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Mikel Casal
Ciencia y tecnología

James Hutton y su planeta desconocido

Geología ·

Desarrolló la teoría del uniformismo, que afirma que los procesos naturales actuales son los mismos que actuaban en el pasado

MAURICIO-JOSÉ SCHWARZ

Viernes, 21 de agosto 2020, 22:10

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Apenas podemos ver la superficie de nuestro planeta, acaso introducirnos en su corteza unos pocos cientos de metros. Por ello, durante la mayor parte de la historia, ignorábamos casi todo lo referente a la composición, evolución y realidad de nuestro hogar. Todo lo que el ser humano tenía que saber sobre él estaba, sin embargo, allí, contado a flor de tierra, en las rocas, en las montañas, en los minerales y en la forma del paisaje. Pero estaba escrito en un lenguaje desconocido.

No fue hasta el siglo XVIII cuando empezamos a descifrar el código misterioso de los elementos de la Tierra y empezamos a leer en ellos una apasionante historia muy distinta de los relatos míticos que ocupaban el lugar del conocimiento gracias a personajes como James Hutton, el padre de la geología moderna.

Cuando James nació en una familia escocesa acomodada (su padre, comerciante, era tesorero de la ciudad), el 3 de junio de 1726, la creencia dominante de su entorno, y de Europa en general, era que la Tierra había sido creada tal como la veíamos unos 6.000 años antes. Esta fecha era el resultado de los recuentos de los tiempos de la Biblia realizados por el arzobispo irlandés James Usher en el siglo XVII, es decir, no procedía de ninguna observación científica. De hecho, a partir de esa determinación caprichosa, todo cuanto rodeaba a la gente se ajustaba al relato bíblico. Por ejemplo, se decía que los fósiles eran animales que habían muerto en el Diluvio Universal.

Por supuesto, en otros lugares del planeta había otros mitos de la creación del universo igualmente caprichosos: el mundo procedía de huevos producidos por los dioses, o resultado de la unión de dos padres divinos, o emergía del caos cósmico. Estos mitos no tenían fechas precisas, pero todos imaginaban al planeta más o menos estable: las montañas habían sido creadas una sola vez, igual que los océanos. Esta estabilidad sólo se veía rota por cataclismos como terremotos y volcanes, pero que no tenían una capacidad formativa para el gran panorama del mundo.

Antes de llegar a interesarse en este tema, el joven James Hutton recorrió un largo camino. Estudió en el bachillerato de Edimburgo hasta los 14 años, cuando entró a la prestigiosa Universidad de Edimburgo para estudiar leyes… aunque lo que le gustaba era la química, motivo por el cual un año entró en medicina, que era la carrera más cercana a su pasión. Después fue a París, donde estudió química y anatomía, y se doctoró en medicina finalmente en la Universidad de Leyden (Países Bajos), en 1749.

Casi no tuvo oportunidad de ejercer su recién obtenido grado pues en 1750 heredó dos granjas y se tuvo que ocupar de ellas. Emprendió una serie de viajes durante dos años para volverse granjero y conocer los nuevos métodos de cultivo que aplicó a sus tierras junto con sus continuas innovaciones personales. Entre sus intereses estaban combatir la erosión debida a los vientos y comprender la forma en que se depositaban sedimentos, lo que lo llevó a interesarse por la geología.

17 años después de su conversión súbita en granjero, y con un éxito económico razonable, volvió a instalarse en Edimburgo y empezó a concentrarse en sus análisis geológicos. Así, la geología de entonces admitía ya que la roca madre de buena parte del planeta estaba formada por estratos de sedimentos que se comprimían hasta formar roca. Pero Hutton observó que esta sedimentación ocurría tan lentamente que incluso las rocas más antiguas estaban formadas «de materiales suministrados por las ruinas de antiguos continentes». Y esto demandaba que la Tierra tuviera una antigüedad bastante mayor que los 6.000 años del irlandés Usher. Pero, además, este proceso se invertía precisamente con la erosión que amenazaba sus tierras, cuando la roca se deshacía. La observación de Hutton es que este «gran ciclo geológico» debía haberse producido en muchísimas ocasiones y siempre de la misma manera.

Sus ideas exigían abandonar la creencia en que la Biblia daba un recuento fiable de la historia de la Tierra

Cuestionarse todo

El ambiente que encontró Hutton en Edimburgo era el de la revolución de la Ilustración. Conoció allí a Adam Smith, el fundador de la economía moderna; a Joseph Black, químico y descubridor del dióxido de carbono, y a James Watt, cuyo perfeccionamiento del motor de vapor sería el disparador de la Revolución Industrial. La Ilustración era la época de cuestionarse todo, y así lo hacía el grupo de Hutton en Edimburgo, que se conocería como El Club de la Ostra, al que pronto se uniría el filósofo David Hume.

Con sus estudios y sus observaciones, estableció un principio fundamental sobre el que se erigiría todo el conocimiento geológico posterior y la visión científica y naturalista en general: el uniformismo. Se llama así a la idea de que los procesos naturales que vemos en acción son los mismos que siempre han actuado en todo el planeta y son los que le han dado su forma actual. Esta idea, aplicada a la ciencia en su totalidad, nos dice que las leyes naturales siempre han sido las mismas y por tanto podemos explorar el pasado usando el conocimiento que obtenemos del comportamiento del universo hoy en día. Esto se oponía a la creencia del catastrofismo, según la cual procedimientos sobrenaturales como el Diluvio Universal habían dado forma al planeta y eran, por tanto, inaccesibles al estudio científico. Una consecuencia clave del uniformismo es que para que exista el mundo como es hoy en día, debe tener una antigüedad enorme.

Las ideas de James Hutton, postuladas en 1785 ante la Real Sociedad de Edimburgo y publicadas en 1795 bajo el título 'Teoría de la Tierra', exigían abandonar, de una vez por todas, la creencia en que la Biblia daba un recuento fiable de la historia del planeta, y con ello abrían la puerta a una comprensión más amplia de los lentos procesos del planeta y de la vida, concretamente, la idea de la evolución de las especies mediante la selección natural de Charles Darwin a mediados del siglo XIX y la idea de la deriva continental de Alfred Wegener a principios del siglo XX.

Hutton murió en Edimburgo el 26 de marzo de 1797, sin conocer la influencia profunda que su visión llegaría a tener para todo el conocimiento científico.

Hutton y la evolución

Además de sus aportaciones agronómicas y geológicas, en su libro 'Investigación sobre los principios del conocimiento' de 1794, James Hutton propuso un mecanismo de variación y selección naturales según el cual los cambios en el entorno harían que los individuos mejor adaptados a las nuevas condiciones sobrevivieran, lo que causaría el cambio de las especies con el paso del tiempo. El argumento de Hutton prefigura lo que demostrarían las observaciones de Darwin y Wallace, en la otra gran revolución científica.

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