Los trazos que empiezan a alzar el vuelo en la librería Zuloa

Clara de Frutos (Madrid, 1993) recurre a la figura de Concha Méndez, poeta perdida de la generación del 27 y exilada en México tras la Guerra Civil. La artista –ganadora de una beca de la fundación– publicará de la mano de Norma Editorial el trabajo del que se pueden ver algunos esbozos en la librería vitoriana. «La madurez de la propuesta y la delicadeza de su estética» han sido reconocidas por el jurado en esta historia que habla sobre el olvido de figuras del mundo de la cultura. La creadora madrileña se hizo con el premio valorado en 8.000 euros. El proceso de documentación se inició en 2017.

Una 'herstory'. Una biografía de de la escultora Marga Gil Roësset traza María Díaz Perera. En sus páginas se aborda su figura, pensamiento y la relación con el matrimonio formado por el poeta Juan Ramón Jiménez y la traductora Zenobia Camprubi. Algunas de esas viñetas preparatorias se puede ver en la capital alavesa. «Es un proyecto que lleva mucha parte de investigación, al menos en mi caso puesto que mi proyecto se basa en una historia real. Toda esta primera fase de documentación y desarrollo de las primeras ideas me llevó bastantes meses. Luego comencé a desarrollar un esqueleto muy básico del guión que poco a poco fui ampliando, comencé a hacer el primer storyboard y diseño de los personajes hasta tenerlo más o menos definido y empezar a dibujar las primeras páginas del cómic», apunta la autora acerca de este proyecto. Por el momento no tiene una editorial con la que lanzar el álbum. «Mi proyecto está en fase de desarrollo todavía así que cuando lo tenga terminado del todo buscaré alguna editorial a la que le pueda encajar».

Bruno Hidalgo (San Sebastián, 1982) busca en sus antepasados un «pensamiento mágico en vías de extinción». En concreto en su abuela. Este proyecto surge de echarla de menos tras su muerte. «Mi abuela se crió en el ambiente de la Galicia rural, de vida dura y mentalidad práctica, donde el mundo que para nosotros sería fantástico. No es una historia de nostalgia, es casi la necesidad de dejar un testimonio de la última generación que vivió una realidad mágica». El autor, que reside en Barcelona, señala que está siendo «difícil» que las editoriales echen un vistazo al proyecto. «Vengo de trabajar en el mercado americano y mi otro trabajo es como ilustrador de libros así que no conozco demasiado bien el mercado editorial del cómic español». Como curiosidad, en 2008 publicó 'A fuego negro, pintxos y viñetas', un libro inspirado por la cocina del alavés Edorta Lamo, chef con estrella de Arrea. «¡Aquel trabajo fue una pasada! Fue genial trabajar con Edorta y Amaia Lamo. Ha sido de la gente más creativa con la que he trabajado. Me encantaría volver a hacer un libro con ellos. 'Fuego Negro' fue mi iniciación en el mundo profesional del cómic».

Mario Trigo (Torrelavega, 1980), residente en Cerdeña, es conocido sobre todo en el mundo editorial como periodista y diseñador. De hecho fue jefe de redacción en Altaïr Magazine. Su proyecto 'La espera' es una carta (inacabada) de amor a la figura del lobo. En el horizonte, dice, tiene «seguir picando piedra poco a poco hasta que coja una forma definitiva». A su vez, este cómic periodístico del que se pueden ver algunas viñetas en Vitoria partió de un viaje que realizó a las montañas de Riaño (León) para observar lobos. «Busco hablar de la complicada relación que tenemos con esa especie tan cargada de simbolismo. En realidad, el lobo y la espera paciente para observarlo en su entorno natural permiten dibujar una encrucijada de temas con la protección de la biodiversidad, el cambio climático, el futuro de las zonas rurales...». ¿El proceso? «Para mí, el trabajo conlleva realizar un guion con bastante investigación de fondo sobre biología e historia, muchos dibujos preparatorios y guiones visuales y toda una fase que aún no he podido realizar, de entrevistas sobre el terreno a ganaderos, activistas y habitantes de las zonas loberas».

Si el viaje de Trigo pasea por las montañas, el tour de Emilio Rolandi (Buenos Aires, 1987) tiene más que ver con una marcha psicodélica. Su proyecto en proceso es ambicioso y muy atractivo a primera vista. Lleno de tonos alegres y saltos temporales. Sin una editorial aún, Rolandi afirma que cuando avance todos los dibujos empezará a pensar en las opciones de publicación. «Se ha dicho que el proyecto tiene el sabor de lo experimental. Lo acepto, si eso significa que el camino por donde se adentra es un terreno salvaje y virgen. El deseo que quiere ser saciado es este: extrañarse ante la visión de algo inédito. Pero no diría que es experimental si por ello se entiende que estas páginas son los ejercicios de un autor novel que solo busca la sorpresa. Y la prueba de ello es que he dibujado 400 páginas de las cuales solo he dejado vivir 50… En este libro me he propuesto usar el tamiz más fino posible para dejar pasar solo lo mas puro que salga de mí».