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T.S. Lawrence.
Lecturas

Eliot o las esencias de Occidente

Golpe a golpe ·

Un libro de Jaime Siles destaca la fuerza renovadora del autor británico-estadounidense y su influencia en García Lorca, Juan Ramón y Neruda

carlos aganzo

Viernes, 23 de abril 2021, 22:08

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Primera edición de 'For Lancelot Andrewes'.
Imagen - Primera edición de 'For Lancelot Andrewes'.

En el prólogo a su colección de ensayos publicada bajo el título de 'For Lancelot Andrewes', T.S. Eliot se definía a sí mismo como «clásico en literatura, monárquico en política y anglo católico en religión». «Debí prever -dijo más tarde- que frase tan propicia para ser citada iba a perseguirme durante toda la vida». Y así fue. En el trasunto de este pequeño autorretrato ideológico estaba la impronta de un escritor con frecuencia tildado de elitista y aristocrático, de fuertemente conservador. Algo que tiene poco que ver con la realidad, ya que lo que hizo Eliot no fue otra cosa que revolucionar, «tal vez más que ningún otro poeta de su tiempo, la poesía de la primera mitad del siglo XX». Esto es, en esencia, lo que defiende el poeta y profesor Jaime Siles (Valencia, 1951) en su ensayo 'Un Eliot para españoles', publicado por la colección de breviarios de Athenaica.

El ensayo, que da cuenta una vez más de la militancia de Siles en la defensa de los valores de la civilización mediterránea y occidental, parte de un presupuesto profundamente arraigado en la crítica estadounidense: el de la confrontación entre los que defendieron la cultura americana como heredera de la europea y, por ende, de la cultura clásica, con Eliot y Ezra Pound a la cabeza, y los que apostaron por una literatura genuinamente norteamericana, por el arte de una sociedad posmoderna afianzada en la cultura de masas, como Wallace Stevens, Robert Frost o William Carlos Williams.

Eliot, como Pound, vivió la expatriación desde una doble perspectiva personal y cultural. Pero su intento de recuperar las esencias de Occidente, en el marco de una Europa presa de una grave crisis de identidad, le obligó a ir más lejos. La principal tradición cultural occidental, afirmó Eliot, «ha sido la que corresponde a la Iglesia de Roma», puesto que «la tradición occidental ha sido latina y latina significa romana». Un concepto, el de la raíz cristiana y latina de la cultura europea, en profundo debate aún en nuestros días. «Es en la herencia de la literatura griega y latina, en el cristianismo y en las antiguas civilizaciones de Grecia, Roma e Israel, donde el mundo occidental encuentra su unidad», escribió.

Para Eliot la función social de la poesía debe ser transformar a la larga a un pueblo entero

Desde esta perspectiva, el texto de Jaime Siles, además de un ensayo literario, constituye también «una reflexión sobre los problemas de la cultura de nuestro tiempo». El tiempo de la sustitución, como ya anticipó Eliot, de la educación clásica por «supuestos saberes de posible aplicación práctica». El tiempo de los 'Estados Unidos de Trump', pero también de la «no menor deficiencia política y mental que actualmente sufrimos y padecemos en España». Uno de esos momentos, en definitiva, «en que la humanidad se encuentra al borde del abismo y encantada de lanzarse muy gustosa a él».

El ensayo, que discurre con fluidez por la obra completa de Eliot, se detiene especialmente en los dos grandes hitos de su producción poética: 'The Waste Land' (La tierra baldía, de 1922) y los 'Four Quartets' (Cuatro cuartetos, de 1943). 'La tierra baldía', del que se ha dicho que tal vez sea el poema-libro más relevante en lengua inglesa de todo el siglo XX, ha llegado a provocar que algunos autores hablen del período de entreguerras en Europa como de la 'Eliotite age' (la edad de Eliot). El momento en el que se certifica la muerte de la 'modernidad romántica' a favor de una nueva 'modernidad clásica'. El testimonio de «la desaparición del antiguo orden del mundo, mantenido desde la época de Augusto en el siglo I d.C. hasta la aparición de la revolución industrial». Lo que Eliot llama «la especulación capitalista, la explotación organizada y el comercio del deseo». Al cabo, la puesta en tela de juicio de Dios y de la Naturaleza.

Y veinte años más tarde, antes de que el escritor decida dedicarse ya de pleno al teatro y a las conferencias, la bajada a los infiernos de Virgilio y de Dante, o la entrada en la noche oscura del alma de San Juan de la Cruz, con los 'Four Quartets'. La expresión literaria de su experiencia religiosa desde una metafísica universal. De nuevo la crítica de algunos sobre su falta de compromiso social. Porque para Eliot, el compromiso del poeta se ha de dar sin duda con el sentimiento y la emoción, pero sobre todo con la cultura y la lengua. De manera que la función social de la poesía resulte clara: transformar a la larga a un pueblo entero.

Huella en Lorca y Neruda

Anuncia Siles, desde el título, que va a escribir sobre un Eliot para españoles. Y por encima de su influjo evidente en poemarios míticos de nuestra literatura, como 'Poeta en Nueva York', de Federico García Lorca, se detiene a identificar la estela de Eliot en dos autores con enfoques bien diferentes: Juan Ramón y Neruda. Juan Ramón, cuyo poema en prosa 'Espacio' refleja con claridad la lectura de 'La tierra baldía', destacó que la idea de Eliot de «fundir lo metafísico con lo vulgar, lo diario con lo eterno, lo permanente con lo pasadero» no es una idea nueva, pero sí lo es «su conciencia plena de este asunto, su cultura asimilada para este fin y su estilo de adecuada, definitiva riqueza, elaboración y continuidad». Su relación con Neruda, sin embargo, es mucho más compleja. El chileno, que ya ironizaba en sus primeros textos con los poetas que 'rilkeaban' o que 'eliotizaban', leyó con profundidad a Eliot, y no es difícil deducir su impacto en 'Residencia en la tierra'. Pero a partir, sobre todo, de su ingreso en el Partido Comunista, lo cierto es que le fue señalando cada vez más como un modelo poético a batir. Hasta el punto de escribir: «Cuando Fadéiev expresaba en su discurso de Wroclaw que si las hienas usaran la pluma o la máquina de escribir escribirían como T.S. Eliot, Franz Kafka o William Faulkner, me parece que ofendió al reino animal».

Algunas veces con amor puro. Siempre con admiración y, en algunos casos, como auténtico contrapunto. Lo cierto es que más allá de su posición indiscutible en la cima de la literatura anglosajona, también entre los escritores en español esa visión suya de la cultura occidental como americana, inglesa, europea, romana e israelita ha calado y sigue calando con profundidad.

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