La Barcelona de Sergio Vila-Sanjuán
Homenaje. ·
La novela ganadora del Premio Fernando Lara prima el aspecto urbanístico e histórico de la Ciudad Condal sobre la tramaProbablemente flote sobre todas las ciudades del mundo la tácita demanda de una novela emblemática que las retrate: la gran novela de Nueva York, la ... gran novela de París, la gran novela de Teruel… Sergi Pàmies se burló irónicamente de ese reclamo de sus paisanos en 1998 con un título que no podía ser más directo: 'La gran novela sobre Barcelona'. El hecho de que el libro no fuera una novela sino un volumen de relatos conllevaba la jocosa renuncia a afrontar el desafío autóctono-literario que había abrazado Eduardo Mendoza en 'La ciudad de los prodigios' (1986) y que abrazarían Carlos Ruiz Zafón en 'La sombra del viento' (2001) o Ildefonso Falcones en 'La catedral del mar' (2006). En ese contexto se situa 'Misterio en el Barrio Gótico', la obra con la que el barcelonés Sergio Vila-Sanjuán ha obtenido el Premio de Novela Fernando Lara 2025 y que es un homenaje explícito a la Ciudad Condal y a su ayer.
En realidad, toda la trayectoria narrativa de este autor ha venido girando en torno al tema de la capital catalana. Ese fue el caso de 'Una heredera de Barcelona', el texto con el que debutó como novelista en 2010 y que tuvo como heroína a una estrafalaria aristócrata de los años 20. Ese fue asimismo el caso de 'Estaba en el aire', la obra con la que ganó el Nadal en 2013 y que versaba sobre el periodismo radiofónico en dicha capital durante los años del desarrollismo, al que se sumaba la historia de la amante alcohólica de un siniestro magnate de la dictadura. A este autor le interesan mucho las coordenadas temporales y espaciales para sus ficciones, los escenarios y los momentos sociológicos, más que los políticos, que ha vivido su urbe natal. Así, 'El informe Casabona', su tercera novela, publicada en 2017, y la primera en la que puso a trabajar a su detectivesco periodista Víctor Balmoral, era una costumbrista alegoría del pujolismo, no tratado desde el ángulo ideológico sino desde el meramente socioeconómico de la corrupción.
Pese a su interés por la sociología barcelonesa, las novelas de Vila-Sanjuán no prestan gran atención a cuestiones como el nacionalismo, la huida empresarial o la inmigración en esa región de España. De este modo, en 'Misterio en el Barrio Gótico', Balmoral vuelve al ataque, pero moviéndose en un peculiar y limitado plano destiladamente cultural, social e institucional del que solo sale para adentrarse en el histórico, arquitectónico, gótico y neogótico, como si se hallara en una campana de cristal donde se hubiera hecho el vacío y en una Barcelona que hubiera permanecido anímicamente intacta desde los boyantes y creativos años 80. Balmoral hace acuse de recibo de los cambios acaecidos en su sociedad, y de forma particular en el Barrio Gótico, en el que se centra la acción narrativa y la contemplación descriptiva, para rechazarlos o enajenarse de ellos y sumirse en su plácida soledad de solterón sesentón; en su lidia cotidiana con una prostatitis controlada; en sus largas conversaciones con Tomás Riquelme, un amigo muerto quince años atrás, o en su faceta añadida al periodismo de biógrafo y consejero espiritual de una nonagenaria perteneciente a la alta burguesía barcelonesa llamada Finita Llorens de Carvajal.
Balmoral sale de esas grises rutinas para llevarnos a los edificios emblemáticos de la metrópoli: al Palau Requesens, que acoge la sede de la Real Academia de Buenas Letras, a la que él pertenece como orgulloso miembro; a la plaza de San Felipe Neri o a la calle del Obispo, dos ejemplos de tardía y fantasiosa reconstrucción; al Saló de Cent, que se halla en el interior del Ayuntamiento y es anterior al siglo XIX, o al elitista Círculo del Liceo, en cuyo bar tendrá su encuentro con Benita Bach, una joven pelirroja, hija de un rico empresario, que le propone la aventura presuntamente troncal del libro: descubrir el paradero de su madre, Regina Suelves, una mujer que, tras vivir una alocada juventud de hippie, desapareció abandonando a su marido y a sus hijos. Al hilo argumental de esa misión se suman unas cartas anónimas que nuestro hombre recibe y el hallazgo de un cadáver en un palacio que iba a ser rehabilitado como atracción para visitantes de la ciudad.
La novela nos ilustra sobre el desarrollo urbanístico barcelonés y el gótico de cartón piedra de varios de sus edificios más notables. Ello tiene su interés, pero tanta información afecta a la supuesta trama de misterio y a un Balmoral que pasa de periodista y detective a guía turístico del lector con un tono un tanto relamido que oscila entre el engolamiento de la novela rosa y 'El Libro Gordo de Petete'.
-
'Los mensajeros de la oscuridad' John Connolly
John Connolly abona la leyenda negra de Maine
Sergio García
Si a algo invitan las novelas de John Connolly es a presagiar que su protagonista, Charlie Parker, no disfrutará de una vejez no digo ya tranquila -algo imposible cuando se mantienen lazos tan estrechos con el inframundo-, sino de vejez… a secas. Bueno, pues ya van 22 relatos a cada cual más abracadabrante y el detective más atormentado que cabe imaginar aguanta como un jabato. En 'Los mensajeros de la oscuridad', Parker trata de descubrir el paradero de Henry Clark, un niño de cuya desaparición todos culpan a su madre tras el oportuno hallazgo de una manta empapada en sangre en el maletero de su coche. Contratado por el escurridizo abogado Moxie Castain, Parker tendrá que proteger a la mujer al tiempo que recaba pruebas de su inocencia. Hay que reconocerle al autor el mérito de mantener viva una saga que avanza con un pie en el más allá, lo que podría espantar a los descreídos del esoterismo, entre los cuales me incluyo. Pero nada más lejos de la realidad, porque en las historias de Connolly los espíritus no son un recurso en el que ampararse para dejar cabos sueltos, sino el decorado donde aliñar historias que no dan respiro, resueltas como solo puede alguien familiarizado con los protocolos policiales y jurídicos. Hablando de escenarios, Maine tiene una importancia capital en los relatos de Charlie Parker. Basta con darse una vuelta por este universo por momentos sórdido para comprender por qué es el estado del que Stephen King no sale ni a tiros.
-
'Sindiós' Martín Caparrós
La fe de Martín Caparrós
Iñaki Ezkerra
Martín Caparrós publicó en 2024 'Antes que nada', un volumen de setecientas páginas donde hacía frente de manera reflexiva al diagnóstico de ELA que le había sido comunicado dos años antes. En 'Sindiós', persiste en el legítimo ateísmo que le inspiró aquella suerte de testamento vital, si bien optando por un discurso donde la conciencia de la finitud cede el paso a la ideología, la solemnidad a la distancia breve y la angustia a un sentido del humor que es la nota más gratificante del libro y que lo convierte en una antítesis estilística de aquella densa entrega. El autor argentino rechaza la idea de la divinidad con frases impagables por su sinceridad hilarante: «…un juez omnisciente e implacable que decidirá sobre tu vida eterna -eterna- y podrá condenarte a torturas horribles si cree que has hecho algo que lo merece -y casi todo lo que uno hace lo merece-». Estas palabras marcan el tono de unas páginas en las que el desenfado pone la nota refrescante y disolvente.
Caparrós se asombra de que «la inmensa mayoría de las personas crea en algún engendro sobrenatural» y de que Dios no haya muerto, como dictó Nietzsche. Atribuye a las religiones gran parte de la culpa, si no toda, de los males políticos que asolan al mundo. El texto adolece, así, de una contradicción. Por un lado, descree de la religión; por otro, muestra una ciega fe en la utopía nihilista. Para Caparrós el mundo será mejor sin dioses. No contempla la fea posibilidad de que el lobo hobbesiano haga crecer el infierno en la Tierra al carecer de «temor de Dios».
-
'Habitada' Cristina Sánchez-Andrade
Posesión o locura
Elena Sierra
Una primera parte de drama y una segunda parte de humor. No es fácil hacer la mezcla y que resulte, pero la escritora Cristina Sánchez-Andrade lo consigue en esta novela que podría haberse quedado solamente en dramón, el de una mujer joven gallega sometida al abuso (muy clásico) por casi cualquiera con quien se cruza. Un padre que jamás tiene una buena palabra, un curilla que para mantener su estatus la mete en casa del amo, en el pazo, para que ese señor haga con ella lo que quiera; las murmuraciones sobre su propia madre y sobre ella, la moral que solo aplica para las mujeres, las creencias, el trabajo constante, una naturaleza que parece que asfixia y una superstición que atemoriza... Lo dicho, un drama, uno en el que se refleja la vida de tanta gente a lo largo del tiempo. Lo raro, ahí, es estar cuerda.
Y después, una especie de vodevil: esa misma chica es -o no es- una chica poseída por el espíritu de un clérigo que murió en Cuba. Y ahí todo cambia y empieza el lío. Habla diferente, se mueve de otra manera, y así la narración es ya otra. Le hacen reconocimientos médicos al mismo tiempo que su fama como sanadora y guía espiritual crece. Su presencia -o su ausencia, según se mire- sirve de catarsis para toda la aldea. El clérigo no se corta, dice y hace lo que quiere y descubre los secretos de los demás, que parecen abrirse en canal con él -o ella-. Un juego divertido y perverso por igual con el que señalar la miseria moral de tanta gente tanto como con la primera parte.
-
'A pedazos' Hanif Kureishi
Informe de daños
Pablo Martínez Zarracina
Kureishi mezcla la crónica del día a día con la memoria y la reflexión en un libro duro, lúcido y por momentos luminoso
«Qué ingenuos parecemos cuando no conocemos nuestro destino». Es una de las últimas reflexiones que Hanif Kureishi incluye en 'A pedazos', un libro que reúne textos que funcionan como informes enviados desde el centro mismo de la desgracia. El pensamiento remite al invierno de 2022, cuando el autor británico de origen paquistaní, que por entonces tenía sesenta y ocho años, pasaba una temporada feliz en Roma. El día de San Esteban, después de un paseo por la Villa Borghese, se desmayó en el apartamento de su pareja mientras veía un partido de fútbol. Al caer, se rompió el cuello.
Inmovilizado desde entonces, ingresado en distintos hospitales con un diagnóstico de paraplejia severa y sin poder utilizar las manos para escribir, Kureishi comenzó a dictar unos textos urgentes y personales que mezclan la crónica del día a día con la memoria y la reflexión más amplia. El resultado es un libro duro, pero también lúcido y por momentos luminoso. El autor de 'El buda de los suburbios' no esquiva en él la desesperación, pero utiliza como asidero la misma energía sensual, provocadora e ingeniosa que define su literatura. En la descripción, por ejemplo, del paso de una vida autónoma y placentera a una dependiente y medicalizada: «Es como si cuatro policías me hubiesen agarrado en plena calle y me hubieran metido en un colegio extraño: un universo alternativo irracional y claustrofóbico».
Postrado en el hospital, Kureishi repasa su vida y reflexiona sobre su identidad, que se demuestra inseparable de la literatura. También sobre el cuerpo y el deseo, la rutina hospitalaria, la dependencia absoluta de los demás, los compañeros de ingreso o las visitas que a veces lo animan y a veces lo entristecen. El recurso al humor es constante y oscila entre lo escatológico y lo autoparódico. El autor llega a comparar su situación con la de «una tortuga boca arriba sobre su caparazón, moviendo desesperada las patitas, rogando que le den la vuelta».
«Yo mismo me he visto envuelto en una catástrofe», concluye Kureishi, y añade de inmediato: «Pero eso no conforma la historia completa: la amabilidad y la bondad no son muy espectaculares, pero están por todas partes». Detrás de este libro hay un hombre atrapado en su propio cuerpo que se obliga a buscar algo valioso que lo mantenga a flote y comprende que contar la historia completa es lo que define a un escritor.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión