Una mirada a seis décadas de cine
Donald Sutherland estrenará en julio el filme 'Una obra maestra', que pudo verse el pasado año en San Sebastián
En la biografía de Donald Sutherland de la Wikipedia se incluye un debut tempranísimo en la interpretación, se supone que en una película italiana allá por el año 1948, cuando era un pipiolo de solo 13. Si se le pregunta al actor, como ocurrió por ejemplo el año pasado cuando estuvo en el Zinemaldia para recoger el Premio Donostia, dirá que no tuvo ninguna relación con el medio hasta haber terminado la Universidad; era la condición que le había puesto su señor padre: que primero hiciera una carrera, que tuviera una profesión y luego ya, si eso, se lanzara a actuar. De todas maneras, empezara en la adolescencia o bien entrada la veintena, el hecho es que la de Sutherland (Canadá, 1935) es una de esas caras -son unos de esos ojos- que han acompañado a generaciones de espectadores de cine, televisión y teatro. A muchas ya. Son más de sesenta años en la brecha y a finales de julio -habrá cumplido ya para entonces los 85 años- se estrena la película que, precisamente, lo llevó a la clausura de la 76ª Mostra de Venecia y al Festival de San Sebastián en 2019 (que parece que fue hace una eternidad, pero no): 'Una obra maestra', 'The Burnt Orange Heresy' en su título original. En la cinta está también otro incombustible de los escenarios, unos diferentes escenarios, Mick Jagger. Hablando de caras... otra de las que no se olvidan.
En la película, dirigida por el cineasta italiano Giuseppe Capotondi, Donald McNicol Sutherland es un artista -la trama se asoma a los entresijos del mundo del arte, a hasta dónde estamos dispuestos a llegar para cumplir nuestra ambición y a las mentiras que fabricamos para perseguir nuestros objetivos-, pero si por algo se conoce a este actor es por haber hecho personajes menos, digamos, finos. Ha sido muchas veces el raro, el excéntrico, el terrorífico, y daba igual que la cinta fuera de terror, de guerra o de acción sin más, que fuera drama o comedia; esa cara marca, como una altura de más de metro noventa y un tono de voz muy suyo. ¿Pero ha estado encasillado Donald? No se ha dejado. Ha hecho de todo.
Tantos personajes
Y así es como en su larguísimo listado de apariciones ante la cámara hay sitio para ser el profesor porrero, el capitán obsesionado por el golf en plena guerra, el policía trastornado, el fascista asesino, el humano presa de algo venido del espacio exterior, el pirómano que está como un silbo... O lo que es lo mismo, y por si alguien quiere ponerse al día, para participar en 'Desmadre a la americana', 'M*A*S*H*', 'Klute', 'Novecento' -aquella con Bertolucci al parecer lo dejó tocado por la violencia que ejercía en la ficción y no pudo ver el resultado durante mucho tiempo-, 'La invasión de los ultracuerpos', 'Llamaradas'.
Hay muchas más. Es como si Sutherland fuera historia viva del cine, y eso pese a que hizo caso a su padre y dejó su sueño aparcado por una carrera de Ingeniería. Después de estudiar arte dramático en Toronto, se marchó a Londres a finales de la década de los cincuenta para continuar formándose allí y a comienzo de los sesenta estaba ya apareciendo en películas para la televisión y para la gran pantalla. Primero fue el terror, con títulos como 'Castle of the Living Dead' y 'Dr. Terror's House of Horrors', pero también alguna adaptación de 'Hamlet'; luego el género bélico, con obras maestras como 'Doce del patíbulo', la comedia 'M*A*S*H*' y 'Los violentos de Kelly', por ejemplo, y también en 'Johnny cogió su fusil'; y ha tenido papeles en dramas sureños sobre el racismo como 'Tiempo de matar' -que vienen al pelo en momentos como los que se viven hoy en Estados Unidos-, en versiones de clásicos literarios como 'Orgullo y prejuicio'... y hasta en una saga distópica como 'Los juegos del hambre'.
Todo esto no le ha valido nunca una nominación al Oscar, pero sí uno honorífico hace solo tres años; y nominaciones en los Bafta y, sobre todo, en los Globos de Oro, tanto por sus papeles en el cine como en la televisión, que ha sido una constante en su carrera. Este premio lo ha ganado dos veces, y tiene también algún Emmy. Mucho antes de estos reconocimientos, en su país natal ya lo tenían claro y por eso lo nombraron oficial de la Orden de Canadá en 1978, mientras que para destapar su estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood tuvo que esperar a hace poco más de una década.