Recuerdo de Néstor

Néstor no era alguien metódico que trabaja ocho horas al día y lleva su carrera con la precisión de un contable o un funcionario del arte. Al contrario, era una persona algo dada a la improvisación, a la fabulación, algo desordenada aunque muy pulcra en sus obras. Desorden motivado por las numerosas empresas en las que se afanó y que a veces le desbordaban. Cuando le conocí, un día cualquiera comenzaba por la noche. Después de cenar y tal vez ver las noticias o algún programa de televisión, se refugiaba en su estudio y comenzaba a dibujar hasta altas horas de la madrugada. En esas horas oscuras daba forma a su personal universo de formas. Por la mañana desayunaba tarde y, casi todos los días, recibía en su caserío de Hondarribia alguna visita profesional o cultural y también numerosas embajadas sociales y políticas. Después de comer y echar una breve siesta, se desplazaba a supervisar alguna obra o escultura pública en proceso, o a algún acto asociativo u honorífico. Y vuelta a empezar.

Era una persona pública demasiado solicitada a la que le costaba decir no. Sus manos estaban siempre abiertas, y con esa generosidad extrema se ganó el cariño de la gente muchas veces a costa de poner un mayor celo en su propia carrera artística.

Fue artista practicando y combinando disciplinas como pintura, escultura, dibujo e ilustración, diseño industrial, arquitectura, cartelismo y obra gráfica, fotografía, interiorismo y cine. También la escritura, pues además era un gran narrador que conjugaba sentimientos profundos con un sentido del humor muy suyo. Tenía un don para la fabulación. En términos estrictamente estéticos, partiendo del análisis y la administración del espacio y el volumen, Néstor mantuvo el sustrato expresionista de sus inicios, siempre atento a las llamadas del inconsciente y a la fantasía individual, aun cuando la proyección del diseño era su método de trabajo habitual. Su arte participaba de cierta lógica del diseño. La integración de las artes fue un objetivo a lo largo de toda su trayectoria. Miraba el cine a través de la pintura, la arquitectura desde la escultura, y esta a partir de las líneas del dibujo.

Más de una vez, preparando la exposición retrospectiva que llevamos a cabo en el Museo de Bellas Artes de Bilbao en 2013, recuerdo me decía: «he abarcado mucho, tal vez he apretado poco». Pero en sus palabras no había lamento, más bien satisfacción. Néstor nos demostró que todas estas actividades paralelas pueden contaminar y enriquecer todas las disciplinas artísticas de una manera excepcional y gozosa. La actual exposición en el Museo de Bellas Artes, sobre su empeño en los ámbitos del diseño industrial y la arquitectura, es un buen ejemplo de que no solo abarcó, también apretó. ¡Y de qué manera! ¿Y qué decir de su gran labor cinematográfica?

Numerosas esculturas diseminadas por todo el territorio nos recuerdan ahora a Néstor. 'La Paloma de la Paz' en Donostia; 'Izaro', símbolo del Parlamento Vasco en Vitoria-Gasteiz; la 'Ola', en su localidad natal, Bermeo; el 'Homenaje al Pastor vasco', en Oñate, junto a sus murales en la Cripta de la Basílica de Aránzazu… Tal vez le quedó al final de su vida la añoranza de una última casa diseñada por él, ante el estado ruinoso de la casa-taller que compartió con Jorge Oteiza en Irún entre 1958 y 1970. Una arquitectura/volumetría para un pequeño museo que pudiera acoger su legado y, también, su recuerdo.