Las ventas de gas ruso siguen al alza y Moscú duplica sus envíos a través de Euskadi
La necesidad europea de este combustible eleva a la decena los barcos rusos que han llegado al Puerto de Bilbao cargados con GNL
Han pasado casi 15 meses desde que Rusia inició la invasión de Ucrania y, mientras se libra la contraofensiva determinante, las importaciones a España del ... país de Vladímir Putin se han elevado un 118% en lo que llevamos de año contando la llegada de hasta diez buques al Puerto de Bilbao. Y es que Euskadi es la entrada natural de este tráfico mercante y registra, según fuentes de la autoridad portuaria, cuatro de cada diez barcos que llegan de Rusia con gas licuado.
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El gas sigue siendo una isla entre las fuentes energéticas rusas que escapa a las diferentes sanciones. Así, mientras el Gobierno central investiga operaciones que enmascaran la llegada de diésel ruso –embargado por Europa desde febrero– y en Euskadi se dispara la compra de petróleo a países como Brasil para elaborar más gasóleo, Rusia sigue vendiendo gas a ritmo de vértigo. Un combustible licuado (GNL) que tiene en la regasificadora que Enagas y el Gobierno vasco comparten en el Abra de la Ría del Nervión el principal punto de destino.
Los datos son públicos y aparecen mensualmente en el boletín estadístico del gas del operador estatal, Enagas. Así, hasta el mes de abril, en este 2023 se han descargado 23.810 GWh, más del doble que los 10.907 GWh que se registraron en el mismo periodo del pasado año. Rusia se convierte así en el país que más ha elevado sus importaciones en este 2023 a España y se colocan como el segundo proveedor de gas natural licuado, por detrás de Estados Unidos cuando el año pasado ocupaba la tercera posición, por detrás del país norteamericano y de Nigeria.
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La causa es sencilla: la Unión Europea ha ido incorporando en sus medidas de castigo a Rusia por la invasión de Ucrania el veto al carbón, al petróleo o al diésel, pero no ha tomado ninguna medida sobre el gas natural. Comprarlo al país gobernado desde el Kremlin sigue siendo legal. El propio portavoz jefe de la Comisión Europea, Eric Mamer, aseguraba en enero que «nunca hemos anunciado que vayamos a prohibir el gas ruso, y eso no ha cambiado». De llevarse a cabo alguna medida, la posición de Bruselas iría más encaminada a topar el precio al que se compra el gas, como ha señalado en varias ocasiones la comisaria de Energía, Kadri Simson.
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Antes de la guerra, los 167 miles de millones de metros cúbicos (bcm) de gas que llegaban por el Nord Stream desde Rusia hacían a Europa dependiente en un 40% de este combustible que, en el caso de Alemania, escalaba al 70% y en el de los países del este llegaba al 90%.
Enfriamiento de la demanda
La búsqueda de alternativas ha elevado el recurso al GNL y su llegada por barco a las regasificadoras. España, con sus seis plantas, concentra más del 30% de esta capacidad en Europa y se ha convertido en un país receptor estratégico.
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La búsqueda de nuevos productores forzó el mercado de tal modo que los precios del gas se llegaron a disparar el pasado verano hasta los 365 euros en el índice de referencia holandés, TTF. El llenado de reservas en Europa, un invierno suave y la desaceleración económica han enfriado la demanda. De hecho, las descargas de GNL en Bilbao han subido un 6,26% respecto al año pasado, cuando en el mismo periodo de 2022 el salto fue del 48%. El TTF estaba ayer en 34,9 euros, 100 veces menos que en verano.
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