Mikel Landa: «Tarde o temprano, el ciclismo me recompensará todo este esfuerzo»
Concentrado en la altitud de Andorra para preparar el Tour, el alavés prevé una edición de la ronda gala «muy abierta» por la baja de Froome
Para ponerse a la altura del Tour, Mikel Landa ha ido a Andorra, a un hotel cercano a la cumbre de Envalira. A respirar ... donde falta oxígeno. A convertir el cansancio del Giro, donde terminó cuarto, en fondo físico para el Tour, donde cuarto fue hace dos años. El alavés, como los buenos escaladores, no encaja en ningún molde. Cada uno es único a su manera. Hablan el lenguaje de la montaña. Sin lograr muchas victorias, Landa ha construido un personaje al que sigue el público, encariñado con este ciclista que siempre corre de cara y que tan a menudo se queda a orillas del triunfo. Ya llegará, confía. «Tarde o temprano» rimarán el coraje y el éxito. Sin Chris Froome en liza -con los huesos rotos por la caída en el Dauphiné-, este Tour que comenzará el 6 de julio en Bruselas sale a subasta entre escaladores. A esa especie pertenece Mikel Landa.
- ¿Con qué sensación acabó el Giro de Italia?
- Contento. Al final no conseguí ni subir al podio ni ganar una etapa, pero se llevó la carrera un compañero, Richard Carapaz, y yo terminé cuarto, cerca del tercero.
- Empezó muy mal, con una pésima contrarreloj inicial. ¿Qué pensó ese día?
- Pues me agarré a lo de siempre, a que el Giro acababa de empezar y quedaba todo por delante. Que ya vendrían tiempos mejores. Los primeros diez días fueron muy duros psicológicamente.
- A eso, a comenzar mal una carrera, ya está habituado. También le pasó en el Giro de 2017 y en el pasado Tour, por dos caídas.
- Sí, he tenido que aprender a darle la vuelta a las situaciones. Por unas cosas u otras siempre he tenido que superar momentos malos. Y, mira, esas experiencias me han servido para no desconectar y luchar en este Giro hasta el final.
- Tras ese mal inicio llegó la montaña y se le vio disfrutar al ataque.
- Me iba sintiendo mejor. Ya no tenía nada que perder. Me sentía muy cómodo en ese papel. Vi que los rivales no eran tan fuertes como parecía.
-¿Corre mejor cuando ya no tiene nada que perder?
- No. Es que tampoco he tenido la ocasión de defender un liderato. Es lo que me ha tocado. No creo que me pueda la presión por la responsabilidad ni nada de eso.
- Y como en carreras anteriores, en el Giro le sale un compañero de equipo que se convierte en líder de la carrera y tiene que trabajar para él.
- Richi (Carapaz) fue más regular. No perdió tanto tiempo en la contrarreloj y en la montaña fue de los más fuertes. Así que tocó cuidar de él. No se podía poner en peligro su liderato. Estuve contento trabajando para él.
- La etapa del Mortirolo, marcada por el frío, ¿fue tan dura como cuentan algunos ciclistas?
- No. Yo esperaba que fuera más dura, pero al final por la nieve no se pudo subir el Gavia. El recorrido alternativo no fue para tanto. A mí el Mortirolo es un puerto que me motiva y quizá por eso no me pareció tan duro. Y frío sólo pasé en los últimos kilómetros.
- Es decir, que iba muy bien ese día.
- Pues sí. Del Mortirolo tenía un buen recuerdo (del Giro de 2015, en el que subió al podio final como tercero) y cuando afrontas así un puerto te suele salir todo mejor.
- Acabó cuarto el pasado Giro, como el Tour de 2017. Otro disparo al larguero.
- Sí, siempre me quedo ahí. Sé que parece que nunca gano nada, pero valoro lo que he hecho. Concluir cuarto el Giro después de llegar a la montaña con cinco minutos de retraso es para estar contento. Sé que mientras esté ahí, tan cerca, tarde o temprano el ciclismo me dará la recompensa a todo lo que me estoy esforzando y luchando. Estoy tranquilo.
- Ahora sólo se valora el primer puesto.
- Es así. La sociedad es cada vez más exigente y competitiva. Todo lo que no sea ganar no vale. Pero yo he disfrutado en este Giro y eso no me lo quita nadie.
- Aunque no logre muchas victorias, es ya un personaje. No deja indiferente a nadie. Buena parte del público le jalea y algunos, sobre todo antiguos directores de equipo, le critican.
- Quizá es que me ven como rebelde. Qué voy a hacer. Por una cosa u otra nunca he tenido un equipo a mi entera disposición. Y la única manera que tengo de hacer la cosas es haciendo un poco lo que quiero o lo que puedo. Para mí, tener el apoyo del público es lo más gratificante.
- Y el respaldo de los compañeros de equipo, incluido Carapaz, que hablan muy bien de su papel como líder.
- Pocos o nadie puede hablar mal de mí. A todos he intentado darles lo mejor que llevo dentro. Siempre he hecho por los demás lo que he podido.
- Está ahora en la altitud de Andorra. Este Tour cruzará varias cimas por encima de los dos mil metros. ¿Será eso determinante?
- No todo el mundo está habituado a la altitud. Los colombianos pueden hacer mucho daño en puertos así porque ellos han crecido en esas condiciones. Seguro que influye. Por eso estoy aquí, en Envalira. Una pequeña aclimatición sirve. Nunca vas a estar tan acostumbrado como los colombianos, pero te da confianza saber que has hecho ese trabajo.
- Es un Tour sin casi contrarreloj, para escaladores.
- Sí, hay muchos metros de desnivel y varios finales en alto. Me gusta el recorrido.
- Y en la sexta etapa espera la meta en la cima de La Planche des Belles Filles. El Sky, ahora Ineos, tiene por costumbre destrozar el Tour en el primer final en alto.
- Suelen llegar muy en forma al Tour. Supongo que querrán dar un golpe encima de la mesa.
- No estarán, por caída, ni Froome ni Dumoulin. ¿Cómo cambia la carrera?
- Dumoulin era un candidato, pero su ausencia no se notará tanto. Que no esté Froome sí condionará el Tour. El Ineos tenía con él la opción de ganar la carrera por quinta vez. Froome es un corredor muy seguro. Con él iban a cerrar mucho la carrera. Sin él, el Tour queda más abierto.
- Candidatos sobran: Bernal, Thomas, Urán, Bardet, Pinot, Nibali, Fuglsang, Quintana, usted...
-Sí, pero ninguno claro. No veo a nadie por encima del resto. Eso es bueno para la carrera. Espero poder aprovecharlo.
- Viene de completar un buen Giro, ¿le da eso tranquilidad para afrontar el Tour?
- Bah, no, no me vale. El Giro fue muy bonito pero ya es pasado. En cuanto llevemos una semana en el Tour nadie se acordará de lo sucedido en el Giro. Es una oportunidad muy bonita. Estoy bien. Y me gustaría hacer un buen Tour.
- Las últimas ediciones han estado marcadas por el control del Sky. ¿La ausencia de Froome puede animar a sus rivales y hacer más emocionante la carrera?
- Ojalá. El Tour es tan grande que la mayoría se conforma con mantener lo que tiene. Pero creo que el recorrido de este año invita a que la gente se mueva y lo intente.
- El Movistar acude al Tour con dos líderes, Quintana y usted. Siempre le discute alguien los galones del equipo.
- Bueno, yo no necesito que alguien diga quién es el líder y quién no. Creo que tenemos que saber utilizar las dos bazas, como hicimos Richi y yo en el Giro. La carretera y los rivales irán diciendo quién es el líder. Sólo espero entendimiento y respeto.
- Tras el Giro, ¿tiene ganas de Tour?
- Ahora ya sí. La segunda semana después el Giro se me hizo un poco dura. No encontraba dónde agarrarme para mantener la concentración. Pero pasados esos días y ya en Andorra tengo muchas ganas de ir al Tour.
La ficha
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Datos. Murgia, 29 años.
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Trayectoria. Empezó en el club ciclista de Zuia y entró como becario en la Fundación Euskadi.
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Equipos. Orbea, Euskaltel, Astana, Sky y Movistar.
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Palmarés. Tres etapas en el Giro y una en la Vuelta. Etapas en la Itzulia, Trentino, Tirreno-Adriático, Coppi-Bartali. General Vuelta a Burgos. Tercero en el Giro 2015 y cuarto en 2019. Cuarto en el Tour 2017 y séptimo el año pasado.
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