Negra espalda del tiempo
Nos quedamos pegados con la muerte de Javier Marías, el joven Marías en denominación de Juan Benet. Y es que no tenía edad para morirse. Los fabricantes de prestigios aseguraron que si no le habían dado el Nobel todavía era precisamente porque no había llegado a la edad.
Hay una edad para cada cosa y muchos puntos de vista para mirarla. Marías era joven para Benet y también para premio Nobel y para Papa, por ejemplo. Era ya un señor mayor para una mirada respetuosa y un anciano para otra más implacable. Mis padres habrían dicho 'ese chico', una expresión que nos hacía sonreír hasta que nos oímos repetirla casi literalmente para referirnos a compañeros de escuela que ya tenían una edad. La reina de Inglaterra, que era tan mayor, nos sorprendió al morirse dos días después de encargar la formación de Gobierno. El emperador Carlos se retiró a Yuste para morir a los 56 y Fernando VII, que tanta guerra dio, se nos fue con 49.
Les he hablado en alguna ocasión de un niño que consideraba calderilla, en la distancia, el tiempo posterior al acantilado donde cambiaría el milenio; de un muchacho a quien lo que le sucediera después de los treinta años le daba prácticamente igual, por remoto e inverosímil; de un joven que en la treintena pensó que había llegado a la estación término y ya había sucedido todo lo que le podría tocar en la vida medianamente interesante.
El joven Marías siempre fue leal al recuerdo y el magisterio de Benet, que tampoco tenía edad para morirse cuando sucedió. Tal vez aprendió de él cierta impertinencia educada, que reservaba para sus artículos semanales. Y en cambio empezó a escribir mejor ya sin que Benet lo mirara cariñosamente por encima del hombro. Marías tenía una prosa tan elaborada y personalísima que a veces conseguía que terminaras el libro solo para seguir leyendo, sin importar lo que pudiera suceder. Ahora que todo va tan deprisa, los libros se vuelven tan rápidamente efímeros y no faltan exégetas que recomiendan a bulto, sugiero que quien tenga curiosidad por su obra empiece por 'Todas las almas' y 'Corazón tan blanco', aunque haya pasado tanto tiempo desde su publicación. Justifican por sí solos una vida larga o corta, depende del punto de vista, pero indudablemente una vida colmada de escritor.
