Un amigo muy futbolero siempre dice que se puede ser infiel a una persona, a unas creencias o a una institución, pero no a los ... colores de tu equipo favorito. Estoy convencido de que ha robado -con cariño y sin mala intención- esta frase a alguien y la ha moldeado a su gusto. Pero la fidelidad es, ahora mismo, una cualidad que buscan las plataformas de 'streaming' con más ahínco. Estarían encantadas de que el suscriptor las quiera de la misma manera que animan a su club aunque, a decir verdad, sus políticas de precios (siempre al alza salvo ofertas puntuales) no ayudan.
En esta guerra, la permanencia es un problema para los mandamases del 'streaming', aunque no para todos. Por ejemplo, en Netflix y Prime Video están más tranquilos. No se va tanta gente a la competencia o cierra sus cuentas. Los clientes del gigante rojo son más fieles, ayudados por su política de tener muchos reclamos a la vez y tener todos los capítulos de una tacada. En Prime, que ha apostado por lo mismo en las dos últimas series de la franquicia 'Citadel' o 'Croos', anular la cuenta supone quedarse sin el servicio de Amazon.
A Disney+ o Max les gustan más emitir sus propuestas semanalmente para lograr un mayor impacto cada siete días. Eso provoca que los usuarios esperen a tener una serie o varias al completo y abonarse solo durante un espacio de tiempo determinado. Luego saltan a otro servicio. Es cierto que las plataformas, sobre todo las grandes, mantienen una fidelidad del 70% de sus clientes, como mínimo.
Pero esta volatilidad les preocupa. Tanto que Disney está sopesando que el cliente pueda suspender su cuenta. Todos ganan: el usuario no paga y a la compañía ese cliente le cuenta como suscriptor.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
