'Jonfer' allana su vuelta a Estados Unidos
Acaba en el primer asalto con el colombiano 'El Papa' Pérez tras un golpe abajo que le desbrozó el camino para su victoria número 21
José Manuel Cortizas y J. A. P. Capetillo
Domingo, 9 de febrero 2020, 01:03
Visto y no visto. Uno de esos combates que da la sensación que nunca existieron. Jon Fernández sólo necesito un asalto para ampliar a 21 su registros de victorias, con la número 18 antes del límite. Menos de tres minutos en los que Aristides 'El Papa' Pérez se fue con la cara caliente y los pliegues adormecidos por la potencia de los puños del vizcaíno. Un triunfo, como reconoció al instante el de Etxebarri, que le volverá el mes que viene a los cuadriláteros americanos, posiblemente en el estado de Utah.
Fue sonar el gong inicial y ver a 'Jonfer' en modo ataque. El colombiano mostraba unas hechuras de cierto peligro, sobre todo cuando volaba unas boleas cargadas de misterio, pero muy lentas en su ejecución. Y eso ante un boxeador inteligente y atento como el vizcaíno supone certificar una defunción prematura. Las manos de 'Jonfer' impactaron sin cesar en el cartagenero de ultramar, más de un año inactivo. La primera abajo, dolió hasta verla, le quebró las intenciones y el fuelle.
Le rompió el pupilo de Tinín Rodríguez y protegido de Celaya. Sin aire, con miedo y reculando, Jon Fernández tenía un carril sin peaje por el que penetrar. Y lo hizo. Le llevó con una serie tremenda al rincón rojo hasta dejar al americano vacío. No le quedó más remedio que doblar la rodilla para intentar aprovechar como parapeto la cuenta de protección. De hecho, cuando acababa, el árbitro Antúnez pasó por alto que la guardia no subiera a su lugar en señal de seguir listo para la pelea. Hasta dio la sensación de dar un paso titubeante mientras volvía al ruedo.
Mejor que hubiera acabado entonces para evitar un desenlace inevitable y otro puñado de golpes que el bueno de 'El Papa' se llevó de recuerdo. En cuanto se reanudó el pulso, 'Jonfer' ya lo tenía claro. No había recibido un solo recado y no tenía motivos para que eso cambiara. Estaba en sus manos acabar ya y lo hizo. Se llevó a Pérez de paseo a ritmo de dos series enlazadas para las que su oponente carecía de cualquier contado de defensa. Otra vez la rodilla al suelo a falta de menos de medio minuto para que concluyera ese primer round, el único.
Satisfecho, feliz, y casi hasta agradecido porque no se viviera tanta dureza como el 28 de diciembre frente al tunecino Houya. Así se reconocía en los vestuarios. «Venía de una pelea muy dura. Está bien acumular asaltos, pero no castigo. Más ahora que nos metemos en un momento con la agenda bastante apretada».
Sobre la pelea, podría haberla relatado golpe a golpe. «Hemos trabajado mucho el recto de izquierda al principio y a partir de ahí hemos encadenado. Ha sentido una mano abajo al hígado y he encadenado muchas series, estaba bastante tocado y creo que hasta se podía haber parado la pelea en la primera cuenta». Y añadió que ha llevado con nota una semana muy estresante por los dos cambios de rival que ha soportado «Estoy muy orgulloso. Llevo dos años trabajando con un terapeuta, Iker. Antes llevaba muy mal los cambios de rivales o cancelación de peleas, me generaba mucha ansiedad, y ahora lo llevo mucho mejor. He sabido estar en calma».
Un rival extraño en la esgrima que no sabemos lo que hubiera dado de sí. «Habíamos visto muchos vídeos pero nunca sabes cómo puede venir tras un año sin pelear. Tiraba muchos golpes por fuera, metía la cabeza». ¿Y ahora? «Creemos que en marzo podemos ir a boxear otra vez a Estados Unidos. Tengo ganas. Lo de Oklahoma fue un pequeño paso atrás pero hemos recuperado nuestro estatus con cuatro victorias tras aquella pelea».