El mapa de Bilbao es una partitura
Paseos sonoros. ·
Mercedes Albaina invita a recorrer la ciudad a partir de los símbolos, emblemas y rincones vinculados a los grandes músicos que vivieron en ellaEn toda ciudad hay rincones que laten distinto, lugares donde las historias resuenan a través del tiempo. En Bilbao algunos de esos lugares nos hablan ... de sus grandes músicos, de aquellos que debemos recordar para no diluirlos en nuestro pasado ni convertirlos en figuras sin rostro, invisibles. De ahí le vino a Mercedes Albaina la idea de invitar a pasear por el Bilbao de la música clásica y encontrarse con «los símbolos, emblemas y rincones donde ha ido dejando sus huellas». La tenía avanzada, pero el impulso para llevarla finalmente a término fue la posibilidad de destinar los beneficios a la Asociación de Inés de Pablo Llorens, comprometida con la investigación de tumores infrecuentes.
'Paseos sonoros' es una obra sobre hombres y mujeres que fijaron las bases de nuestra actual vida musical, sobre las calles, las plazas y los monumentos que los recuerdan, sobre un Bilbao intemporal que une lo que la ciudad fue y lo que sigue siendo. Gracias a su mirada de profesora y divulgadora, Albaina combina una escritura clara y accesible con el rigor y la profundidad. Es ella la autora, pero da voz como narradora a su nieta Maite, nacida muy lejos de Bilbao pero curiosa por conocer «la ciudad en sus orígenes y sus porqués». Entre los músicos que dan nombre a nuestras calles, Albaina dedica el mayor espacio a seis especialmente relevantes que permiten un gran despliegue de relatos, recuerdos y recomendaciones. Sus protagonistas no tuvieron vidas desmesuradas ni novelescas, pero coinciden en un escenario que acaba convirtiéndose en el personaje principal: Bilbao a través del tiempo.
El primer recorrido nos lleva a la concurrida calle Ledesma, que debe su nombre al que fuera organista y maestro de capilla de la iglesia de Santiago durante buena parte del XIX: Nicolás Ledesma (1791-1883). Siguiendo sus pasos, Albaina nos lleva desde el Museo de Bellas Artes hasta la Sociedad Filarmónica para finalizar junto a su última morada en la calle Santa María. No muy lejos, una placa en el nº 12 de la calle Somera recuerda el lugar de nacimiento de Juan Crisóstomo de Arriaga (1806-1826). No es mucho lo que sabemos de su vida, pero su muerte tan prematura nos hace todavía más conscientes de su talento. El recorrido tiene paradas obligadas en el teatro que lleva su nombre, el Conservatorio de Música y el monumento realizado por Francisco Durrio y Valentín Dueñas que ilustra la portada del libro.
No tan conocido entre nosotros es Aureliano Valle (1846-1918), aunque su legado está grabado en la historia de la Sociedad Coral, de la que fue director durante largos años. Por eso no debe sorprendernos que la propia agrupación decidiese dedicar un monumento a su memoria (la obra se muestra al paseante en el parque de Doña Casilda) o que en el edificio donde falleció, en la calle de la Torre, sea recordado por el «Excmo. Ayuntamiento y los nobles hijos de esta invicta villa». Su sucesor al frente de la Coral, Jesús Guridi (1886-1961), vivió desde los trece años en aquel Bilbao próspero y boyante de cambio de siglo. Fue músico a tiempo completo y a vida completa, y su obra tiene una esencia de belleza que la hace perdurable por encima de modas y vanguardias. Que Bilbao no lo olvida lo muestra Albaina invitando a caminar hacia lugares diversos como los soportales de la calle de la Ribera, el edificio Guridi en Indautxu o la plaza que lleva su nombre junto al Parque de Etxebarria.
Una vida más tranquila y serena fue la de Andrés Isasi (1890-1940), nacido en la calle Viuda de Epalza y poseedor de un talento natural que lo llevó a convertirse en alumno predilecto de Humperdinck en Berlín. A su vuelta se estableció en Getxo para continuar una carrera por momentos prolífica pero cada vez más silenciosa, como si le ruborizase la fama. La modestia es algo difícil de encontrar en el mundo de la música y tal vez por coherencia, dice Albaina, «es también modesta la calle que tiene en su Bilbao natal». El sexto y último recorrido principal nos pone en la pista del compositor y director de orquesta Jesús Arámbarri (1902-1960), muy presente en la vida musical bilbaína incluso en los años más oscuros, en los que estuvo al frente de la Orquesta Municipal. Su paseo nos lleva desde la casa en la que nació en la calle Bidebarrieta hasta las bulliciosas calles de Santutxu.
Son muchas las historias separadas en el tiempo que se ven unidas como por hilos invisibles, muchas las anécdotas que ilustran la vida musical de Bilbao a través de estos seis nombres, muchas las mujeres que compartieron época con ellos y a las que Albaina se acerca para intentar rescatarlas del olvido: Trinidad Bidaola -pianista, organista y madre de Guridi- Juana de Mazarredo, que organizaba selectas veladas musicales, la soprano Mari Luz Berastegui, la compositora Emma Chacón, la arpista Josefina Roda, la pianista Clara Bernal… También amplía la mirada hacia músicos más lejanos, como Casals, Mozart o Ravel, que encontramos entre nuestras calles. Si recordar es vivir, estos paseos sonoros no hacen sino dar nueva vida a la ciudad por la que caminamos, tan dinámica y moderna como secreta y vivamente musical.
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