Nuestro patio de butacas: los 25 teatros municipales de Bizkaia

Los teatros municipales, como todos los demás, pelean por atraer nuevos públicos, aunque ellos parten con la ventaja de conocerlos mejor. Miman la programación infantil y se esfuerzan por estrechar vínculos con la comunidad. Muchos funcionan como cines -lo que aporta recursos complementarios a la subvención municipal- y cobijan un cine club además de programar teatro, música y danza; en general por este orden, aunque cada uno busca su fórmula. Cuentan con el mejor observatorio a pie de calle y con un órgano de coordinación, Sarea, que agrupa a 63 espacios en 50 municipios vascos. « Siempre tenemos cerca espectáculos de calidad y los nombres conocidos no solo pasan por los grandes teatros», afirma la responsable de la red, Nekane Basterretxea. Va en aumento la presencia del euskera y el compromiso con los artistas locales. Una vez al año organizan un foro con compañías vascas que presentan proyectos antes de su estreno «para ver quién asume un cierto riesgo y apuesta por ellos».

El festival de teatro que celebra este mes en Santurtzi su 40 edición es el decano de Bizkaia. «Empezó con el primer ayuntamiento democrático y se llamaba Semana de Teatro», recuerda Carlos Morán, director del Serantes Kultur Aretoa y presidente de la Red Española de Teatros de titularidad pública. «Aquello marcó la vida de mucha gente de la margen izquierda que luego ha acompañado la evolución del teatro». A falta de escenario, actuaban en los cines, «había seis, pero iban desapareciendo». En 1988 el Ayuntamiento compró el más grande, el Consa, con sus 2.000 butacas «que alguna vez se llenaron con Florinda Chico». Una reforma integral dio paso a tres salas, lo que permite dar cine a diario.

En torno al teatro han crecido actores como Anabel Alonso y Javi Tirado, de Gorakada. Ramón Barea, que actuaba con Cómicos de la Lengua en el instituto, «siempre dice que Santurtzi es muy teatrera». Combinan citas con estrellas como Lola Herrera e Imanol Arias con espectáculos de pequeño formato y en espacios no convencionales. «Hemos bajado a la gente a los camerinos», recuerda Morán. También llenan con ópera, la última 'Madame Butterfly'.

Tienen pendiente una inversión «para ofrecer una programación estable de cercanía». Morán cree que «en Euskadi tenemos una oferta teatral envidiable y envidiada». Una de las bazas es que en general la programación «está en manos de funcionarios con muchos años de experiencia, ajenos a los cambios políticos».

El Teatro Barakaldo cumple treinta años en 2020 y está inmerso en una ambiciosa reforma. Busca ser más accesible y modernizar sus equipos «para desarrollar con todas las ventajas espectáculos de diferentes disciplinas». Ana López Asensio, que asumió la dirección el año pasado, ya ha puesto en marcha actuaciones '360 grados', con sillas plegables sobre el escenario «para envolver al artista. Empezamos con Maui, que tenía al público a un metro. Son maravillosas las miradas, la complicidad...».

También ha organizado reuniones con los socios del teatro «para presentarles la programación cara a cara. Nunca conocemos lo suficientemente bien a los públicos, que son muchos y diversos», ni siquiera cuando son nuestros vecinos. Tras un año de transición, en esta nueva etapa llevarán «estadísticas más precisas», ya que hay montajes con distintos aforos y no manejan datos de ocupación media. Los miércoles son días de cine y dentro de la diversidad de la programación hay clásicos como el ciclo de flamenco y El Brujo.

Conscientes de la «escasa visibilidad» de la danza, este año le han dedicado sus dos estrenos absolutos: 'Gorpuztu' de Eva Guerrero y 'Burdina', de Adriana Bilbao. «Como teatro público tenemos un compromiso con los procesos de creación» y como segunda ciudad de Bizkaia ocupan su lugar en el mapa. Casi el 40% de sus socios son de fuera de Barakaldo. Tiene tirón en Bilbao y Getxo, donde «algunos se han dado de baja al abrir Muxikebarri y otros mantienen las dos tarjetas».

Si hay un escenario iluminado por los focos en estos momentos es Muxikebarri. Tras una inversión de 53 millones de euros y una década de obras, no exenta de polémicas, el reto de darle lustre y contenido corresponde a un equipo liderado por Irantzu Uriarte, presidenta del Aula de Cultura. El edificio diseñado por Luis María Uriarte, socio de Norman Foster en la ampliación del Museo de Bellas Artes, «es mucho más que un teatro, acogerá también eventos y congresos de pequeño formato, un complemento al Euskalduna». Tiene cuaro salas con nombres de playas y una de ellas, Arrigunaga, «funciona como una caja negra, con 276 butacas en una grada retráctil que dejan espacio para 763 personas de pie». Por aquí pasó la gira de despedida de Berri Txarrak.

Quieren sacar chispas a su flamante equipamiento. «El edificio está totalmente monitorizado y tiene una de las mejores acústicas de todo el entorno», una baza que lucirán con zarzuelas (hoy mismo por primera vez ) y óperas. «Hay muchos getxotarras en la ABAO». Empezarán por la gala que recupera joyas de la lírica en euskera.

La gente curiosea por los rincones mientras disfruta de una programación volcada en la música y con notable presencia de la danza. «Cada vez habrá más teatro» y el cine entrará «poco a poco», empezando por ciclos temáticos. Suena a puesta de largo 'Reflejos de Getxo', que del 21 al 24 de este mes ofrecerá teatro, música y danza con artistas locales, textos de Unai Elorriaga y dramaturgia de Javier Liñera.

Quienes no quieran perderse 'Copenhague', con Emilio Gutiérrez Caba y Carlos Hipólito enfrentados por el uso de los avances científicos para desarrollar armamento nuclear, pueden verla en Santurtzi, Getxo, Basauri y Barakaldo. Los teatros municipales 'pescan' en grandes caladeros con el apoyo de Sarea. «Trabajamos conjuntamente y bajamos el precio», explica Gerardo Ayo, director del Social desde que abrió sus puertas en 1993.

'Broadway o Basauri' fue el lema que eligieron para dar nueva vida al Cinema Social que fue lugar de encuentro desde los 50. La cartelera apunta alto, pero con el tiempo se acercaron más a la gente del pueblo «y cambiamos el chip en la forma de relacionarnos con las asociaciones».

El director habla con el mismo «orgullo» del concierto de Albert Pla que de los 1.500 socios del teatro. Celebraron su 25 aniversario con estrellas como Aitana Sánchez-Gijón y 35.000 espectadores. «Buscamos variedad y educar al público, por ejemplo en la danza». Cuando hay ópera siempre llenan con antelación.

La fundación a la que pertenece el Social junto a las siete casas de cultura y dos salas de exposiciones ha logrado «un millón de superávit en ocho años» gracias a los ingresos del cine, el alquiler de la sala y los cursos y talleres «con lista de espera», lo que les permite hacer mejoras. A Gerardo Ayo le han abierto un expediente informativo para investigar cobros irregulares en dietas por su asistencia a ferias de teatro, un asunto sobre el que no tiene «nada que decir».

Sorprende que un pueblo de 16.000 habitantes tenga un teatro de 513 butacas. «Es complicado llenarlas», reconoce Patxi López, programador del centro. Como muchos otros teatros municipales, antes fue cine y en su reforma ha conservado un gran aforo. Ha vivido etapas curiosas, como cuando el Ayuntamiento programaba espectáculos y del cine se encargaba de la parroquia, que fue su propietaria durante muchos años. Ahora mantiene su carácter de lugar de encuentro y ofrece una programación «lo más diversa y ecléctica posible, sin dejar de buscar al público».

El pueblo donde nació el poderoso productor Jesús Cimarro y que vio crecer a Imanol Arias recibe con orgullo a José Sacristán, a Nuria Espert y «propuestas minoritarias como un docudrama de una compañía argentina sobre desaparecidos». Lo que más atrae al público de otros municipios son los conciertos. «Hemos traído a gente como Melendi, Rozalén y Fito cuando no tenían tanta proyección. Los teatros pequeños estamos obligados a tener olfato». Para el cine hay bonos que abaratan las sesiones hasta 1,30 euros y cuando proyectan óperas, «ya que no podemos traerlas en vivo, servimos una copa de cava».

No es casualidad que en el Duranguesado haya tantos teatros. Durango, Elorrio, Berriz... «cada municipio tiene el suyo y casi todos han sido de los primeros, porque aquí hay muchas compañías», dice David Murillo, director de Zornotza Aretoa. El centro ha cumplido 25 años y su historia está ligada a Markeliñe. También tienen raíces en la comarca Gorakada Teatro, la mitad de la compañía de títeres Anita Maravillas, Loli Astoreka... y para seguir haciendo cantera «tenemos un programa de teatro para adolescentes, se prepara una obra y se representa en los teatros de la comarca».

Zornotza Aretoa se vuelca en la música, una de las señas de identidad de Amorebieta. «Tenemos cinco coros, mucha tradición en la calle y en las fiestas el programa musical siempre destaca». De puertas adentro, en 'Girando con Carlos Cano' recordaron sus canciones artistas como Carmen París, Luis Pastor y Mikel Urdangarin, han rendido homenaje a Imanol con un cuarteto de jazz y en 'International Citrus Band' trajeron «músicas de ida y vuelta, del Río de la Plata al Cantábrico y por el Mediterráneo hasta el Kurdistán».

Los 17.000 habitantes de Gernika tienen dos espacios escénicos: el histórico Lizeo, que abrió sus puertas como cine en los años 20, fue reformado en 2002 y el Elai Alai, que es de nueva construcción. Entre los dos disponen de 828.000 euros. «Tampoco hay muchos pueblos de nuestro tamaño con tantos grupos musicales: Gatibu, Audience, Eñaut Elorrieta... Hace treinta años se apostó por la Kultur Etxea, luego dicen que la cultura no es una buena inversión».

Lo destaca Cristina Arana, la responsable de la Kultur Etxea. Trabajó durante años en Azkuna Zentroa y se ha llevado parte de su espíritu a la villa foral. «Antes había una programación más tradicional, pero yo estoy acostumbrada a una línea más contemporánea». Apuestan por mezclar teatro y danza o teatro y circo, «hacer cosas diferentes aunque a veces cuesta llevar público a la sala». En 2020 «vamos a dar un empujón a la música en relación con la memoria histórica, una de nuestras señas de identidad». También quieren que Artedrama se convierta en compañía residente e imparta cursos de teatro y coloquios en institutos.