IMQ cesa a Lujua como primer ejecutivo para atajar las tensiones entre los accionistas
La aseguradora médica busca un acuerdo con los socios que desean vender sus participaciones y pone al frente a Javier Aguirregabiria, un histórico de la casa
Había ruido y hace algunas semanas los trenes chocaron. El consejo de administración de la Sociedad de Médicos, el holding que actúa como cúpula de ... control del grupo asegurador IMQ, aprobó este lunes el cese de su director general y primer ejecutivo, Miguel Ángel Lujua. Las tensiones que habían surgido entre los accionistas de esta compañía -todos ellos médicos en activo o ya jubilados-, además de las discrepancias en torno al rumbo que debe seguir la aseguradora a partir de ahora, han sido el caldo de cultivo que ha provocado la salida de Lujua. El consejo ha decidido nombrar nuevo director general a Javier Aguirregabiria, un histórico de la casa que ha hecho toda su carrera profesional en el IMQ y que en la actualidad era director adjunto. En un comunicado, la aseguradora indicaba que «el inmediato futuro por parte de la organización va a requerir de nuevos proyectos con otras personas de referencia».
Lujua llegó en 2015 a esta aseguradora que tiene una posición muy relevante en Bizkaia y Álava en los seguros de salud, mientras que en Gipuzkoa está en plena fase de expansión. IMQ había nacido en Bizkaia en 1934 por iniciativa de varios médicos, que trataban de dar una respuesta aceptable desde la medicina privada, en ausencia todavía de un sistema público de salud. La compañía, sin embargo, se ha sofisticado mucho desde entonces, hasta configurar un grupo empresarial que tiene en su seno una potente aseguradora, pero también posiciones accionariales de control en varias clínicas, residencias de personas mayores y también en centros médicos especializados. El pasado año cerró con una facturación consolidada de 290 millones de euros y casi 350.000 clientes. Lujua venía de dirigir Mutualia, una de las principales mutuas de accidentes de trabajo de Euskadi, además de haber adquirido una gran proyección pública tras presidir durante cuatro años la patronal vasca Confebask.
Pero en el seno del accionariado de IMQ conviven 1.144 socios con diferentes sensibilidades y también distintos, aunque lógicos, intereses. Un cóctel que ha resultado explosivo para el director general. De un lado, los médicos accionistas son también proveedores o empleados. Como accionistas reclaman el máximo rendimiento económico, como proveedores digieren mal los procesos de ajuste o de racionalización de costes. Pero la auténtica espoleta que ha hecho saltar todos los resortes está ligada a la diferente visión sobre el papel de los accionistas. Para un grupo ya numeroso, las acciones de IMQ no dejan de ser un activo en sus manos 'disponible para la venta'. El pasado mes de mayo surgió con fuerza un movimiento en el seno de esta compañía -la plataforma PAI-, liderado por médicos ya jubilados y otros próximos a la edad de retiro profesional, que reclaman la posibilidad de vender libremente sus acciones al mejor postor. En la actualidad y con los estatutos del IMQ en la mano, las acciones sólo se pueden vender a la propia sociedad y a un precio 'teórico' de 99.000 euros por cada paquete de 1.000 acciones. Desde esa plataforma aseguran que su valor de mercado es entre tres y cuatro veces superior a esa cifra. Esta plataforma dice representar los intereses de casi el 30% de los accionistas.
La entrada de BBK
Pero junto a ellos existe también otro grupo -el denominado de 'médicos jóvenes'-, formado por los últimos accionistas en integrarse en la sociedad, que rechazan la venta libre y con ello la incorporación de socios externos que pueden llegar a tomar el control de la aseguradora. Reclaman, en la práctica, una estabilidad que es difícilmente compatible con el interés de otros por vender sus títulos al precio más elevado que sea posible.
Miguel Ángel Lujua había apostado fuerte por dar entrada en el accionariado de la compañía a la Fundación BBK, con cuyos responsables había mantenido ya negociaciones avanzadas. En su opinión, IMQ necesitaba abrirse a socios externos que aportasen capital, con el objetivo de conseguir la tesorería suficiente que diese una salida. Una entrada, la de BBK, que podía permitir financiar la salida de los accionistas que quieran abandonar la aseguradora, aunque quizá no a los precios a los que aspiran. En los últimos meses, sin embargo, su distanciamiento del consejo de administración ha sido progresivo e irreconciliable. Así, fuentes cercanas a este órgano de gobierno de IMQ, le achacan haber asumido «competencias que no le corresponden, hasta el punto de haber alcanzado compromisos para los que tampoco estaba autorizado. Lujua se había olvidado -insitieron este lunes las mismas fuentes- de que IMQ tiene unos propietarios y que él tan solo era un empleado de alta dirección».
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