Estíbaliz Martínez: «Nadie me ha regalado nada»

Estíbaliz Martínez es una de las tres Niñas de Oro que escribió la página más hermosa de la rítmica nacional tras lograr la medalla en los juegos olímpicos de Atlanta en 1996. Solo tenía 15 años. Ahora, a sus 40 años, es madre de Ania y Killian y empresaria. Dirige su propio negocio dedicado al pilates, una práctica deportiva en la que continúa formándose. Con tesón y trabajo consiguió redirigir su vida laboral, tras la retirada de la gimnasia y el olvido fuera de los focos y los éxitos deportivos. Con la pandemia, ha readaptado su centro, Studio Pilates, al que acuden personas de todos los perfiles con un grado de fidelidad del que se sienten orgullosas ella y su socia Laura Díez. Es la prueba de que están haciendo las cosas muy bien.

–¿Cómo fue esta transición de la gimnasia rítmica al pilates?

–Fue hace muchos años. Tras retirarme de la competición entrené a niñas. Gracias a otra entrenadora, Ana Alkorta, que había probado con el pilates, me animó a iniciarme. Y lo probé, primero como una práctica deportiva, ya que después de dejar de competir, dejé el deporte. En ese período hice más cursos, vi que me venía bien para mi cuerpo, mi cabeza y para recuperar antiguas lesiones. Me inicié en el 2001 y hoy es mi profesión.

–Haber sido una ‘Niña de Oro’, medallista olímpica y gimnasta de élite ¿le ha abierto puertas en el mundo laboral?

–Para nada. Nadie me ha regalado nada. Para llegar a ser instructora de pilates y, desde hace unos años, empresaria, he tenido que trabajar día a día. Haber sido gimnasta de élite no me ha ayudado a tener mi negocio. Me ha podido ayudar en el aspecto de la formación, donde la flexibilidad o coordinación también ayudan en pilates. Esto me lo he tenido que trabajar con mucho esfuerzo.

–¿Qué tiene el pilates que quien prueba repite?

–Puede parecer fruto de una moda porque cada vez hay un mayor número de practicantes, pero Pilates lleva muchos años. En España menos, pero en Estados Unidos muchísimos. Es un método que funciona porque tiene resultados.

–¿Rompemos el estereotipo de mujer mayor de 60 como perfil más asiduo a esta práctica?

–Hay de todo. Personas mayores, deportistas de élite. Incluso también hay uno dirigido a niños. Es una actividad física en la que hay que invertir esfuerzo y trabajo. No solo para gente mayor. Se abre a todos los públicos adaptándose a las necesidades individuales. Por eso funciona, porque tiene muchas herramientas y es un método estudiado científicamente que tiene validez, como demuestra el hecho de muchos profesionales médicos y traumatólogos recomienden su práctica como una fórmula para acabar con el sedentarismo e iniciarse en una vida con hábitos saludables. Es como una medicina preventiva.

–El pilates ha derivado en diferentes escuelas, ¿por cuál han apostado en su centro Studio Pilates?

–Nosotras hacemos pilates clásico, las rutinas que implanto Joseph Pilates, su creador y después su sucesora Romana Kryzanowska. Luego hay otros como el contemporáneo, donde combinan también el fitness, también el yoga-pilates. Mi socia Laura Díez y yo nos hemos formado con Patricio Medros y seguimos en continua formación y que engloba el pilates MAT o suelo, el reformer, el Cadillac, las sillas y el barril. Son materiales con los que trabajamos en nuestro centro.

–¿Cómo se han adaptado a la pandemia?

–Tuvimos unos meses de parón, donde tuvimos que cerrar. Pero encontramos la vía ‘online’ como una solución para seguir atendiendo a las solicitudes del alumnado. No hay mal que por bien no venga, ya que hemos abierto ese camino y lo mantenemos, ofreciendo clases de forma telemática dada la alta demanda. Aunque nuestra esencia siempre será las clases personalizadas, con grupos reducidos y siempre con un trato cercano con el alumno para atender sus necesidades. Ese es el secreto de nuestro trabajo y de que tengamos a muchas personas que llevan años con nosotras.