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Lavillenie salta durante un campeonato. Reuters

El pertiguista Lavillenie salta 5,61 metros en el jardín de su casa

El explusmarquista mundial se entretiene durante el confinamiento con su campeonato particular

Domingo, 5 de abril 2020, 15:09

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Cuando en los Juegos Olímpicos de Londres de 2012 el francés Renaud Lavillenie ganó el oro en salto de pértiga, sus vecinos no se sorprendieron. Al otro lado del seto llevaban años viendo aparecer por al aire a Renaud. El explusmarquista mundial tiene en su jardín, junto a la piscina, una enorme colchoneta y una barra colgada a más de cinco metros de altura.

A eso se dedica en casa durante estos días de confinamiento: a volar. Sube, saluda a los vecinos y baja. Están locos estos Lavillenie. El hijo, como el padre y el abuelo. Siempre saltando en casa. Ahora Renaud ha publicado un vídeo en el que salta 5,61 metros en su particular campeonato del aislamiento. Ya acaricia su propio récord casero, que está en 5,85. «Día veinte de confinamiento. Todo bajo control», escribe.

El pertiguista galo es una excepción en un coto para altos. Mide 1,76. Salta desde más abajo que el resto. De ahí que haya tenido que inventar su propia manera de volar. Su primer juguete fue una pértiga.

La culpa de su afición la tuvo el abuelo Jean, que aprendió por su cuenta todo lo relacionado con esta modalidad aérea. Y que inoculó a su hijo, a Gilles, el veneno. Gilles, claro, se hizo saltador y llegó a volar sobre 4.41. En eso nació el nieto, Renaud, entre pértigas. Hizo lo que vio. En cuanto se tuvo en pie montó una montaña con el cochecito de bebé y varios juguetes, cogió un palo y trató de impulsarse sobre el bulto. Golpe a golpe. A los cuatro años, Gilles le regaló su primera pértiga. Con nueve, pasaba ya los 2.10. Y pronto, con su hermano, empezó a saltar sobre el pórtico del pueblo.

Era un peligro, así que, herramientas en mano, montaron un gimnasio artesanal en un viejo hangar. A volar. Alto: fue campeón de Europa al aire libre (5.85) y en pista cubierta (6.03), y ganó el Mundial bajo techo (5.95) tres meses después de romperse una mano. Su techo llegó cuando batió el récord de un mito, Sergey Bubka, y lo elevó hasta 6,16. Ahora le ha salido un heredero que se parece a él, el canadiense Armand Duplantis, que ha llegado a los 6,18 metros. A Lavillenie, que ya se acerca al final de su carrera, le queda el consuelo de ser el mejor en el improvisado campeonato que ha organizado en su casa. No puede salir de ella, pero sí volar sobre el tejado.

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