Iragartze Fernández, primera jueza de línea vizcaína en un partido de Segunda B
La de Algorta es la segunda asistente vasca en actuar en la banda en un encuentro de la categoría de bronce masculina, después de la guipuzcoana Marta Aldanondo
Hace una semana que se cumplió uno de los sueños de Iragartze Fernández Esesumaga. La vizcaína, nacida en Algorta hace 27 años, debutó como jueza de línea en Segunda B, en El Plantío, en el Burgos-Langreo, choque que terminó con triunfo visitante (0-2) y en el que ella se convirtió en la primera asistente vizcaína en alcanzar la categoría de bronce nacional del fútbol masculino. En Euskadi ya lo consiguió hace casi una década la guipuzcoana Marta Aldanondo Garaizabal, que incluso en 2002 se estrenó como internacional.
El haber llegado a una división semiprofesional supone para ella «una felicidad absoluta», además del reconocimiento a todo el trabajo que marca su día a día desde hace seis temporadas. «Detrás hay entrenamientos, estudios, exámenes y control de la alimentación», afirma, detallando su exhaustiva preparación. «En todos los partidos hacen un informe sobre nuestra actuación, y también tenemos vídeo-test, exámenes de reglas del juego, de jugadas, test de discusión... Tenemos que estar preparados porque nunca hay dos jugadas iguales y tenemos que tomar una decisión en milésimas de segundo».
Sus acciones la llevaron a ser este verano una de las encargadas de impartir justicia en los play-off de ascenso a Segunda B, por lo que intuía que ella misma también podría dar ese salto. Y así fue. «En el comité estábamos tres mujeres y más de cincuenta hombres, y al final subimos un chico y yo. Más igualdad imposible. Aquí el que lo hace mejor es el que se lleva el premio», afirma, destacando que cada vez hay más mujeres que optan por el arbitraje. «Hemos roto todo tipo de techos. Cada vez se nos ve más en la tele y más chicas se animan a tomar este camino».
Para ella el fútbol siempre ha sido su pasión. Empezó en la ikastola San Nikolas, donde jugaba con niños, hasta que el Bizkerre empezó a formar equipos de chicas en categorías inferiores. Allí estuvo hasta que una pubalgia con 21 años le obligó a colgar las botas. Era extremo izquierdo y su amor por el balompié le hizo pasar a correr la banda de otra manera. «Una amiga me comentó que había un curso de arbitraje. A mí ya me gustaba de antes, mi padre me plastificaba las tarjetas y las llevaba al recreo, pero no había casi información. Ahora hay más facilidades y se ve a niños imitando a los árbitros».
Antes de estrenarse como colegiada, relata que sus padres tenían «un poco de miedo». «Mi aita, que fue futbolista, me decía que en su época se decían barbaridades. Me acompañó en el primer partido y desde ese día ha cambiado su percepción. Hasta que no tienes a nadie cercano no lo dejas de verlo como algo frío».
Iragartze, como todos, se inició en categorías infantiles, sin tener muy claras sus aspiraciones. «Me lo tomaba como un hobbie hasta que empezó la Liga Iberdrola, donde se anunció que estarían mujeres arbitrando. Fue un momento clave para mí, y me propuse llegar hasta ahí». Y lo logró. Esta es su tercera temporada como asistente en la máxima división nacional femenina, la que este curso intercalará con la Segunda B masculina.
«Que no haya público se echa de menos. Ahora se escucha todo y se magnifican las cosas»
Partidaria de incluir el VAR en la Primera Iberdrola, sueña con emular a Guadalupe Porras, la primera asistente española en dirigir un encuentro internacional masculino, meses después de hacerse un hueco en Primera División. «Estar en la Primera masculina y femenina sería la leche». Para ella es importante que un árbitro haya sido antes jugador, para entender bien el fútbol, pero también que todo jugador conozca bien las reglas del juego. «Es como si te pones a jugar al parchís y no sabes que hay que lanzar un dado».
Reconoce que hasta el momento no ha sufrido ningún incidente en el campo, y censura los comentarios machistas que recibió su compañera Sara Fernández hace unos días en las redes sociales. «Sufrió un fuerte golpe y hay que empatizar, no avasallarla». Podría parecer que el hecho de jugar ahora sin público supone cierto alivio para el colectivo arbitral, pero la vizcaína asegura que se les hace muy frío a ellos también. «El ambiente también nos motiva a nosotros, y se echa de menos. Tenemos que adaptarnos porque ahora se escucha todo y se magnifica».
Enfermera entre semana
Su labor en los campos la compagina con el ambulatorio de Rekalde, donde ejerce como enfermera de lunes a viernes. «Están siendo meses muy duros por la pandemia, con un trabajo muy intenso y un estrés muy alto, sin bajar la guardia».
La vuelta a la competición ha sido para ella una válvula de escape muy necesaria, a la que se ha aferrado para coger fuerzas y continuar la batalla contra el virus. «En el confinamiento lo que más echaba de menos era el arbitraje. Necesitaba la adrenalina que te dan los partidos».