El teatro se adentra en las cárceles de mujeres del franquismo
'Las que fueron silencio', basada en testimonios reales y dirigida por Javier Hernández-Simón, se estrena en el Arriaga
Cuando recuperó la libertad, Tomasa Cuevas, militante comunista que pasó por varias cárceles durante el franquismo, recorrió toda España buscando a sus compañeras de celda ... para que sus testimonios no se perdieran. Viajaba siempre con una grabadora y contó sus experiencias en varios libros. En recuerdos como estos y en una intensa labor de documentación se basa 'Las que fueron silencio', la obra de Alberto Iglesias que se estrena este jueves en el Arriaga y que reivindica el teatro «como acto de memoria». Hay tres funciones hasta el domingo, porque el viernes se ofrecerá el concierto inaugural de Musika Música.
Esta es la primera y ambiciosa producción de Marea Teatro, la compañía creada por la actriz vitoriana y profesora en Dantzerti Lucía Lasarte. Javier Hernández-Simón, tras su muy aplaudida 'Los santos inocentes', dirige a un elenco de ocho intérpretes vascos –Itxaso Gil, Irene Bau, la propia Lasarte, Unai Izquierdo, Vene Herrero, Itxaso González, Nagore Navarro y Gabriel Ocina– que se adentra en las cárceles de mujeres del franquismo. Algunas tan cercanas a nosotros como las de Saturraran, Durango y Amorebieta, aunque en la obra no se cita ningún lugar concreto.
La misma penosa realidad se vivía en todo el país. «En el año 40 y 41 las cárceles estaban llenas de mujeres represaliadas por sus ideas políticas y el régimen se cebaba con ellas», afirma el autor. Las sometían a «escarnio» de forma sistemática para «arrebatarles la dignidad» y la voluntad. Fue al ver un documental sobre la cárcel de Saturraran cuando Hernández-Simón le propuso profundizar en el tema, aunque el proyecto quedó en suspenso y se reactivó al incorporarse Lucía Lasarte. Cuando aún estaba en desarrollo fue elegido por un jurado especializado como la mejor propuesta de Eszenabide, el escaparate escénico que organiza la asociación de productoras vascas Eskena.
Con doble trama
El premio ha ayudado a que la producción siga creciendo y también cuenta con la colaboración del Arriaga, la Diputación de Álava, Emakunde, la Kultur Etxea de Sopela y la Escuela de Teatro de Navarra. Hacían falta medios para contar la historia que tenían en la cabeza y rendir homenaje «a las personas que tuvieron que vivir en silencio durante toda su vida». Alberto Iglesias asegura que ha encontrado en las bibliotecas «tanta documentación que te puede enterrar». Testimonios de supervivientes como Tomasa Cuevas y Juana Doña, trabajos de documentación y estudios como 'Las rapadas de Franco', una práctica vejatoria que «todavía se hacía en 1964». Llegó un momento en el que tuvieron que parar de recopilar información para construir el material dramático, «el conflicto y la lucha» que plantea la obra.
La trama principal se desarrolla en la cárcel, donde a las presas les permiten hacer teatro. Pero en lugar de la obra que les propone el cura, montan una que tiene que ver con Calvino y Castellio en la Ginebra del siglo XVI, como reivindicación de la libertad. En el pase gráfico ofrecido esta mañana se ve a las presas descalzas pisando tierra, atadas con cuerdas a un poste central en una escenografía evocadora que ha creado Gorka Martín. El vestuario es de Betitxe Saitua y el espacio sonoro, de Álvaro Renedo Cabeza.
Javier Hernández-Simón asume que habrá quien reciba este proyecto como «otra obra sobre la Guerra Civil», y lanza una reflexión. «En ningún lugar del mundo dicen 'otra obra sobre el Holocausto', ni sobre el apartheid ni sobre los genocidios en Ruanda, solo aquí en España. Este es el único país de Europa en el que el dictador murió en la cama y el relato está en manos de los que vencieron, que nos han dicho que hay que olvidar».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión