Verónica Hipólito, la paralímpica y campeona del mundo que ha superado más de 200 tumores
La atleta brasileña de 23 años ha sufrido varias y complicadas operaciones en su carrera, pero entre medias no ha dejado de acumular éxitos
«Hay personas altas y bajas, gordas y delgadas, con y sin manos, con y sin piernas... Ciegas, con poca visión o con la visión completa. Todos tenemos nuestras características y esto no es un impedimento para ser o hacer lo que quieres». Este mensaje lo lanzaba hace apenas unas semanas en las redes sociales la brasileña Verónica Hipólito, junto a una petición de mejora de la accesibilidad y de cobertura mediática, para poder sacar a la luz todo el talento escondido que existe en el mundo, agazapado tras las barreras.
Ella no se ha querido quedar ahí, en la trinchera, y ha luchado por seguir disfrutando y triunfando con un deporte que lleva practicando desde que era niña, pese a que un derrame cerebral primero y más de 200 tumores más tarde se empeñaran en hacerla parar. Pero no ha frenado. Ahora tiene 23 años, pero con apenas 10 ya empezó a correr. A los 12 fue intervenida de un tumor cerebral, recuperándose satisfactoriamente. Dos años más tarde, un buen día se despertó en su cama alarmada porque no sentía la mitad de su cuerpo. Algo estaba pasando. Un derrame cerebral tras el que los médicos le dieron una falta noticia: «Nunca más vas a poder volver a caminar».
Pero su inconformismo y sus ganas de seguir adelante y de luchar hicieron que dos años después lograra recuperarse y se hiciera con el oro en la prueba de 200 metros del Mundial de 2013. Ese mismo año volvió a sufrir otro mazazo. Un nuevo tumor cerebral que le mantuvo varios meses alejada de las pistas. Cuando volvió lo hizo con su parte derecha afectada, con pérdida de fuerza tanto en la pierna como en el brazo. Pero el atletismo iba a seguir ligado a ella. Fue llamada por la selección paralímpica de su país y no pudo tener mejor estreno, con un oro en los 200 metros y una plata en los 100 del Mundial, además de un sexto puesto en salto de longitud. Al año siguiente se subió tres veces a lo alto del podio en los Juegos Parasudamericanos de 2014.
«Si hay un problema, hay solución»
Y todas las veces con una sonrisa, como en Río de Janeiro, cuando en las Paraolimpiadas se hizo con la plata en 100 metros y el bronce en 400. Y eso que poco antes se había vuelto a enfrentar de nuevo con la muerte, cuando le descubrieron más de 200 tumores en el intestino grueso debido a un trastorno hereditario. Le extirparon el 90% del intestino, pero su vitalidad una vez más seguía intacta. Para ella la clave está en superar las malas noticias «enfocándose en la solución». «Si hay un problema hay, una solución».
Una historia de superación en la que, por si aún no fuera suficiente, todavía faltaba otro capítulo más por escribir. Y es que en 2017 de nuevo los médicos volvieron a borrarle por momentos la sonrisa. Otro tumor cerebral.El tercero en apenas 9 años. De nuevo fue extirpado en su totalidad, aunque en 2018 encontraron rastros que le obligaron a pasar de nuevo por quirófano. Pero como en todas las veces anteriores, Verónica se volvió a calzar nada más que pudo las zapatillas.
«Dos años parada por las operaciones y muchas visitas al hospital. He llorado mucho acurrucada en mi habitación o en el baño, con mis padres diciéndome siempre que todo estaría bien. Algunos llegaron a decir que no volvería a correr, pero aquí estoy, convocada para el próximo Mundial (en noviembre en Dubai). He vuelto, o más bien... siempre he estado aquí«, escribió a finales de la pasada semana en Instagram. Sus sueños continúan y ahora no piensa más que en seguir superándose dentro y fuera de la pista, aumentando su palmarés. Y si puede ser en Tokio, de nuevo en otros Juegos, mejor que mejor, pero lo cierto es que en las pruebas más complicadas en las que le ha tocado lidiar en la vida, ya ha vencido, y con creces.