'Palabrarismos' invita a jugar con el lenguaje en Pabellón 6

En este «espectáculo sobre la comunicación», le cuentan al público «de dónde ha venido esto que utilizamos habitualmente y le decimos lo frágil que es, porque cambiando una sola letra todo puede cambiar dramáticamente de sentido. Pero no es una clase magistral, aunque la maestra de ceremonias pretenda que lo sea y no le guste que los otros dos nos desmadremos: es una invitación al juego, a tomar conciencia de que el lenguaje es un juguete maravilloso que hemos ido construyendo a lo largo de los años... y que podemos seguir creando, explotándolo», describe Urrutia.

La clase magistral de 'Palabrarismos', que con esa intención empieza al menos el montaje, depara un juego constante en el que una tragedia griega puede convertirse en un chiste cuando una jota muta en ge -de hijo a higo todo el significado cambia... si es que puede significar algo, claro-. «Es muy surrealista. Cambiamos sílabas de sitio y aun así el público lo entiende todo. Es como hacer malabarismos con las palabras todo el tiempo. Eso es lo que me sugiere el título. Con las mismas letras, construimos otras cosas».

Los tres intérpretes (con Urrutia, Sara Barroeta y Nagore Navarro) han tenido que convencer a sus cerebros de que lo correcto, en esta obra creada por Ramón Barea y dirigida por Itziar Lazkano, es descolocarlo todo. Que no se dice, por ejemplo, volver loco, sino volco lover. «Al principio fue caótico. Trastabillábamos. Se nos iba la lengua a la forma correcta pero se trataba de no hacerlo como es... Nos lo hemos pasado genial», confiesa este actor que ama «profundamente las palabras» y por eso está encantado con una pieza en la que hay muchas, muchísimas, algunas locas, loquísimas.

Urrutia prefiere el teatro de texto al físico y aun así aquí le tiene que sumar una buena parte de clown a lo que hace. «Yo he hecho de payaso, eso sí, payaso de fiestas. Todo te curte. De clown no hasta ahora. Pero 'Palabrarismos' es sobre todo palabra, y el arte que hay en la manera de decirla. Dicha de una manera, una palabra dice una cosa, y es otra si la dices de manera distinta». El montaje es «una explosión de posibilidades de la palabra».

Con todo esto, poca cosa les hace falta en el escenario más allá de sus diálogos «desde el minuto uno hasta el final, sin parar». No hay atrezo, solo tres columnas que hacen de atriles. «Nada, nada, nada, solo palabras». Y un vestuario «peculiar -creado por el getxotarra Borja Hernández, que estuvo en 'Maestros de la costura' y es experto es plisados- que nos da un aspecto más peculiar todavía». Peculiar... o lo que resulte de hacer malabares con esas letras.