La hija del minero de carbón: «Éramos pobres pero teníamos amor»
En su himno autobiográfico de 1970, la cantante de country Loretta Lynn evocó su infancia en una humilde cabaña de Kentucky, con sus padres deslomándose de sol a sol
CARLOS BENITO
Domingo, 20 de octubre 2019, 00:05
Dentro del universo de las canciones autobiográficas, 'Coal Miner's Daughter' siempre ha destacado por su enfoque cándido, directo, sin rodeos ni ardides poéticos que distraigan del contenido esencial. La cantante de country Loretta Lynn ya había firmado otras composiciones basadas en su propia vida, sobre todo estampas que reflejaban las alegrías y sinsabores del matrimonio, pero en esta evocación de su infancia supo dar con un tono sincero y desarmante, que combina el elogio a sus padres con el reflejo casi documental de la lucha cotidiana de las clases bajas de la época. No era, además, una época cualquiera: siempre ha existido cierta controversia sobre la fecha exacta, pero a estas alturas ya parece demostrado que Loretta, la segunda de ocho hermanos, vino al mundo en 1932, de manera que su primera infancia transcurrió en pleno azote de la Gran Depresión estadounidense.
'La hija del minero de carbón' fue primero el nombre de la canción, pero más tarde se convirtió también en el título de la autobiografía que publicó la artista seis años más tarde. Y parece lógico, porque la segunda viene a ser una versión extendida y detallada de la primera. La familia de Loretta Lynn vivía en Butcher Holler, un poblado de Kentucky levantado por una compañía minera a principios del siglo XX. Justo así arranca la letra de la canción: «Nací hija de minero de carbón / en una cabaña sobre una colina en Butcher Holler. / Éramos pobres pero teníamos amor, / esa es una cosa de la que papá se aseguraba. / Papá trabajaba toda la noche en la mina de carbón de Van Lear / y todo el día con la azada en los campos de maíz. / Mamá mecía a los bebés por la noche, leía la Biblia a la luz del queroseno, / y en cuanto amanecía todo empezaba de nuevo». La vida no era sencilla para la familia Webb (ese es el apellido de soltera de Loretta) y la canción repasa algunas imágenes que sirven para evidenciar aquella dureza: la sangre en los dedos de la madre, de tanto lavar en la tabla, o los pies descalzos de los niños en verano. «No teníamos zapatos, / pero en invierno conseguíamos todos un par nuevo / de un catálogo de venta por correo, con el dinero de vender un cerdo. / Papá siempre se las arreglaba para conseguir el dinero en algún sitio». El padre, por cierto, murió a los 52 años por culpa de la silicosis.
Visitas guiadas
Loretta evoca el pozo del que sacaba agua y también aquellas noches en las que todos caían rendidos, después de deslomarse durante el día entero. «Nunca pensé que saldría de Butcher Holler. / Un montón de cosas han cambiado desde entonces. / Ay, es tan bueno estar de vuelta en casa. / No queda mucho más que los suelos, nadie vive aquí ya, / excepto los recuerdos de la hija de un minero de carbón», concluye la última estrofa. El éxito de la canción hizo que ese desenlace dejase de ser válido: cada año, miles de personas se aventuran hasta Butcher Holler para conocer la casa donde vivió y creció Loretta Lynn y contemplar objetos como la famosa tabla de lavar. Hay visitas guiadas (hasta su fallecimiento el año pasado, solía encabezarlas uno de los hermanos de Loretta, Herman) y la entrada se mantiene en un precio simbólico de cinco dólares, para no traicionar los orígenes humildes de la familia.
Y, por supuesto, la propia cantante, que actualmente tiene unos espléndidos 87 años, regresa de vez en cuando por allí, para reencontrarse con todos esos recuerdos que habitan la cabaña de madera: «Ahora mismo podría empezar a vivir allí de nuevo -aseguró hace tres años en una entrevista con 'Vice'-. No creo que mis hijos pudieran hacerlo, pero yo sí. Tienes que nacer y crecer en Butcher Holler para saber lo que significa volver. Hoy tienen una carretera pavimentada que sube hasta la casa, por toda la gente que va. Es de lo que viven hoy, de la gente que visita aquella vieja casa».