Retrato de Antonio Salieri a la edad de 65 años, pintado por W. Joseph Mähler.
La otra cara del malvado

Cuando tú tienes el éxito pero no el genio

Antonio Salieri ·

Fue el rey musical en la corte de Viena, disfrutó de riqueza y favores y admiraba el talento incomparable de Mozart. ¿Por qué iba a matarlo?

Sábado, 19 de agosto 2023, 00:04

La leyenda dice que Salieri envenenó a Mozart. Ahí es nada, terminar con la vida del que para muchos es el mayor genio de la ... Historia de la Humanidad. Un talento inconmensurable. Una creatividad que parecería imposible si no fuera porque está debidamente documentada. Y Antonio Salieri, un italiano nacido en Legnano, cerca de Milán, en 1750 -el año de la desaparición de Bach- aparece como culpable. Las pruebas no soportarían la revisión en un juicio: al parecer, Mozart en pleno delirio febril, horas antes de su muerte, dijo que su colega era el culpable de su estado. Y Salieri, anciano y demente, encerrado en un sanatorio y olvidado por el mundo musical, muchos años después se vanaglorió en algún momento de haber terminado con el genio. A partir de ahí, una obra teatral de Pushkin, una ópera posterior de Rimski-Korsakov con libreto basado en el texto de su paisano y, en especial, la pieza escénica de Peter Shaffer y su adaptación al cine por Milos Forman (la oscarizada 'Amadeus') han reforzado la leyenda.

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Pero no solo la acusación carece de fundamento, sino que Salieri tuvo una buena relación con Mozart -en algunas etapas, excelente-, fue un compositor de más éxito en la corte y para el público en general, vivía mucho mejor gracias a que sus ingresos eran superiores, tenía un elevado número de alumnos brillantes e incluso triunfó repetidamente en el amor. Y además dejó un catálogo de obras que, de no haber sido por la coincidencia en el tiempo con Mozart primero y Beethoven más tarde, sería mucho más apreciado.

Pero la sombra de dos genios así oscurece a cualquiera. Los ejemplos en otras disciplinas artísticas -o deportivas, que el caso es similar- de figuras relevantes que tuvieron la mala suerte de vivir en los mismos años que los más grandes son numerosos. En realidad, resultan víctimas del azar. Y es humano que sufran por ello. La diferencia es que no se les suele acusar de matar a nadie. Ni han dado nombre a un síndrome: el 'síndrome Salieri', que define a quienes reconocen el inmenso talento de otros y sienten una envidia incontrolable por no poder igualarlo, aunque en el resto de aspectos de la vida les vaya mucho mejor.

Y a Salieri le fue bien. Muy bien. Mostró afición y talento para la música desde niño, y cuando quedó huérfano de padre y madre antes de cumplir los 14 años fue prácticamente adoptado por un compositor hoy olvidado llamado Gassmann, quien lo llevó a Viena. Allí recibió una educación exquisita, que incluía además de la música clases de latín y poesía, literatura europea y formación artística en general. Una educación que Mozart, siempre guiado por su padre, no tuvo.

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Las pruebas sobre el hipotético crimen son muy débiles: una frase de aquí y de allá y lo que dijeron ambos protagonistas al borde de la muerte

Además, pronto fue recibido en la corte y deslumbró al emperador José II con su brillantez en las sesiones de música de cámara que se organizaban en palacio. Tanto es así que Salieri se convirtió en el compositor favorito del monarca. Una posición que durante un cuarto de siglo, hasta la muerte de este, le otorgó favores, encargos, influencias y jugosas rentas. Además, fue también amigo de Gluck, y con solo 20 años recibía encargos de óperas, el género en el que más brilló. En ese 1770, sin ir más lejos, fue comisionado para crear una pieza lírica basada en un episodio de 'Don Quijote'.

Durante años, Salieri escribe óperas que renuevan el género y amplían sus límites, hace que los intérpretes canten en varios idiomas y compone una música que abandona de manera definitiva el Barroco y se adentra en una nueva época que luego llevarán a la cima Haydn y Mozart. Mientras este último, cinco años más joven, trata de acomodarse en Viena, Salieri está ya en la cumbre. Desempeña un cargo oficial tras otro, tiene entre sus alumnos a buena parte de los jóvenes descendientes de la aristocracia, cuenta sus estrenos por éxitos y gana una considerable cantidad de dinero. Los biógrafos de ambos estiman que, durante la mayor parte del tiempo que coincidieron en Viena, Salieri obtuvo unos ingresos anuales que probablemente multiplicaban por cuatro o cinco los de Mozart.

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Eso no fue nunca un obstáculo para que hubiese una relación más que correcta entre ellos. Una afirmación que se sostiene con datos: cuando en 1788 Salieri fue nombrado 'Kapellmeister' organizó una velada lírica para la que, pudiendo haber elegido una de entre sus muy exitosas óperas, programó 'Las bodas de Fígaro'. Y Mozart añadió un par de arias de gran virtuosismo para la soprano Caterina Cavalieri, que cantó en los reestrenos en Viena de 'Don Giovanni' y 'Las bodas'. Cavalieri era -lo sabía todo el mundo- la amante de Salieri. Por cierto, que este se había casado años antes con la heredera de una familia de financieros, con la que tuvo ocho hijos.

¿Envidia? Todo parece indicar que Salieri era consciente de que su posición social y económica era muy superior a la del salzburgués. Pero como muy buen compositor que era no podía ignorar que el talento de Mozart no era de este mundo. Hay una escena en 'Amadeus' que no se corresponde en absoluto con la realidad aunque -como diría Vargas Llosa- sirve para contar la verdad a partir de algunas mentiras: es cuando, pocas horas antes de su muerte, postrado en la cama, Mozart dicta a Salieri las notas del 'Réquiem' que quiere terminar. Aquel, devorado por fiebre, a ratos semiinconsciente, dicta tan rápido que Salieri no puede seguirle. Días antes -sin duda, otra licencia narrativa-, el italiano ha pedido a la criada de la familia que le enseñe un manuscrito de Mozart y apenas puede creer lo que ve: no hay correcciones, la música surge perfecta de su cabeza. Esas dos escenas son ficción. La facilidad y la rapidez de Mozart para la creación son del todo ciertas. Tanto es así que, apremiado por la proximidad de la fecha del estreno, llega a escribir alguno de los movimientos de sus conciertos para piano en una noche.

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Existe un 'síndrome Salieri' que padecen quienes sienten una envidia incontrolable por la inteligencia y la creatividad ajenas

Eso es algo que Salieri nunca ha conseguido: ha triunfado porque conoce los gustos de Viena y sabe adecuarse a ellos, pero ha sido a fuerza de trabajo y constancia. De ahí su asombro cuando primero al ver el manuscrito y luego al hacer de copista constata con dolor que está frente a un genio absoluto. Como Shaffer primero en la obra teatral y luego en la película de Forman pone en su boca, se da cuenta de que es Dios quien ha elegido a ese joven inmaduro en lo personal, incapaz de adaptarse a las formas de la corte y dado a los chistes escatológicos, para que componga una música que no está al alcance de un ser humano.

Pero la envidia seguramente era mutua. Salieri, del talento sobrehumano de su colega. Mozart, generoso, incluso derrochador, poseedor de gustos caros en las pocas ocasiones en que pudo permitírselos, de la posición y la fortuna de aquel.

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Rivalidad ficticia

El padre de Mozart alimentó el mito de la rivalidad exacerbada sin más pruebas que frases diseminadas aquí y allá en algunas cartas por su hijo. A estas alturas, parece demostrado que la tensión que en efecto se generó durante un tiempo se debió más bien a la competencia entre los libretistas de uno y otro, cuyo destino también estaba vinculado al éxito de las óperas en las que trabajaban.

Si hacemos caso a una de las cartas que Mozart envió a su esposa dos meses escasos antes de su muerte, aquella crisis estaba superada. En la misiva que recibió Constanza, que tomaba las aguas en Baden y reposaba para llevar a buen término un embarazo, el compositor le cuenta cómo había ido a buscar a Salieri y a su amante para que pudieran entrar a ver 'La flauta mágica' sin esperar la larga cola que se formaba cada día a la puerta del teatro. Y que el compositor preferido de la corte se había deshecho en elogios con su ópera hasta el extremo de que en cada fragmento había realizado grandes exclamaciones de entusiasmo.

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Es decir, que o Salieri era un mentiroso con unas dotes interpretativas de altísimo nivel, o admiraba realmente a Mozart. Lo que es del todo descartable es que hiciera nada por causarle la muerte. Obran en su favor también los testimonios de alumnos ilustres que Salieri tuvo. Beethoven, Schubert y Liszt pasaron por sus clases y no escatimaron elogios sobre su capacidad docente y su trato. Y si realmente la viuda de Mozart pensaba que era el culpable de la muerte de su marido, ¿cómo se explica que enviara a su hijo Franz Xaver (el más pequeño de los descendientes de la pareja, que tenía solo unos pocos meses cuando su padre murió) a aprender música con él?

En 2015, un investigador especialista en la vida y obra de Salieri halló en Praga la partitura de una cantata titulada 'Per la ricuperata salute di Ofelia' escrita a seis manos entre un ignoto compositor llamado Cornetti, Salieri y el propio Mozart. ¿Se escriben obras asociándose con alguien a quien se odia tanto como para darle muerte?

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Salieri ha pasado a la Historia como el hombre devorado por la envidia hasta el extremo de llegar al homicidio. La realidad poco tuvo que ver con la leyenda.

Razones de su mala fama

  • Origen de la leyenda. Al parecer, un Mozart delirante dice algo sobre que ha sido envenenado. Muchos años después, Salieri en plena demencia senil, se vanagloria de haber acabado con su rival.

  • La cultura en ayuda. El ruso Pushkin escribe una obra teatral basada en el falso asesinato. Después, Rimski-Korsakov compone una ópera a partir de ese drama. Ya en el siglo XX, Peter Shaffer estrena con gran éxito 'Amadeus', llevada al cine luego por Milos Forman. Aunque en distinta medida, todas sugieren el homicidio.

  • Rivalidad. Según parece, la competencia más que entre los músicos era entre sus libretistas, que también dependían para vivir del éxito de las obras.

'La otra cara del malvado' es una serie de reportajes que ponen el foco sobre el lado positivo de personajes marcados en la historia como perversos

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