Legado para la Humanidad
La polémica sobre el personaje también ha alcanzado a su legado, y algunas voces se han alzado para cuestionar la presencia de 17 obras de ... Le Corbusier en la lista de Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. La institución se reunió en Estambul en julio de 2016 y, ajena al debate revisionista, decidió seleccionar un buen puñado de las creaciones del maestro de la arquitectura moderna «por su respuesta a los desafíos y necesidades de la sociedad con nuevas técnicas arquitectónicas». El jurado internacional no tenía duda de que se trataba de obras maestras del genio humano al valorar «un lenguaje nuevo que significó una ruptura con el pasado». ¡Qué paradoja! Una obra rompedora de un personaje único que seguía atado a su pasado.
La herencia de ese patrimonio para las nuevas generaciones incluye construcciones relacionadas con la vida doméstica, la cultura, la política, la religión o el ocio, esparcida en países como Francia, Japón, Alemania, Argentina, Bélgica, Suiza y la India. Una de las más conocidas es la Capilla de Notre Dame de Haut, en Ronchamp, en el Alto Saona francés. También construyó el convento de La Tourette, en Eveux-sur-l'Arbresle (Lyon). La unidad de habitación de Marsella. El Museo de Arte Occidental de Tokio. El palacio de la Asamblea en Chandigarh, en India. Villa Saboya, en Poissy (París). La casa doble en la colonia Weissen hoh Siedlung, en Stuttgart. La casa para el doctor Curutchet, en La Plata (Buenos Aires). La casa Guiette, en Amberes. Villa La Roche (París). Villa le Lac, en Corseaux (Suiza), a orillas del lago Leman. Ciudad Frugés, en la localidad francesa de Pessac, en el área suburbana de Burdeos. El inmueble Clarté (Ginebra). El inmueble Molitor (París). La fábrica Claude y Duval, en Sant Die, en Los Vosgos. La Casa de la Cultura de Firmminy, también en Francia.
La última construcción es una de las más queridas para el arquitecto, la Cabaña, su refugio en Roquebrune-Cap-Martín. Una creación rústica que se fabricó en Ajaccio (Córcega) y fue trasladada hasta ese hermoso rincón de la Riviera, entre Mónaco y Menton. Desde la autopista A-8, a la altura del monte Agel, se puede descender hasta este lugar privilegiado, con playas íntimas entre acantilados abruptos. Lo escogió para vivir… y para morir. Se ahogó en sus aguas el 27 de agosto de 1965 a los 77 años. Ahora es un destino de culto de la 'marca Le Corbusier', como los enclaves de sus otras obras, a los que peregrinan sus seguidores. Y sus detractores.
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