Pabellón 6 muestra el viaje de seis intérpretes por distintas etapas vitales

A sus 23 años, el trabajo de Ana García Peña como autora y directora de teatro con su compañía Vulnera está llamando la atención. En el escaparate de proyectos escénicos Eszenabide resultó elegida 'Lo que no se ve', una obra que muestra la trastienda del teatro y que se estrenará en octubre dentro del festival BAD. Mientras llega ese momento presenta otro trabajo, 'Aquel lugar de nuestra infancia', un intenso viaje emocional con seis intérpretes producido por Pabellón 6 y su Compañía Joven.

La sala de Zorrozaurre apuesta por las dramaturgias emergentes con esta pieza, que se estrena este viernes y permanecerá en cartel cuatro fines de semana hasta el 29 de mayo. Ana García Peña se acercó a ellos a través del teatro breve, con una obra que recibió una mención especial, 'Cuídame de mí', y la invitaron a unas jornadas para seleccionar nuevas propuestas.

Así empezó a escribir 'Aquel lugar de nuestra infancia'. El título suena a evocación nostálgica, pero no es eso lo que transmite la autora. «Me interesan sobre todo las personas y sus relaciones», explica. «Parto de los conceptos de existencia y violencia explorando diferentes etapas vitales: infancia, adolescencia, edad adulta y ancianidad».

En cada una de ellas, los seis intérpretes «nos muestran las arrugas y los pliegues del tiempo que les ha tocado habitar». Salen a relucir temas como el maltrato en la infancia, el bullying y la rebeldía en la ancianidad. También incide «en la manera en que nos relacionamos jóvenes y mayores, las barreras que hay entre nosotros». Para ponerse en la piel de otras generaciones recurre a vivencias «de personas cercanas, como una historia que me contó mi madre que le pasó a mi bisabuela».

Es un trabajo exigente para los seis jóvenes intérpretes – Nerea Elizalde, Sandra Martín Gómez, Kepa Alesso, Ana Otsoa San Juan, Albar Cirarda y la propia Ana García– que ponen en juego todos sus recursos tras un intenso entrenamiento físico y vocal. «Exploramos el cuerpo, la voz y el canto. Los tres meses de ensayos han sido muy intensos, también emocionalmente, y los actores se han volcado con el proyecto», asegura la autora.

Aunque hay monólogos, «los actores interactúan entre ellos y también con el público». La puesta en escena es contemporánea y el montaje cuenta con música en directo de piano y guitarra. El vestuario lleva la firma de Nerea Rodríguez, la escenografía «con elementos simbólicos» es obra de María Casanueva y Susana Díez, el diseño de iluminación es de Aitor García y el espacio sonoro lo han creado tres de las actrices: Nerea Elizalde, Ana Otsoa y de nuevo Ana García, que asume múltiples tareas en un proyecto muy personal.

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