El Tour corre este martes de isla a isla azotado por el viento

La décima etapa del Tour sale de una isla, la de Oleron, y termina en otra, la de Ré. Y sin pisar el océano Atlántico. La ingeniería levantó puentes sobre los que hoy circulará el pelotón encima de bahías y marismas. Las imágenes serán tan espectaculares como peligroso es el recorrido. El viento, que el viernes cortó a Landa y Pogacar, vuelve a ser el enemigo a batir. La jornada se ciñe a la costa, azotada por el aire lateral. El tramo final, además, incluye un puente de tres kilómetros. Como si el Tour volara sobre el mar.

Más que pedalear, los corredores tendrán que saber navegar. Velas al viento. Tras dos etapas en los Pirineos y la jornada de descanso de ayer, la velocidad y los abanicos regresan al Tour. De nuevo, los escaladores tragarán saliva. El Ineos de Bernal, bien guiado por Kwiatkowski y Castroviejo, rompió el viernes la carrera a la salida de Castres, cuando más pegaba el aire.

La isla de Ré, donde está la meta, es hoy un reclamo turístico. Pero tiene en su ciudadela los calabozos donde iban a parar los presos antes de ser deportados a Guyana o Nueva Caledonia. Nunca hasta ahora esta isla había formado parte del Tour. ¿Mandará a galeras a algún candidato al podio?