Incienso en la catedral

Por todos es sabido que el Astelena, con más de un siglo de vida, es conocido en el argot pelotazale como 'la catedral'. En ese recinto se han oficiado partidos que perduran por sus esencias en la memoria de todos aquellos amantes de la pelota a mano profesional. El domingo se vivió uno de esos duelos que vienen a engrandecer este alicaído deporte.

Tarde lluviosa. Fría, muy fría. El otoño mostró su faz invernal. Media entrada. Jokin Altuna cantó victoria (22-19) sobre Jaka, un delantero pertrechado con un enorme caudal de recursos. Nadie discutirá la condición de aspirante a conquistar la txapela de la jaula. De momento es el único participante que ha logrado el billete para las semifinales.

Las victorias no se elijen a la carta y menos en la modalidad de la mano. Y no hay mejor piedra para edificar un gran triunfo que la de extraer lo mejor del repertorio de uno mismo. Y el de Amezketa tiene un enorme abanico de propuestas. Finura y precisión para el remate. En los llamados cuadros de la verdad impone una determinación y jerarquía incontestable. No es fácil abstraerse de la emoción que destila este delantero cuando toca la pelota, que la pone en esos sitios donde es prácticamente llegar.

Llevó a cabo unas jugadas de ensueño. Finalizó 17 tantos, todo un récord. El 16 fue un homenaje al buen gusto. Su rival le marcó un dos paredes endiablado. Su recepción muy complicada. Sin embargó, salió disparado y le contestó con esa misma jugada a su contrario, algo que vino a encender a las gradas con una ovación de gala. Fue como un sueño hecho realidad.

En el Santanape de Gernika inició la andadura esta tercera jornada de la liguilla de cuartos, con una muy buena entrada. Bengoetxea VI cayó derrotado (17-22) por Artola, que tuvo más empaque y personalidad. El de Leitza, que juega al filo de lo imposible, arriesgo más de la cuenta, con más apasionamiento que eficacia, y terminó trasquilado.

En el Bizkaia de Miribilla se asistió a lo que sin lugar a dudas será la remontada de la competición. Ezkurdia que estuvo rezagado en el marcador, 13-21, ante Unai Laso terminó propiciándole una gran voltereta al histórico representante de Baiko. Hubo dos partes totalmente diferenciadas. En la primera el ritmo lo marcó el que más tarde resultó perdedor. Y en la segunda exhibió su talante de campeón Joseba Ezkurdia.

Para terminar el desencanto que produjo Víctor ante sus aficionados en el Adarraga de Logroño. Peio Etxeberria lo puso en evidencia, 22-16. El de Ezcaray que despertó razonables esperanzas tras eliminar a Iker Irribarria se adentró en su ya conocido nerviosismo. Una pena.