Los gemelos salvajes, Van Aert y Van der Poel, descartan a Roglic y asustan a Pogacar
Atacaron desde la salida en la etapa más larga y llegaron con tres minutos y medio sobre los favoritos a la meta, donde ganó Mohoric
Hay ciclistas, los mejores, que siempre miran hacia delante. Son la promesa del espectáculo. Y siempre que pueden demuestran que la aventura es también un ... lugar en el que vivir. Este Tour disfruta con Mathieu van der Poel, líder en memoria de su abuelo Poulidor, y con Wout van Aert, que era tercero en la general y ya es el segundo. Entre los dos acorralaron al favorito, a Tadej Pogacar. En la etapa más larga en veinte años, Van Aert y Van der Poel corrieron desde el primer kilómetro como si fuera el último. Sin medirse. A lo loco. En fuga. El ciclismo se pone de rodillas ante su bendita locura. La cámara de la meta se quedó con Van der Poel, con el maillot amarillo desabrochado. Descalzo, sentado en el suelo sobre el charco de su sudor. Con el cuello vencido por más de cinco horas y media de esfuerzo brutal. Más entero se veía a Van Aert, igual de empapado y feliz. Ciclismo en versión original.
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Y no estuvieron solos. Con ellos compartió escapada el que ganó la etapa, el esloveno Mohoric, que ya tiene victorias en las tres grandes, siempre tras una exhibición. Es otro de su especie. Y uno más: por detrás, cuando Roglic perdía el Tour en el puerto de la Signal d'Uchon, el ecuatoriano Carapaz se atrevió a retar a Pogacar. Carapaz creció al lado de un volcán. Erupción. La Grande Boucle saltaba por los aires en la proa y en la popa. Mientras Mohoric volaba cuesta abajo hacia la meta de Le Creusot, Van de Poel y Van Aert se quedaron solos entre los fugados. Era la imagen deseada. La historia del ciclismo se escribe en pareja. Coppi-Bartali, Anquetil-Poulidor... Van Aert-Van der Poel.
Entre los dos y la arrancada de Carapaz desnudaron a Pogacar, sin equipo -tuvo que rescatarle el Movistar de Enric Mas ante el enfado del Ineos, el conjunto del ecuatoriano-. A Pogacar se le vio huérfano a las puertas de los Alpes. El vencedor en 2020 salvó el día, pero ya sabe lo que le espera si quiere ganar de nuevo el Tour.
Van der Poel es el líder, con 30 segundos sobre su 'hermano' Van Aert, que con el hundimiento de Roglic (perdió 9 minutos) se convierte en líder del Jumbo junto a Vingegaard. En marzo, en la Tirreno-Adriático, Van Aert le mantuvo el pulso a Pogacar. Nadie conoce el techo del atleta belga. Con su talla y su peso, la alta montaña le castigará, pero hace un año fue el mejor gregario de Roglic en las rampas del Tour. Ahora afrontará liberado los Alpes. Van der Poel no es candidato al Tour, pero Van Aert... «Quiero ver hasta dónde llego en una gran vuelta», anunció en marzo. En eso está. Le saca más de tres minutos a Pogacar, cuatro a Alaphilippe y Nibali y cinco a Carapaz, Enric Mas y Thomas. Roglic está descartado. «Peso mucho para ir a por la clasificación general», se rebaja Van Aert. Casi 80 kilos, 15 más que Pogacar. Pero, vista la etapa, nadie se fía ya .
Pogacar se queda sin equipo
Van Aert, 1,90 metros de músculo, agarró el recorrido por las solapas y lo sacudió. Puso patas arriba el Tour desde el banderazo. No dejó de arremeter hasta que 40 kilómetros después de salir logró al fin romper la resistencia del UAE, el equipo de Pogacar. Van Aert y Van der Poel hablaban en esa agonía. Y sonreían. Lo pasaban en grande a más de 50 kilómetros por hora. Belga y holandés parecen gemelos. Bestias. Indómitos. Como si hubieran viajado en el tiempo procedentes del ciclismo en blanco y negro. Con ellos se metieron en la fuga casi una treintena: el intuitivo Nibali, Cortina, Ertivi, Cort Nielsen, Mohoric, Van Moer, Stuyven, Asgreen, Yates, Kragh Andersen, Cavendish... Muchos galones.
Entre todos le sacaron más de seis minutos al pelotón antes de que comenzaron las cuestas. Alarma en el grupo. Al UAE le llegaba la marea de sudor al cuello con aún 200 kilómetros hasta la meta. La escuadra de Pogacar se enfrentaba a su primer test de resistencia en una etapa tan larga, 249 kilómetros, que valía por dos: la primera mitad llana y la segunda, con cuatro puertos menores y la dura subida a la Signal d'Uchon.
Entre los fugados, brillaba la sonrisa siciliana de un viejo tiburón, Nibali. Ganador del Tour, el Giro y la Vuelta, se veía a su edad metido en la fiesta de los jóvenes Van Aert y Van der Poel. Si Cavedish, que también tiene ya 36 años, ha resucitado en este Tour, ¿por qué no él? Pero no tuvo nada que hacer ante Mohoric. El esloveno iba con el arma cargada. En cuanto pisó las primeras rampas del día, atacó desde lejos con Van Moer. Luego se quedó solo y nadie se le acercó.
Al Tour le faltaban cámaras para grabar lo mucho que sucedía: el dúo descosido de Van Aert y Van der Poel tras el rastro de Mohoric y sacando minutos al pelotón; el purgatorio de Roglic, lastrado por la caída que le dejó el lunes sin piel; la seguridad de Enric Mas, que no falla ahora que llega su terreno; la ambición de Carapaz, que aunque al final fue atrapado dejó el anuncio de más ataques, y, sobre todo, la fragilidad del equipo de Pogacar. El esloveno se mantuvo en pie sin ponerse nervioso en medio el caos, pero el UAE sucumbió. Los rivales tomaron nota para este fin de semana en los Alpes.
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