E. C.

La constante mutación del trofeo de La Vuelta

Unipublic vuelve a cambiar el galardón del ganador que llegó a fabricar hasta Ágatha Ruiz de la Prada y reaviva el debate de la identidad y las burlas

Lunes, 25 de agosto 2025, 00:21

El palmarés de Roberto Heras y Primoz Roglic tienen las mismas Vueltas a España, cuatro, pero distintos trofeos. El bejarano guarda en su casa galardones ... distintos aunque similares: todos con una base cuadrada a modo de soporte y una especie de disco grabado y transparente. Los laureles que ostenta el esloveno son como platos grandes. Simulan una rueda de bicicleta con los nombres de los ganadores anteriores formando los radios. Se estrenó en 2013, en La Vuelta de Horner, y se fue sofisticando con los años hasta ser sustituido en esta edición, cuando la carrera cumple 90 años.

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El premio que se entregará al ganador de la ronda el próximo 14 de septiembre en la Plaza de Cibeles de Madrid será una estatuilla con forma de V, de Vuelta y de victoria. Junto a su novedosa figura, destaca también el material de su fabricación: caucho reciclado procedente de neumáticos de bicicleta fuera de uso. La organización lo anunció sin bombo ni platillo un día antes de tomar la salida, en medio de una nota de prensa en la que hace referencia a «rindir homenaje a la rica historia de la carrera». A un pasado al que mira menos que sus hermanas mayores, el Giro y el Tour.

La Vuelta se empeña en innovar. Es esa su seña de identidad. Tiene la ventaja de que nació tarde, en 1935, y sus rasgos nunca llegaron a asentarse tanto como en el Giro y el Tour. En 80 ediciones, se ha cambiado varias veces de color del maillot de líder, las fechas, el logo, la esencia de los trazados... Se ha salido de bateas, portaaviones... hasta de un supermercado. Su huella son los giros inesperados pese a que a veces sean objeto de burla en las redes sociales, al igual que sus trofeos.

El premio que mayor consenso habrá recibido sería el de la primera edición: 15.000 pesetas que fueron a parar al belga Gustaaf Deloor. Luego, además del premio económico, se instauró entregar una copa de plata hasta 1999. Aunque cambiaba. No es la misma de la que presumía Jesús Loroño en 1957 que la que levantaba Laurent Jalabert en 1995, mucho más grande, en la primera edición disputada en septiembre.

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Después de los recibidos por Heras (2000, 2003, 2004, 2005), Casero (2001) y Aitor González (2002), Vinokourov (2006) y Menchov (2007) ya recibieron una figura distinta, en forma de semiluna por un lado, antes de que en 2008 llegara la revolución total. Contador (2008) y Valverde (2009) recibieron un óvalo de vidrio pulido con el viejo logo de la carrera y una base de cristal. El de Nibali en 2010 era parecido, pero a color. En 2011, otra innovación vanguardista. Después de que el 'maillot' rojo del 75 aniversario lo diseñara Custo Dalmau, se apostó por Ágatha Ruiz de la Prada para el galardón. Ella, encantada. «He nacido para hacer este trofeo». Una espiral rojo pasión sobre una base de cristal y un final en corazón. Distinto. Parecido al logo de Frigo. «Llevo 20 años diseñando espirales y corazones. En todo caso se habrán inspirado ellos en mí», despejó la polémica.

El experimento duró un año y estuvo tan gafado que hasta cambió de manos. Lo ganó Cobo, sancionado después, y en 2020 se lo entregaron a Froome. En 2012, a Contador se le dio una ensaladera gigante antes de la llegada del plato. Ahora la vajilla deja paso a la V, mientras el Tour, con su Coupe Omnisport, y el Giro, con su torre de oro en espiral, el Trofeo Senza Fine creado en 1999 pero que se coló de inmediato en la lista de premios más preciados, presumen de una personalidad que La Vuelta no logra igualar.

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Otros trofeos célebres son el tridente de la Tirreno-Adriático o el adoquín de la París-Roubaix. Aunque también los hay mucho más variopintos que los de La Vuelta. Desde el burro de peluche de la Kuurne-Bruselas-Kuurne o el lechón (vivo) del Tro Bro Leon francés. También ganan fama los que obtienen comida de premio, como los 500 kilos de salmón noruego de la Artic Race o la mariscada que reparten en Zumaia al ganador de la prueba inaugural del Torneo Euskaldun.

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