá que levantar parques eólicos de cierta envergadura. Un tema que ha suscitado un profundo debate interno, que se ha escenificado de forma clara en Gipuzkoa.
Y es en este territorio donde EH Bildu se la juega de verdad. Las encuestas indican que se está acercando al PNV. El gran objetivo pasa por ser la lista más votada. Supondría un golpe más simbólico que real, porque pocos dudan de que la formación jeltzale retendrá el poder gracias a su pacto con el PSE. Aun así, ser la primera fuerza serviría para reforzar su papel de alternativa al Gobierno de Urkullu de cara a las autonómicas del año que viene y serviría para meter presión a los socialistas para configurar pactos de izquierdas. Retener localidades como Hernani o Rentería se da por hecho.
En el resto de territorios los objetivos tampoco son menores. En Álava confían en pelear por Vitoria, aunque se trata de un objetivo que se reconoce muy complicado. En Bizkaia aspiran a retener Galdakao y Durango, recuperar plaza como Ondarroa, Lekeitio o Bermeo, y sobre todo comerle terreno al PNV en el gran Bilbao, su gran tarea pendiente.
Fuera de Euskadi, el gran objetivo es Navarra, y más concretamente, Pamplona. Condicionar el Gobierno de María Chivite o incluso entrar en él es importante, pero la meta es otra: volver a situar a Joseba Asiron como alcalde de la capital.
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Elkarrekin PodemosUn esfuerzo de unidad para tratar de aguantar
El universo de formaciones progresistas que orbitan fuera de EH Bildu y el PSE-EE concurre bajo un extenso nombre que refleja su pluralidad y el esfuerzo que han realizado para presentar una candidatura unitaria, olvidando rencillas personales y distanciándose de las 'guerras madrileñas'. Elkarrekin Podemos-Izquierda Unida-Equo Berdeak-Alianza Verde concurren al 28-M con dos objetivos principales. Tratar de aguantar los resultados de 2019 a pesar de las encuestas y servir de ejemplo a sus compañeros del resto de España de cara a las generales de finales de año para que fructifique la alianza entre Podemos y Sumar, el proyecto de Yolanda Díaz.
El esfuerzo de unidad, en realidad, es hacer de la necesidad virtud. Las encuestas no pintan especialmente bien, y la puntilla hubiera sido abrir una guerra interna en un espacio muy dado al cainismo. Hay varias metas concretas. Sobre todo, que den los números para que se pueda reeditar su presencia en los gobiernos municipales de Galdakao, Durango, Rentería e Irún. En los tres primeros casos comparte tareas con EH Bildu, en la localidad fronteriza, con el PSE-EE. Más allá de eso, de lo que se trata es sobre todo de resistir.
La confluencia de las cuatro formaciones también es un mensaje con la vista puesta en las generales. Frente a la crispación en la que se han instalado en el Congreso de los Diputados Irene Montero, Ione Belarra y Yolanda Díaz, en Podemos Euskadi no ocultan sus simpatías por la vicepresidenta segunda. En ese análisis se considera que solo a través de la unión de su plataforma Sumar y los morados hay opciones de encontrar un espacio entre EH Bildu y el PSE-EE. Que se repita lo que sucedió en 2015 y 2016 -cuando fueron la primera fuerza en Euskadi en las generales- se ve imposible, de lo que se trata es de recuperar la ilusión.
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PPLevantarse del suelo electoral con el impulso de Feijóo
El PP vasco busca detener la sangría electoral que viene sufriendo desde hace dos décadas. En las municipales y forales de 2019, tocó suelo con un pobre balance de 55 concejales y 11 junteros en toda Euskadi. Y ahora, cuatro años más tarde, tras atravesar una profunda crisis interna por la marcha de Alfonso Alonso, la formación de Carlos Iturgaiz quiere levantarse y crecer echando mano de la nueva línea encarnada por Alberto Núñez Feijóo.
Los populares aspiran a ensanchar su espacio por todos los frentes. Su principal deseo es el de atraer a exvotantes del centroderecha moderado que en los últimos tiempos se han decantado por un PNV que ha suavizado su discurso soberanista. Por eso centran sus mensajes de campaña en denunciar la corrupción del 'caso De Miguel' y el deterioro de servicios públicos como Osakidetza. Pero, al mismo tiempo, y aunque no citen a Vox en sus actos, también buscan cortar el paso a la extrema derecha, para lo que contarán con perfiles como Ayuso, MAR y Aznar.
Por zonas, el principal reto está en Álava, su feudo histórico en Euskadi. Aspiran a dar la batalla en Vitoria -donde Alonso reapareció el viernes para hacer campaña por Ainhoa Domaica- y también en la Rioja Alavesa, donde confían en volver a ganar en Labastida, Laguardia, Navaridas y Baños de Ebro. Sólo gobiernan en estos dos últimos municipios.
En Bizkaia, con una proyección estable en Bilbao y con alguna duda en las Juntas, la gran aspiración es recuperar representación en ayuntamientos donde la perdieron en 2019, como Santurtzi, Durango y Galdakao. En Gipuzkoa, la situación es crítica, ya que ahora sólo tienen un juntero, tres ediles en San Sebastián y uno en Irún. La consigna es resistir allí y volver a estar presentes en plenos como los de Lasarte-Oria, Eibar y Hondarribia.
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VOXEn busca de la irrupción en Juntas y ayuntamientos
Las del 28 de mayo son las primeras elecciones que Vox afronta de partida con representación institucional en Euskadi. Tras lograr un pírrico escaño en el Parlamento vasco en 2020, la formación de extrema derecha busca ahora irrumpir en los estamentos municipal y foral, en los que hace cuatro años se quedó muy lejos de entrar. No logró ni concejales ni junteros. El partido de Santiago Abascal quiere demostrar que su entrada en el Legislativo autonómico no fue una mera campanada auspiciada por los bajos índices de participación y que cuenta con una base electoral suficiente para ser un actor permanente en la política vasca.Vox presenta listas a las tres Juntas Generales, a las tres capitales y a otros 11 municipios, con especial implantación en la Margen Izquierda vizcaína. Sus opciones se centran en Álava, precisamente el territorio por el que lograron un escaño autonómico. Los sondeos les atribuyen posibilidades de entrar en la Cámara foral -con hasta dos apoderados- y son más pesimistas en el Ayuntamiento de Vitoria. En Bizkaia, sus posibilidades se reducen a Getxo, el histórico caladero de votos del PP en el que confían pescar.
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