El bar al que todo el público quiere ir
La triunfadora en los Max es una comedia «vitalista» y curativa para su autor que demuestra que una obra de tres horas puede ser un éxito
Alfredo Sanzol tenía doce años cuando se enteró por casualidad, a través de una foto, de que su padre había sido cura. «Solía decirnos: cuando ... seáis mayores os tengo que contar algo importante, pero vio que ya lo sabíamos o tampoco encontró el momento». La gran triunfadora en los Max, 'El bar que se tragó a todos los españoles', tiene algo de «restitución de ese silencio», aunque más allá de la historia familiar encierra «una dimensión social muy grande». Un retrato en clave de comedia de los años 60, cuando la Iglesia facilitó el procedimiento y «miles de sacerdotes solicitaron la dispensa para dejar de serlo, a pesar de que socialmente estaba mal visto». Fue «una pequeña revolución», también en el teatro.
Es difícil resistirse a una obra con este título. «Pensé en los bares españoles que se convierten en una especie de laboratorio de la sociedad», decía ayer el dramaturgo navarro en el trayecto de vuelta de Bibao a Madrid. Y no solo aquí. «Se puede hacer un viaje por el mundo saltando de bar en bar de españoles, los que abren exiliados e inmigrantes». El otro día fue a un festival en Vilna, la capital lituana, y enfrente del hotel Hilton «hay un bar que se llama La Pepa. Sin buscarlo, vimos otro de tapas».
Por eso el escenario es un bar que se va transformando y que le ha valido a Alejandro Andújar el Max al mejor espacio escénico, el tercero junto a los de autoría y mejor espectáculo teatral. Es un espacio habitado por nueve intérpretes que dan vida a casi medio centenar de personajes «de diferentes ideologías y clases sociales, que van apareciendo durante el viaje de Jorge Arizmendi», al que encarna Francesco Carril. «Es una historia de crecimiento y transformación personal que simboliza la historia de crecimiento y transformación de toda una sociedad»
El padre del autor tenía 33 años cuando, en 1963, decidió cambiar de vida y viajó a Texas -recaló en la ciudad de Orange- para aprender inglés y marketing. Le pasó algo muy literario. Encontró trabajo como vendedor de aspiradoras y visitó el rancho de un matrimonio que había perdido a su hijo recientemente. Se parecía tanto al fallecido que le ofrecieron que se quedara a vivir con ellos con la promesa de dejarle el rancho en herencia. «Eso que parece lo más fantasioso es lo único real de la obra», se ríe Sanzol, que muchas veces oía decir a su padre cuando llegaba de trabajar como comercial de embalaje: «¡Yo podría tener un rancho en Texas!».
De las historias que él les contaba y de las que se ha inventado surgen las tramas de esta comedia, con personajes como Martin Luther King y Margaret Millar. El resultado es una obra de tres horas de duración, el doble de lo habitual. «Me dije: vamos a empezar a cortar, pero no sabía dónde. El tiempo que duraba era importante para crear la sensación de viaje y de transformación vital». El público respondió y tras su estreno en el Centro Dramático Nacional y una gira por cinco ciudades -Barcelona, Pampona, Sevilla, Valencia y Santiago- ha vuelto a la sala Valle-Inclán, donde permanecerá en cartel hasta el día 17 de este mes.
Los Max abren puertas y pueden dar una segunda vida a los espectáculos, aunque en este caso parece complicado. «Acabamos aquí y ya se verá a ver qué hacemos». Su primera creación como director del Centro Dramático Nacional ha añadido dos premios más a su extensa colección: con los obtenidos el lunes, ya tiene cinco Max como mejor autor y tres al mejor espectáculo teatral (lo logró con 'En la luna' y 'La ternura'). 'El bar...' le ayudó a recuperarse del coronavirus, que contrajo en marzo de 2020. «Ya la había empezado y mientras estaba malo no hacía más que pensar en lo que iba a escribir cuando me curara». Le salió una obra «muy vitalista, un viaje de amor a la vida».
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