Memorias de un editor apasionado
Enrique Murillo narra su larga experiencia en el mundo editorial español y dibuja un retrato poco caritativo del sector
Personaje secundario
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Enrique Murillo
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Ed: Trama
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538 páginas
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29 euros
El editorial es el sector más importante de cuantos se mueven en el ámbito de la cultura en España. Trabaja con pocas subvenciones, tiene un ... nivel de exportaciones significativo y marcas que son conocidas fuera del país, organiza un premio cuya dotación no queda lejos de la del Nobel pese a referirse a una única obra y su volumen de facturación crece año tras año, eludiendo crisis y pandemias. Es más, la pandemia le supuso un empujón seguramente inesperado. Y, sin embargo, ese gigante tiene los pies de barro.
Es la opinión de Enrique Murillo, uno de los editores más influyentes del país. Se puede discrepar de ese análisis, pero nadie le podrá negar su conocimiento: Murillo ha trabajado para Anagrama, Planeta y Random House, además de otros sellos menores, ha creado su propia editorial y ha trabajado como periodista cultural. En 'Personaje secundario', un volumen de memorias, combina la vivencia personal con el relato de las vicisitudes empresariales de esos sellos y de otros en los que no ha llegado a trabajar. Todo ello trufado de anécdotas:ahí están el día que coincidió en una fiesta con Herralde tras la ruptura entre ambos y el entonces dueño de Anagrama estuvo diez minutos a su lado sin mirar siquiera para él mientras su esposa le daba conversación, o la maniobra que realizó para tratar de que Pérez-Reverte se presentara al Planeta (y lo ganara, obviamente), o las confidencias de Carmen Balcells, la agente del 'boom' latinoamericano y la persona que más hizo por cambiar las reglas en el mundo editorial español.
Frente a aquella tan citada frase de «lo peor son los autores», que pronunció otro editor ilustre, Mario Muchnik, Murillo sale en su defensa. Por el contrario, el sector editorial aparece en su libro copado cada vez en mayor medida por ejecutivos que de literatura saben poco o nada –algo que puede no ser del todo malo si se dejan asesorar por quienes sí tienen ese conocimiento, lo que cada vez pasa menos– y que solo se detienen en la cuenta de resultados. Oque hacen apuestas disparatadas o carecen de la paciencia necesaria para obtener los frutos de un proyecto editorial coherente y bien planteado pero no basado en el rendimiento inmediato.
Murillo describe con humor un mundo en el que se dan odios africanos, celos incomprensibles y maniobras dignas de una novela de espías para captar un autor de la competencia o participar en la subasta de los derechos de edición de un libro con ventaja de salida. Con ello consigue que un volumen de 535 páginas en letra pequeña (y confiesa que suprimió cien páginas más) se lea como si fuera un relato novelesco. El relato de la pugna a veces, colaboración otras, entre los creadores de historias y los encargados de darlas a conocer al mundo. Literatura y vida.
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